viernes, 26 de abril de 2024

ESPA??OLES EN NUESTRA AM??RICA

'CANARIOS Y GALLEGOS' EN LA CUBA DE LOS ABUELOS*

Tras la �??caída en desgracia�?� del presidente cubano Gerardo Machado y Morales, para lograr sus objetivos el supremo embajador y mandatario americano, Sumner Welles, alentó y propuso la 'celebración de las elecciones nacionales, absolutamente justas y libres hacia el otoño de 1934'; proponía establecer un 'modus vivendi' entre Machado y la oposición burguesa, poniendo fin a las hostilidades entre ambos, restableciendo las garantías constitucionales y dejando en libertad a los presos políticos (pero no tuvo en cuenta la acción socavada de los �??soviets�?� que, bajo la autoridad del fundado Partido Comunista Cubano, ejercían fuerte resistencia laboral, social y terrorista�?�) Este esquema, en principio, permitiría a Machado continuar en la presidencia hasta el 20 de mayo de 1935, fecha en que expiraba el período por el cual fue 'electo' - por sí mismo -en 1928. El embajador �??yanqui�?�, además, enfatizó las bondades que resultaría del nuevo Tratado de Reciprocidad económica y los efectos políticos del mismo en el plano político. El dictador, por su parte, no tenía otra alternativa que dejar hacer a Welles, a quien creyó poder envolver y utilizar en su beneficio (según historiografía cubana). 'CANARIOS Y GALLEGOS' EN LA CUBA DE LOS ABUELOS*
Miguel Leal Cruz
www.periodismohistorico.net
Canarias-España
En enero de 1933, el pueblo cubano estaba en pie de guerra. Había demostrado capacidad para asimilar duros golpes, forjando potentes instrumentos de lucha con la preparación de destacados cuadros de acción surgidos de las masas y templados en diferentes acciones y encuentros con las fuerzas de la Policía, peyorativamente 'la Porra', a lo largo de todo el régimen denominado 'machadato'.
A la par de esta realidad, se crearon algunos grupos reaccionarios de oposición a la tiranía que representaba el último tramo del gobierno que presidía Gerardo Machado: La Asociación Unión Nacional, los seguidores de los ex presidentes Mario García Menocal y Miguel Mariano Gómez formalizando el partido denominado ABC, de raíces y connotaciones fascistas y con igual tendencia.
En el campo contrario a los seguidores dela oligarquía nacional y los intereses yanquis en Cuba, las organizaciones que más des destacaron en la lucha contra Machado, desde 1925 hasta 1935, fueron el Partido Comunista con sus organizaciones colaterales y las huestes que asumieron el programa del revolucionario Antonio Guiteras.
El primer Partido Comunista de Cuba celebró su Congreso Constituyente, los días 16 y 17 de agosto de 1925. Este Congreso eligió su Comité Central, integrado por nueve miembros en propiedad y cuatro suplentes, y designó a José Miguel Pérez y Pérez -inmigrante de Las Islas Canarias establecido en La Habana donde ejercía la profesión de profesor- como su Secretario General demostrando, una vez más, la presencia de esos emigrados en todo hecho de importancia en la historia de Cuba.
...Precisamente ese maestro, José Miguel Pérez, era oriundo de La Palma, Islas Canarias, y había emigrado a Cuba cuando contaba con 24 años; de inmediato se vinculó a la Agrupación Socialista de La Habana y comenzó a colaborar con Carlos Baliño en la revista 'Espartaco', órgano que se proponía la difusión del pensamiento socialista....
Días después de fundado el Partido, bajo la feroz represión del entonces presidente Gerardo Machado - al parecer también con ancestros 'isleños' -, José Miguel Pérez fue apresado y más tarde deportado a España...
...En Canarias, fundamentalmente en su isla natal de La Palma, José Miguel continuó su labor pedagógica y sus actividades revolucionarias. Los últimos instantes de la vida de este ilustre 'isleño', se vincula al golpe de Estado contra la Segunda República en España que tuvo lugar el 18 de julio de 1936...
