martes, 14 de mayo de 2024

La orden de Isabel la Católica brilló en Buenos Aires, en el mes de la mujer

Cuando en el año1815 el Rey Fernando VII instituyó la Real y Americana Orden de Isabel la Católica “con el fin de premiar la lealtad acrisolada y los méritos contraídos en favor de la prosperidad de aquellos territorios …” se inspiró en la grandeza que aquella Reina había logrado para la Península Ibérica y más allá de la misma, pero seguramente no pudo vislumbrar que dos siglos más tarde seguiría provocando orgullo y emoción en quienes la recibieran.

Tres décadas después fue reorganizada por un decreto real y pasó a tomar el nombre actual “Real Orden de Isabel la Católica”, así fue recibida, en el grado de encomienda, el pasado 28 de Febrero por seis destacadas personalidades residentes en Argentina, quienes atesoran los méritos que la distinción requiere.

Se les reconoce la dedicación, constancia y vocación que han demostrado al servicio de España a lo largo de los años. El evento se llevó a cabo en la Embajada y revistió cierta peculiaridad. No era una sola personalidad la que recibiría la Orden, sino que fueron seis. Razones de tramitación y candidatos más que meritorios y probados llevaron a que se hicierade esta forma para que ninguno de los seleccionados dejara de ostentar la encomienda.

El reconocimiento, otorgado en conformidad con las previsiones del Real Decreto del año 1998, fue recibido por la ex presidente del Consejo de Residentes Españoles de Buenos Aires, María Teresa Michelón Martínez; la vicecónsul honoraria de España en Mar del Plata Claudia Alvarez Argûelles; el presidente del Club Español de Buenos Aires, José Benito López Carballedo; y tres ex presidentes de la Federación de Sociedades Españolas de la República Argentina, José María Vila Alén, Pedro Bello Díaz y Benito Blanco Alvarez.

La ceremonia revistió el carácter protocolar que la caracteriza, pero se percibió en el ambiente la impronta de la Reina Isabel, quien logró en pleno sigo XV rodear sus monedas de la famosa frase “tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando”. Aquella mujer que, mucho antes de que hubiese siquiera idea de derechos de género, admiró a sus hombres de armas con el valor y la fuerza con que cuentan que subió la torre de Granada, enfundada en su armadura y a caballo.

Esa Isabel que había obtenido su corona luego de una guerra por los derechos de la misma, no iba a pasar desapercibida en su España ni en la de ultramar, y legaría a las mujeres de su tierra y a sus descendientes un espíritu imbatible.

Así fue que, con la inestimable colaboración del Cónsul General Don Fernando García Casas, la Embajadora doña María Jesús Alonso presidió el acto e hizo entrega de los diplomas luciendo un elegante vestido rojo que la ponía sin duda en el centro visual de la escena, lugar que acredita por su profesionalidad y proceder.

Como no podía ser de otra forma, en el mes de la mujer, el evento tuvo, por esta vez una “madrina”- invitada de una de las condecoradas- la imponderable Mirtha Legrand, actriz y conductora argentina, quien con sus 97 años continúa al frente de un mítico programa de televisión, y recuerda siempre sus ancestros españoles.

Justamente dos días después, desde la escena televisiva hizo alusión a la ceremonia, a su importancia y a la cordialidad y prestancia de la misma. Un acto sencillo, digno y sentido. En el salón resonaron seis veces estas palabras, y puede decirse que en cada ocasión los destinatarios sintieron que desde un tiempo inmemorial se les distinguía para ejemplo de sus conciudadanos.

“ Felipe VI, Rey de España, Gran Maestre de la Orden de Isabel la Católica y en su nombre el Ministro de Asuntos Exteriores, Gran Canciller de la Orden (…)y en atención a los méritos y circunstancias que concurren en el señor/a(…) ha tenido a bien otorgarle la encomienda de la orden de Isabel la Católica y por tanto se le conceden los honores y distinciones y el uso de las insignias que le corresponden”, con estas palabras precedentes, cada uno de los distinguidos se acercó a recibir su distinción.

Las palabras de la Embajadora, cálidas como el color de su vestido rojo, suaves como su voz, pusieron el toque femenino, tal vez el que la Reina Isabel le hubiese conferido, al recordarle y agradecerle a cada una de las seis personalidades su individualidad en el quehacer en que se destaca. Lo hizo con la sencillez que la grandeza y la humildad – una conjunción no frecuente- logran dibujar una sonrisa en las ceremonias formales.

Fue el toque humano, de reconocimiento personal, que sin duda tuviera su creador el Rey Fernando, y que hace honor a Isabel, la mujer que en el siglo XV hizo resonar su nombre por la grandeza de sus proyectos y sus logros. Como los destacados del presente, salvando el tiempo y las circunstancias, que hoy ostentan esta encomienda con honor y vocación de servicio.

Quienes hemos nacido en España, llevamos con orgullo nuestros orígenes y nos sentimos representados por las personalidades que recibieron la encomienda y, humildemente, nos sumamos al agradecimiento de la Señora Embajadora.

Gracias María Teresa Michelon Martínez, Claudia Alvarez Argûelles, José Benito López Carballedo, José María Vila Alén, Pedro Bello Díaz, y Benito Blanco Alvarez, por ser quienes llevaron en su trayectoria los valores que nos caracterizan como colectividad.

Por mi parte, como gallega, me siento doblemente orgullosa por los orígenes de la mayoría de los condecorados como lo atestigua la presencia del Delegado de la Xunta, Alejandro López Dobarro.