martes, 14 de mayo de 2024

Carlos Ameijeiras: Corcubión en el Río de la Plata

Galicia Miranda con Carlos Ameijeiras de Corcubión web
Carlos Ameijeiras Miñones presidente de ABC Corcubión, en una de sus vistas a Galicia, con Antonio Rodríguez Miranda, secretario xeral da Emigración de la Xunta de Galicia

“A bendición de Deus son as cinco Rias Baixas, rias baixas queridiñas: Arousa, Corcubión, Noya, Vigo e Pontevedra miña. Os cinco santos dedos dibuxaron cinco rías”. Juan Pardo, Rías Baixas.

Conocí a Carlos Ameijeiras Miñones en actitudes generosas y abiertas. Ofrecimiento para que publique en el anuario de ABC Corcubión, la institución centenaria que preside, y luego otro ofrecimiento para que presentara mi libro “Corazón Gallego” en sus instalaciones. Con el transcurrir del tiempo las actividades de la colectividad nos siguieron conectando y estuve en el evento del festejo del Centenario institucional, en 2022.

Siempre me atrajo su afabilidad, el interés por las cuestiones culturales, las actividades teatrales y de radio que llevan a cabo. Conocí a su madre, que supera los 90 años en perfecto estado, el Día de la Mujer, cuando compartimos la recepción del premio a la mujer, por parte del Centro Gallego de Avellaneda. Allí lo vi bailar con ella y entendí que esa estirpe de personas de corazón y mente abierta los había llevado a través del mar de una ría a un río.

Comienza la conversación detallando con precisión sus raíces: el ayuntamiento de Vimianzo, en Coruña, Comarca Terra de Someira, Parroquia de Salto su madre, Aldea de Torelo, Parrroquia de Treos su padre, aldea de Xora.

Carlos Ameijeiras con sus primas en la aldea
Año 1966, en Xora, volviendo del lavadero del río, con su hermana Silvia y sus primas hermanas

“Mi padre era de la que hoy llamamos Galicia interior, mi madre de la ría. En mi primer viaje a Galicia tenía yo once años, y me resultó impactante, por el entorno diferente, por sus olores, por el modo de vida, penetró en mi esencia, hasta hoy. Era una Galicia, aquella del año 1966, distinta a la actual, sin eólicos y con caminatas por el monte entre los toxos y las silvas. Eran los “carreiros”. Luego pude volver varias veces y el contraste con la Galicia conectada y pujante de la actualidad es total. Pero en aquel año aún existía la vida que mis padres contaban, no difería en mucho. Me recuerdo caminando de noche, detrás de una vaca rubia, viendo desgranar “o millo” y como novedad un tractor comunitario que contrataban entre los vecinos de la aldea".

Carlos Ameijeiras en la aldea de Xora
Año 1966, con su hermana Silvia y un par de paisanos reparando la calzada de acceso a la aldea de Xora

"Mi madre, Carmen Miñones, era de la casa de los Celes, una casa buena, nació en 1929 y con 20 años viajó sola. Acá residían unas tías, y ella tenía en claro que no le gustaba el trabajo del campo y era lo único que había en su tierra. Vivió en Ciudadela, luego en Belgrano, en una casa chorizo, típico inquilinato, en los inicios trabajó como servicio doméstico, en una casa de alemanes, luego pudo entrar a un laboratorio, con sueldo, horas extras, trabajo formal. Ella cuenta que se adaptó enseguida; había muchos paisanos, incluso vecinos a los que veía sobre todo los fines de semana en el ABC de Corcubión, que ya se había creado en 1922. Eran los tiempos de los hermanos Moreira, acordeonistas, la cocina comunitaria en el conventillo, el calentador “primus” y la heladera de hielo".

Carlos Ameijeiras con su madre en la aldea
Año 1966, en Xora, la aldea de su padre, en una leira, con un sacho en mano, con su madre y su abuelo paterno, José

"Mi padre, Ramiro Ameijeiras, había nacido en el año 1922 y a mediados de década de los 40, en 1945, ya había hecho el servicio militar ( lo hizo en la post guerra) En su familia ya había experiencias de inmigración temporaria, el caso de su padre y de dos hermanos. Uno de ellos tenía trabajo en una fábrica de soda, y luego mi padre trabajó de dependiente de almacén. Los fines de semana ayudaba a repartir soda. Al poco tiempo se hizo hincha de River, porque vivía en la zona del estadio Monumental".