La detención a fines de agosto de 1936 y la sentencia a muerte, ejecutada contra José Miguel Pérez y Pérez, esperada por su carácter de líder comunista palmero, se llevó a cabo en los primeros días de septiembre. Trasladado previamente a la isla de Tenerife en la que fue al final ejecutado como tantos otros progresistas que tuvieron el valor de enfrentarse a la dictadura militar que iniciaba el general Franco. Así fiel a sus ideas y trayectoria, moría el isleño que formó parte del Primer Partido Comunista de Cuba (PCC)
A través de los ocho años de dictadura de Machado también de ascendencia canaria, conocido con varios epítetos despectivos, (el joven poeta y revolucionario comunista Rubén Martínez Villena le apodaba 'Asno con Garras', otros el 'Musolini Tropical') el PCC recibió dura persecución. Recibió varios golpes, pero continuó su desarrollo estructural creciendo gradualmente hasta convertirse en una de las fuerzas de primera magnitud en la vida nacional cubana bajo la clara influencia de la revolución rusa de 1917.
Como nos aporta Ramiro Medina García, incansable investigador cubano de origen isleño de Valle Guerra - La Laguna de Tenerife: '... A pesar de la represión sanguinaria del gobierno, las manifestaciones, mítines callejeros - conocidos popularmente como 'tánganas'-, las huelgas estudiantiles, el terrorismo por medio de explosión de artefactos y atentados personales fueron los procedimientos tácticos seguidos por el Directorio Estudiantil Universitario. Así, como, fundamentalmente, el movimiento huelguístico se llevaba a cabo a través de los obreros y campesinos en especial del ramo de azucareros, tranviarios, tabacaleros, y guajiros que, unidos a la gran masa de desocupados, conmovían el país.'
A este respecto recogemos las manifestaciones del 'isleño', natural de El Paso (Santa cruz de Tenerife), Islas Canarias, de 88 años que nos dice:
'En el segundo gobierno de Gerardo Machado y Morales hubo una gran corrupción política y se reprimía, violentamente, al pueblo. Para eso, entre otros, el machadato usaba a la 'Porra' que era un cuerpo represivo no uniformado. Yo, en esos años, era estudiante de magisterio y tenía que trasladarme desde Caimito, actual provincia de La Habana, hasta la Escuela Normal de Magisterio. Sufrí represiones y otras arbitrariedades del régimen. También participé con otros muchos estudiantes, en mítines y huelgas. En aquellos años vivían muchos isleños por mi pueblo de Cainito y por los de Alquizar, Guira de Melena, etc. La gran mayoría se dedicaban a las labores del campo y aunque sufrían la misma represión que el resto de la población, eran apartados de la política....'.
Machado y su aparato de poder respondió, al ascenso de la marea revolucionaria, con más y mayor represión. Los crímenes y torturas no cesaban en las dependencias del Castillo de Atarés y otros lugares de horror habitualmente usados por los represores policiales y militares al servicio del dictador. La ola de huelgas y el proceso de crecimiento desmesurado del movimiento obrero revolucionario siguieron su avance arrollador. La zafra azucarera de 1933 tuvo lugar en el marco de sucesivos y simultáneos paros; los centrales azucareros eran ocupados por los obreros, las calles de los bateyes eran terrero de manifestaciones masivas y de combate en los que los trabajadores repelían a la fuerza pública y no cesaban la actuación de los comités de huelga unitarios.
En la entonces provincia de Las Villas surgieron partidas de alzados en armas. En Oriente, Guiteras, que extendía su red a toda la Isla y continuando el enfrentamiento a la dictadura, iniciado años antes, empleaba armas, sabotajes y atentados. Al considerar madura la situación para desatar la insurrección popular, fraguó un plan que estipulaba tomar el cuartel Mondada -en Santiago y más tarde famoso por otro asalto frustrado, a iniciativa revolucionaria de Fidel Castro, que llegó tarde a la cita�?�-, más la ocupación militar del aeropuerto de Santiago de Cuba impidió despegar el avión que atacaría las citadas instalaciones militares. No obstante los revolucionarios sublevaro a la población de San Luis, al tiempo que buscaban refugio en las montañas, ante la presión gubernamental, desde donde preparaban otro ataque, esta vez, sobre el cuartel de la Ciudad de Bayamo.
