martes, 07 de mayo de 2024

La nueva ourensanía | Oliver Carruthers, sobre el origen del sarcasmo y retranca na terra da chispa

“Queremos vivir más cerca de la cultura galega”, dice en una muy bien articulada frase Oliver Carruthers, cuyas raíces se encuentran en Yorkshire, Inglaterra. Como la mayoría de los ingleses entiende la familia de una forma distinta a ese sentimiento casi adhesivo propio de la idiosincrasia latina. Londinense desde su edad adulta conoce a una coruñesa allá y forma con ella una familia que se completa con una niña de tres años, escolarizada ya por estas tierras desde septiembre del año pasado. Admite que venir aquí fue en parte por estar con los parientes, pero mejor con cierta distancia para no tener que hacer cuchipanda todos los domingos. “Cerca, pero no tanto”, sonríe.

Recalan aquí en esa búsqueda de puntos cercanos a esa ventana que mira al mar. “Nos encantó, hay personalidad, y el entorno es espectacular”. “Ourense para mí es mágico”, ensalza la riqueza de esta ciudad que quizá no tiene otras gracias como la costa, las rías, las grandes urbes o el Santo Apostol pero que describe como una “joya oculta”. “Los edificios, el campo, la atmósfera, la gente… para mí es un paraíso”. “Es una ciudad en un bosque… con un ritmo muy fácil para vivir”. No se cansa Oliver Carruthers de poner en valor lo que muchas veces es infravalorado por los oriundos.

Un modo de vida

Allá en Londres trabajaba en un centro de arte donde se proyectaba cine, y se organizaban conciertos entre otras actividades. “Rich mix, mezcla rica”, comparte el nombre del lugar. Allí desarrollaba propuestas con artistas de diversas culturas como la hindú, la árabe o la latinoamericana. De ahí partió a la Alpujarra andaluza donde continuó desempeñándose en el sector pero de manera no presencial, y posteriormente, con el mismo plan laboral, se trasladaron a Galicia. En su día a día trabaja con empresas culturales organizando eventos, consiguiendo financiación y haciendo formación continuada para artistas. A modo de ejemplo habla de un intercambio entre artistas de Irán y Londres, un proyecto que le llevó hasta Bagdag.

Casi sorprende que un devoto de las artes haya decidido establecerse aquí dada la escasa oferta cultural de la ciudad, y uno piensa que pueda haber gato encerrado. Aleja Carruthers los fantasmas de una posible engañifa en su parlamento. “Para nosotros esto es nuestro hogar para toda la vida”, declara con rotundidad. Acaban de comprarse una casa solariega del siglo XVIII en Leiro, que quieren convertir también en residencia y espacio artístico en el que organizar muchas cosas. “Es mi sueño para conectar más con Ourense”. Se entusiasma Carruthers al hablar de conocer a los músicos locales y darles un trampolín para saltar al mundo. “Tenemos bodegas para convertir en estudios de artistas”, revela acerca de esta vivienda maravilla.

Si un pero tiene que poner a este paraje es el gastronómico, aunque con reservas. “El pan galego me encanta, es una comida total”, alaba nuestras harinas y nuestros amasares pero reconoce que tiene una cruzada con nuestra manera de cocinar las carnes. No concibe un inglés que se hierva pudiendo meter la vaca al horno. “En Navidad comemos cocido… no es para mí”, concluye.

“Soy escritor también”, comparte sus aficiones y habla de una novela aún no publicada que escribió en Buenos Aires, donde residió,  y que de tanto en tanto, relee o modifica, y en mente tiene una segunda que quizá empiece y remate a orillas del río Avia. 

“Sarcasmo”, dice Oliver acerca de sí mismo, consciente de ser heredero de un carácter patrio más bien reservado. Desde luego no lo parece pues desprende cercanía y si encaja en el cliché de británico es sólo por el atuendo, pues no perdona su chaqueta de ‘tweed’. Responde a las preguntas sobre cultura general ourensana mejor que muchos nativos pero pincha en el patrón. “No tengo idea, pero sí muchas ganas de aprender”, reconoce humilde sus ignorancias, y sin embargo acierta con la fiesta de la castaña, “¿magosto?”, pregunta. Albricias para el que apenas lleva aquí seis meses.

“Escoitame ‘daddy’”, fue la primera expresión de su hija en un ‘mix and match’ (combinación) anglogallego. No hay como las nuevas generaciones, que conectan todos los mundos y que vienen a realizar nuestros sueños antes que nosotros mismos.