Carlos Ameijeiras en la aldea con su padre y su hermana
Año 1966, en Xora, de izquierda a derecha, su tío José, hermano de su padre, Silvia, su hermana, Carlos y Ramiro, su padre 

"Ellos se conocieron debido a que mi padre era uno de los que llevaba ropa para lavar a la casa donde vivía mi madre, siempre alguna de las paisanas se ganaba unos pesos lavando ropa para los que estaban solteros, o solos. Después se veían en Corcubión, ambos eran del mismo ayuntamiento. En 1951 se pusieron de novio y dos años más tarde se casaron . Mi padre ya era socio en un bar y mi mamá quedó como ama de casa. Vivieron en Lacroze y Cabildo, luego alquilaron por el barrio de Agronomía, en Chorroarín y Warnes, allí nací yo aunque mi infancia la pasé en otro barrio, en Palermo Viejo, porque ellos ya se habían mudado a un almacén con vivienda en el fondo y lograron comprar la propiedad en 1960. Era en Soler y Oro, ese fue el lugar de mis recuerdos infantiles".

"Hice la primaria en la escuela Borges, entre las calles Nicaragua y Costa Rica y luego fui al colegio San José. El secundario, con la especialización comercial, lo cursé en el Hipólito Vieytes, un tradicional Colegio Comercial de esos tiempos, que aún existe. El ABC de Corcubión era nuestro lugar. Mis recuerdos se concentran en los fines de semana en la playa del Ancla, bañándome en el río. Mis padres eran socios y asistían, pero con el tiempo y el descanso de la jubilación aumentaron su participación institucional”.

Carlos Ameijeiras. Su familia en el Monte Uribe OK
El 15 de mayo de 1966, la familia Ameijeiras partiendo de Buenos Aires a Vigo a bordo del Monte Uribe

Uno de los episodios que lo marcó ocurrió en el año 1966, en que volvieron, en barco, a Galicia. “Viajamos en el Monte Uribe, íbamos a estar seis meses como se hacía en esos tiempos, en que aún no se frecuentaba el avión. Papá cerró el negocio y a su vuelta comprobó que la clientela le había sido fiel”.

Carlos Ameijeiras en Vimianzo
Foto de 1966. En Xora, parroquia de Treos, Concello de Vimianzo, A Coruña. Carlos al centro, a la derecha su prima Fina, de la casa do sastre de Cora, y a la izquierda una vecina de la aldea, de la casa de Paio

"Yo, que tenía 11 años, y mi hermana 9, no teníamos idea de Galicia. El viaje fue una aventura que comenzó en el barco y siguió con el transporte desde Vigo a la casa familiar. Vio la emoción de sus padres, la de sus abuelos maternos que fueron a recibirlos".

Carlos Ameijeiras con su familia en Xora
Carlos Ameijeiras en Xora, con su madre y familiares

Por desgracia la madre de mi padre no llegó a vivir para ver el retorno de su hijo, falleció tres meses antes, pero mi madre no resignó el viaje, los suyos vivían y no quería que le sucediera lo mismo. Mi viaje a la aldea, la vida en el campo, todo era desconocido, tratar de entender “a fala” ellos hablaban en gallego, yo acá lo había oído, pero ya era una lengua contagiada de modismos del castellano rioplatense, allí entendí que aquello sí era “Galego”, una lengua, una identidad. Además la zona de mi familia es la zona del “jejeo”, o sea que se habla mucho con la jota y eso me sonaba muy distinto.

Desde entonces que he tenido la fortuna de regresar muchas veces y me doy cuenta que les gusta que uno hable en gallego, de hecho yo llego” falando galego”, y si ellos no lo hacen les digo, “no hice 10.000 kilómetros para escuchar hablar en otra lengua” que no sea la propia. Pero aunque gustan de oírnos, hacen notar que no hablamos igual, que es diferente el tono y la pronunciación. Ese año1966, recorrimos toda Galicia y otras regiones, incluso Madrid.”

Hoy cuando regresa a los lugares natales sus familiares se asombran de su memoria, pues en esos infantiles 11 años quedaron grabados olores, sabores, comidas, paisajes y Carlos les suele indicar dónde estaba algún leiro o guardaban algún instrumento de labranza. “Me marcó ver ese lugar distinto, rural, me penetró el paisaje”.

Y yo lo escucho y comprendo porque siempre tengo la imagen de los montes de Dozón, los que veo desde el balcón de la casa, y cuando lo pienso sé que estará guardada para siempre en mi retina. Eso le pasó a Carlos, lo penetró.