Ramiro García, nos aclara que: 'Al retirarse de San Luis, los hombres de la Unión Revolucionaria, instalados en los montes cercanos libraron algunas escaramuzas con las fuerzas de Machado. Guiteras logró evadir el cerco, marchando hacia Santiago y más tarde a Holguín donde organizó con mayor insistencia nuevas fuerzas de resistencia. En el segundo trimestre de 1933, las huestes de UR siguieron asestando pequeños golpes en la ciudad y en el campo, mediante sabotajes, atentados y emboscadas. En las estribaciones de la Sierra Maestra - de tanto protagonismo en todos los avatares defensivos en la historia de Cuba- por la zona de Bayamo, situaron un destacamento relativamente poderoso, que preparó el asalto y la toma de la ciudad, armado con sólo 8 ametralladores, 54 fusiles y algunos kilos de dinamita. Si bien el ataque proyectado no se llevó a cabo por que Machado dimitió y huyó en agosto'.
Para estas fechas y en torno a la resistencia campesina contra el dictador, Antonio Santana Betancort, natural de Santa María de Guía en Gran Canaria, de 85 años de edad nos manifiesta: ' Aunque tuve algunos movimientos por diferentes lugares, me asenté en la zona de Palma Soriano -antigua provincia de Oriente, hoy perteneciente a la de Santiago de Cuba- que no está lejos de San Luis, donde estuvo presente Antonio Guiteras en su lucha armada contra Gerardo Machado. En realidad, en esos años, se vivía muy preocupado, pues existía una cruel represión y, a cualquiera se le 'chapeaba' -mataba - por la guardia rural o la policía. En ese tiempo se trabajan de 10 a 12 horas diarias, pagándote una 'bobería' que apenas alcanzaba para mantenerse...�?�
Por su parte, la administración de Roosevelt, decidió - a principios de 1933 - relevar a Harry F. Guggenheim y enviar a Cuba, en su lugar, al entonces subsecretario de Asuntos Latinoamericanos, Benajamín Sumner Welles, amigo personal del mandatario yanqui. Welles presentó credenciales como embajador en la Habana el 11 de mayo de 1933, y acometió de inmediato el cumplimiento de la misión que le había sido confiada. El nuevo embajador traía, entre otras, las siguientes instrucciones: '....Vd. debe considerar como su principal objetivo el llegar a un entendimiento definido y detallado, que obligue al actual gobierno cubano y a los jefes responsables de los grupos de oposición, y que conduzca a una tregua en la actual agitación política, hasta el momento en que es posible celebrar elecciones...�?�.
Para lograr sus objetivos, Welles se propuso conseguir la 'celebración de las elecciones nacionales, absolutamente justas y libres hacia el otoño de 1934'; establecer un 'modus vivendi' entre Machado y la oposición burguesa, poniendo fin a las hostilidades entre ambos, restableciendo las garantías constitucionales y dejando en libertad a los presos políticos. Este esquema permitiría a Machado continuar en la presidencia hasta el 20 de mayo de 1935, fecha en que expiraba el período por el cual fue 'electo' - por si mismo -en 1928. El embajador además, enfatizó las bondades que resultaría del nuevo Tratado de Reciprocidad y los efectos políticos del mismo en el plano político. El dictador, por su parte, no tenía otra alternativa que dejar hacer a Welles, a quien creyó poder envolver y utilizar en su beneficio.
Los 'nacionalistas' corrieron alborozados a prestar su concurso al mediador, pues los fines de éste satisfacían los reclamos que desde 1929 hacía Mendieta a gritos; los fascistas del ABC aceptaron tomar parte en la componenda después que 'pundorosamente' hicieran constar que: 'Entendemos que la mediación ofrecida por los Estados Unidos no tiene ningún carácter conminatorio al amparo de la Enmienda Platt, sino que es un simple ofrecimiento amistoso de buenos oficios, de acuerdo con los usos internacionales...�?�
También aceptaron, el otro grupo dirigido por el ex presidente Miguel Mariano Gómez, el pequeño grupo arribista llamado OCRR, el profesorado universitario, el de la Escuela Normal y el Instituto de La Habana, las llamadas mujeres oposicionistas, y algún otro minúsculo sector, que se pusieron con júbilo a disposición de Welles.
