sábado, 04 de mayo de 2024

En el mundo habrá 3,7 millones de personas centenarias en el año 2050

La esperanza de vida de la población en todo el mundo va en aumento. Gracias al progreso global para garantizar el acceso a la atención sanitaria, el saneamiento, la educación y la lucha continua contra el hambre, las personas no solo viven más años, sino que también tienen más posibilidades de sobrepasar el siglo de vida. Según todas las estimaciones, el grupo de edad de las personas centenarias será más numeroso los próximos años. 

Durante siglos, la esperanza de vida de la población mundial permaneció fijada en torno a los treinta años. No fue hasta principios del siglo XX, gracias a las mejoras en áreas como la higiene, la expansión de los antibióticos y el acceso a la vacunación, cuando las gráficas poblacionales empezaron a mostrar curvas ascendentes relativas a la edad de las personas, una tendencia que sigue creciendo y no se espera que se detenga pronto. Se prevé que nuevas reducciones de la mortalidad darán lugar a una longevidad global media de unos 77,2 años para 2050.

Más allá de las tendencias generales, hay un dato que sorprende en particular, y es que, en las últimas décadas, la cantidad de personas que llegan a los cien años se ha disparado sustancialmente. En el mundo había cerca de medio millón de centenarios en 2015, más de cuatro veces la cifra de las personas centenarias del año 1990, según estimaciones de las Naciones Unidas. Y se espera que este crecimiento se acelere: las proyecciones anticipan que en 2050 habrá 3,7 millones de centenarios en el mundo.

La fórmula

“No existe un punto de vista demográfico separado del social. La demografía calcula, en las condiciones de un momento dado en el tiempo, cuál es la probabilidad de que un bebé recién nacido alcance los cien años”, explica Pau Miret, demógrafo del Centro de Estudios Demográficos y profesor colaborador de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 

Salvador Macip, médico y director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, investiga las bases biológicas del envejecimiento desde hace más de 25 años, con la idea de entender por qué envejecemos para poder buscar después formas de retardar este proceso. “En mi laboratorio actualmente trabajamos en varias líneas en torno a este tema, sobre todo para buscar marcadores que nos permitan saber la edad real de nuestros tejidos y definir dianas terapéuticas. También investigamos fármacos y otras intervenciones que puedan mejorar el envejecimiento”, explica. “Entre otros aspectos, hemos mejorado un 30% la esperanza de vida de unos ratones y, lo más importante, un 400% su salud en el tramo final de la vida. También estamos estudiando la respuesta a cambios dietarios en mujeres menopáusicas, para ver si tienen algún efecto en el envejecimiento”, señala.

Los expertos concluyen que no hay una fórmula única para llegar a los cien años en buenas condiciones, ni pueden determinar con certeza por qué algunas personas viven más que otras. “Existen muchos factores que sabemos que determinan cómo envejecemos, y posiblemente no los conocemos todos”, admite Macip. “Hay factores genéticos y otros están relacionados con el entorno y los hábitos de vida, y el peso que tienen unos y otros todavía no está claro”. Macip considera que se ha abusado del concepto de las zonas azule, intentando vender la idea de que todo era debido a la dieta o a alguna característica del entorno, cuando la realidad es mucho más compleja.

“Las sociedades no se están adaptando al envejecimiento”

No se trata sólo de vivir más, sino de hacerlo en mejores condiciones. A pesar de que la calidad de vida ha aumentado también en los últimos tiempos, no lo ha hecho de forma paralela a la esperanza de vida. “Esto quiere decir que cada vez vivimos más años con mala salud, que no es ni mucho menos el objetivo”, concluye el doctor Macip, quien aclara que “los que investigamos el envejecimiento, sobre todo lo que buscamos es precisamente alargar estos años buenos. La longevidad ya vendrá después”.

De momento, pero, para Lacalle “las sociedades no se están adaptando demasiado al envejecimiento, y no están preparadas para afrontarlo. Hoy en día las familias tienen mucha movilidad geográfica, lo que dificulta que los hijos puedan cuidar de los padres, si no viven en el mismo país. Además, cada vez se tienen menos hijos, y esto complica las atenciones”. En este contexto, Miret opina que “hay que dar respuesta a los nuevos patrones sociales, a los nuevos roles de género. La respuesta colectiva está relacionada con el estado del bienestar: la atención sale del ámbito estrictamente familiar y pasa a un ámbito público. Aun así, observando las tendencias en nuestra sociedad, no parece que vayamos por el buen camino, y da la impresión de que solo el mercado privado, de pago individual, dé respuesta a estos nuevos problemas de atenciones”.