“Tuve la fortuna de conocer las cuevas de Altamira, pero las de verdad, no como las de ahora, que para preservar el patrimonio lo que visitan los turistas son réplicas”. Como al pasar, sostiene una reflexión que no carece de sustento: “Creo que Galicia no era tan turística, aún hoy podría serlo mucho más, porque los mismos gallegos buscaron no ser “invadidos”.

Luego tardó mucho en volver, aunque sus padres cuando ya no tuvieron obligaciones laborables viajaron con frecuencia, pero él estaba organizando su vida adulta.

Estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires, se casó, (con una descendiente de italianos, la otra gran colectividad inmigrante de Argentina), Benedicta de Rivo, que vivía en la Boca, pero Carlos, fiel hincha de River no transigió con ir a vivir allí, ese fue el límite, podía mudarse cerca, porque sus suegros necesitaban que la hija no estuviese alejada, pero nunca a la Boca, el eterno rival , el clásico argentino más famoso: Boca versus River.

Tuvo dos hijos, Federico y Nicolás, uno de ellos dedicado hoy a la música gallega, y lamentó la pérdida temprana de su esposa, víctima de una enfermedad fatal.

Fue auditor, en estudios contables, analista , y así siguió su vida profesional. Su temprana viudez lo arrojó a un vacío que debía llenar con la contención, sus hijos necesitaban a su padre de pie. Y fue Corcubión el refugio, era el año 2006. Entonces se abocó a la institución y sintió que era su lugar en el mundo. El que podía sostenerlo y el sostén. Allí daba clases de Gaita Daniel Pazos y a ellas concurrieron los tres, Carlos y sus dos hijos, pero al tiempo solo permanecieron los jóvenes y actualmente sigue la tradición como gaitero Nicolás Ameijeiras.

Sus chicos se criaron en Barracas, y luego de la crisis del 2001, un episodio más que traumático para la vida social y económico- política argentina, las cosas cambiaron laboralmente para Carlos quien debió adecuarse a un estudio contable internacional.

Tiempo después , por un reencuentro con amigos del secundario fue invitado a colaborar en un nuevo partido político. A la luz de la crisis habían surgido nuevas propuestas, una de ellas, el Partido de la Ciudad en el que Carlos fue asesor en temas económicos, de desarrollo y presupuesto y más tarde fue electo diputado de la ciudad de Buenos Aires. Al terminar su mandato, en el año 2005, integró el cuerpo de funcionarios del Consejo de la Magistratura y también el Ministerio Público de la ciudad.

En tanto, la vida institucional de Corcubión también tuvo un quiebre. En el año 2007 , estando sus padres en la Comisión Directiva lo convocaron un grupo de socios para que encabezara una lista como candidato a presidente. Así resultó electo por mayoría de votos de los asociados. Trabajó formando equipo, incluyendo a su hermana y se propuso analizar los programas de colaboración de la Xunta para con las asociaciones en la Galicia exterior, se vinculó con el municipio de Vicente López y logró apoyo para el objetivo: las obras de mejoramiento y modernización de las instalaciones. Se inauguraron en el 2011. Carlos reconoce también, a la distancia, el apoyo del presidente de la Diputación de Coruña.

En la actualidad se han reformado las instalaciones de Vicente López y las del casco urbano, sitas en Venezuela 2164, inmueble que se adquirió en 1943. Se había fundado en 1922, pero sin sede propia, se reunían en casas particulares o en instalaciones prestadas de otras instituciones. Cuando se compró en la calle Venezuela se hacían bailes y luego se fue construyendo de a poco, como se podía. Una parte en los años 1950, otras en los 70 u 80.

Especialmente se ha dado un impulso ingente al área de actividades culturales en el más amplio sentido del concepto. ABC de Corcubión en la actualidad cuenta con:

Escuela de Teatro

Escuela de Radioteatro

Escuela de Gaitas y de Danzas

Programa de Radio

Escuela de encaje de bolillos, (con seis alumnas)

Publicación de la Revista Alborada

Prepara el libro del Centenario

En su fiesta del Centenario la sede de Corcubión relucía con las transformaciones, incluido un ascensor y el embellecimiento de sus instalaciones. Carlos está feliz de haber sido el Presidente del Centenario y haber colocado la placa de reconocimiento con que los distinguió la Legislatura de la Ciudad. En Vicente López, donde también se concentran cientos de personas que festejan con un cocido o una paella pero que, al son de la gaita, hacen sonar su morriña hubo una ceremonia similar, en el Campo de San Isidro: “Ése que da al agua, la dulce del río, que recibe sin duda la salada de aquella ría… la ría de Corcubión”

Celia Otero Ledo