El Directorio Estudiantil Universitario (DEU) se negó a formar parte en los conciliábulos y combatió la maniobra, después que fue denegada su petición de convertir la gestión unilateral yaqui en multilateral mediante la inclusión de algunos embajadores latinoamericanos en ella. Mendieta se ganó la inicial mala voluntad del representante yanqui, al oponer obstáculos a la mediación por considerarse desamparado. El movimiento comunista y los seguidores de Guiteras, desenmascararon la injerencia extranjera, denunciaron las metas imperialistas que perseguían y arreciaron la lucha revolucionaria.
En nuestras indagaciones sobre este período, nos dice García Medina, se intuyó que el presidente Machado podía tener ascendientes 'isleños' de las Islas Canarias, que si bien no corroborado plenamente, puesto que en sus biografías conocidas no se alude a este aspecto, más bien a valorar su nefasto período presidencial y administrativo, sí contamos, no obstante, con un testimonio que nos aporta el 'isleño' de la isla de La Palma, afincado en Santa Clara, Segundo Nemesio Machado Perezdealejo, que nos dice: ' Nací en la finca 'las Margaritas' en las cercanías de la ciudad de Santa Clara, entonces capital de la provincia de Las Villas y mi padre, Ramón Machado Gómez, ya fallecido, era hijo de un isleño que vino de La Palma (Islas Canarias). Mi abuelo canario se llamaba Nemesio Machado y era el tío de Gerardo Machado y Morales- el presidente cubano- puesto que el padre de Gerardo era hermano también venido de La Palma, de mi abuelo por vía paterna. Sin embargo Gerardo Machado dejó mucho que desear por los asesinatos la represión y el hambre que hubo�?�
El 12 de agosto de 1933, Gerardo Machado fue desbancado por la acción revolucionaria de gran parte pueblo cubano y huyó a las Bahamas, acompañado de varios de su camarilla de colaboradores. El día anterior el ejército, tan fiel a su mandato poco antes, había retirado su apoyo al tirano, conminándole a abandonar el país. Los militares, pilar básico de la dictadura durante ocho años, actuaron a instancias del procónsul yanqui, Welles, quien le dio esas instrucciones a fin de frustrar la revolución popular y elevar a otro presidente afín a la presidencia de la nación. No obstante la injerencia administrativa yanqui no logró que el general machadista Alberto Herrera fuese aceptado como primer mandatario y fue consensuada la designación de Carlos Manuel de Céspedes hijo del uno de los próceres de las guerras de independencia de la Isla contra España, protagonista del primer 'Grito de Independencia' el 10 de octubre de 1868.
El embajador yanqui, empecinado en mantener la continuidad y legalismo, hizo aprobar el cambio por el puñado de congresistas �??machadistas�?� que pudo reunir en el momento de la desbandada, anteriores colaboradores del general. Sin embargo, el hijo del digno patriota, fue un nuevo títere para la administración norteamericana cuya garantía quedaba reflejada en los barcos de guerra de la Marina de los Estados Unidos anclados en el puerto habanero para intimidar a la clase obrera o cualquier otro tipo de subversión revolucionaria incluidos los estudiantes o los soldados cubanos, dispuestos a intervenir al objeto de ahogar en sangre la justa lucha que pudiera llevarse a cabo contra el nuevo orden.
Este impopular gobierno presidido por Céspedes tuvo la breve duración de 22 días, para caer en 4 de septiembre de 1933, día memorable para la historia de Cuba. Su mandato se caracterizó por el respeto a los �??machadistas�?� derrocados, a sus bienes, cargos y, especialmente, por un absoluto sometimiento a los dictados del mandatario norteamericano. Por ello, según Ramiro García, que nos dice: 'las organizaciones revolucionarias se incrementaron arreciando en la lucha. La agitación popular se extendió a las filas del ejército donde, como parte integrante del cuerpo social, no podía quedar inmune a las nuevas ideas de lucha, dividiéndose sus miembros y acatando las directrices de los partidos políticos en los que militaban o simpatizaban. Abundaban las células del ABC, los núcleos de comunistas, de Unión Revolucionaria, simpatizantes del DEU, 'nacionalistas', etc. El respeto que sentían los militares por el gobierno de Céspedes era dudoso y más cercano a las ideas del pueblo llano de Cuba que a los postulados del presidente y administración USA'.
Añade el investigador cubano de origen canario que ' el descontento existente en el ejército por la baja paga de los soldados, que era de 24 pesos al mes; el mal estado de los campamentos; la insuficiencia de ropas y zapatos entre la tropa; el cumplimiento lento de una ley de 1923, que daba a los sargentos oportunidad de llegar a ser oficiales; el depotismo de los mandos y el racismo especialmente a profesionales de color; las ambiciones de ocupar situaciones altas e intermedias que quedarían vacantes si se llevaba a cabo una proyectada depuración del ejército, fueron algunas de las causas que desencadenaron la tormenta del 4 de septiembre de 1933, a espaldas del control ejercido por la administración de Welles, que condujo a la destitución de Céspedes'.
La conspiración militar la inició el sargento Pablo Rodríguez, oficinista y cuartel maestre de una compañía, que a su vez era presidente del Club de Alistados y se valió de su condición de masón para encubrir y facilitar la sedición. Rodríguez había obtenido la autorización para realizar una asamblea en el Campamento Militar de Columbia, con un grupo de sargentos y alistados. En la madrugada del 4 de septiembre se llevó a cabo el pronunciamiento que tuvo como eje el campamento de Columbia. El golpe de mano, incruento, consiguió la inmediata adhesión de los sargentos, clases de tropa y soldados de todas las guarniciones, donde el más cualificado, aunque sólo fuese cabo o suboficial, se ponía al mando de las mismas �??autograduándose�?� convenientemente para imponer el orden. A todos los jefes y oficiales del ejército y de la marina, se les suspendieron sus cargos, provisionalmente, y se arrestaron dos que intentaron resistir y oponerse a tal acto de subversión e indisciplina militar.
En Columbia se prohibió el acceso a los no residentes y se instalaron ametralladoras en todas las entradas. Pablo Rodríguez, ascendido a oficial, viajó a Matanzas para controlar el cuartel de Goiricuría, mientras otros sargentos viajaban a Pinar del Río para hacer lo mismo. El más destacado, Fulgencio Batista, aprovechando que Pablo Rodríguez organizador del complot, se hallaba en Matanzas, valiéndose de las astucia que le caracterizaba se erigió en jefe del nuevo ejército en el que haría veloz carrera militar hasta el generalato.
El golpe del 4 de septiembre de 1933 produjo un cambio cualitativo, no sólo en el ejército y su estructura tradicional, sino en la situación política nacional. Hasta el día 15 de enero de 1934 ejerció el poder un régimen heterogéneo, que se convirtió en campo de batalla entre las disímiles tendencias que lo formaban.
El 5 de septiembre se publicó, con fecha 4 del mismo mes, la 'Proclama al Pueblo de Cuba' que firmaron más de 15 civiles y un solo militar, Batita Zaldivar, cuya rúbrica fue la única a la que acompañó un título, el 'sargento jefe de todas las Fuerzas Armadas de la República'. El documento estipulaba la convocatoria de una Asamblea constituyente y, entre otras cosas, anunciaba que 'la Agrupación Revolucionaria de Cuba se hace cargo del poder como Gobierno provisional Revolucionario'.
La Agrupación Revolucionaria acordó, entonces, poner en práctica la forma colegiada de gobierno, para lo cual dispuso la creación de la Comisión Ejecutiva, integrada por cinco miembros. Cada pentarca (sic) asumió la dirección de una o varias ramas de la Administración.
'La pentarquía' - como se le conoció popularmente - se desintegró el 10 de septiembre, con duración de sólo 5 días de gestión. La ultraderecha se asustó, o fingió atemorizarse, ante la innovación que entrañaba, y no vaciló en semejarla falazmente a la organización estatal soviética del momento.
En los primeros momentos el integrante de la Pentarquía Sergio Carbó, periodista de profesión, que orientó las Secretarías - ministerios - de Gobernación, Guerra y Marina, sin consulta a nadie autorizado, ascendió al sargento Fulgencio Batista a coronel quien, a su vez, se proclamó jefe del ejército. El gobierno de los cien días, surgió como un obstáculo imprevisto a la consecución de los objetivos de la misión de Sumner Welles en Cuba, pero aceptado por altas instancias norteamericanas como mal menor ante lo imprevisible de los acontecimientos.
En momentos en que el enviado yanqui creía próxima la realización de todas sus metas, el golpe del 4 de septiembre de 1933 derribó a un gobierno cuya entreguismo y supeditación parecían excesivos al mismo embajador norteamericano.
Frente a la nueva situación Washington se planteó, de inmediato, eliminar a quienes se interpusieron en su camino, promover un nuevo gobierno títere y materializar las instrucciones que había dado a Welles en mayo de 1933. La línea norteamericana se tradujo en el no reconocimiento diplomático al gobierno llamado de 'Los Cien Días'; en el envío a Cuba de una poderosa flota de guerra - que llegó a contar con 29 navíos de guerra - a fin de presionar al gobierno, alentar a la oposición y fortalecer la posición de Welles; en el apoyo a toda conspiración derechista contra el régimen; y en la gestación, desarrollo y ejecución de un cuartelazo reaccionario.
Al quedar disuelta la Pentarquía, el día 10, por acuerdo de la Agrupción o Junta Revolucionaria de Columbia designó al Dr. Ramón Grau San Martín primer mandatario de la República, a propuesta de Eduardo R. Chibás quien, años después, jugaría un importante rol en la historia de Cuba. Ese mismo día Grau tomó posesión y designó al gabinete el cual integraba, entre otros, Antonio Guiteras como titular de Gobernación.
El 11 de septiembre de 1933 Guiteras, que estaba en Oriente, se trasladó a La Habana. Durante el viaje hasta la capital las masas le aclamaron en numerosas poblaciones y exigieron les hablase, lo que hizo en Holguín ante 5000 personas y en otras localidades. Días antes había escrito que en el coche inevitable e inminente que se produciría entre los elementos avanzados y el imperialismo, él estaría en la extrema izquierda. Contaba entonces con 26 años de edad.
En los cien días de existencia el gobierno de Grau San Martín promulgó un nutrido cuerpo de leyes, cuya vigencia entrañaba el comienzo de modificaciones en la sociedad cubana. Vistas a la luz de la realidad nacional cubana de hoy día y su transformación revolucionaria, seguramente aparecen como logros mínimos, pero en aquellos momentos constituyeron importantes pasos de avance, que bastaron para considerar a sus autores o, con más precisión, a su inspirador el odio profundo del imperialismo y la oligarquía criolla. Un porcentaje enorme de tales medidas fueron impuestas por Guiteras frente a la oposición de Grau y Batista. Algunas no llevaron más firma que la del secretario de Gobernación, quien se inmiscuyó revolucionariamente en todos los departamentos y esferas de la administración.
La aplicación de estas pragmáticas se realizó parcial y limitadamente, debido a la pronta caída del Gobierno y el caos imperante. Grau, demagógicamente, las reivindicó después como obra propia y gracias a ello alcanzó extraordinaria popularidad. La falsa y retórica pretensión no resistió la prueba que, en 1944, tuvo el médico cuando asumió el poder por cuatro años como partido 'auténtico'.
Entre dichas medidas, que nos referimos, se encontraban:
-Creación de la Secretaría como Ministerio de Trabajo.
-Implantción de la jornada laboral de 8 horas.
-Establecimiento del jornal mínimo.
-Incautación de bienes de Machado y de sus colaboradores.
-Depuración de los organismos estatales.
-Nacionalización del trabajo, estipulando que el 50 % de los empleos fuesesn desempeñados por nativos.
-Autonomía universitaria.
-Rebaja de los artículos de primera necesidad.
-Reducción del precio de la energía eléctrica.
-Intervención de la Compañía Cubana de Electricidad, mediante la actuación personal de Guiteras, quien dispuso la misma para poner término a la resistencia y táctica dilatoria de los empresarios yanquis en un conflicto laboral que trastornó la prestación de ese servicio público.
-Y otras.
En las nuevas circunstancias creadas por el '4 de septiembre' los reformistas, por primera vez en la historia de la República, pasaron a formar parte de una administración; una fracción de la reacción -ABC,'nacionalistas', menocalistas, marianistas - fue desplazada del timón estatal y combatió duramente al gobierno, mientras que otra fracción derechista - con Batista al frente -detentaba altas posiciones gubernativas; las fuerzas revolucionarias dirigidas por Guiteras, maniobraron y lucharon desde varias secretarías y posiciones públicas, en tanto el movimiento comunista no dio cuartel al régimen. La lucha revolucionaria y de clases siguió su curso violentísimo, y el país se sumió en un estado de confusión, caos y desorganización al que sin duda alimentó la variedad de posiciones desde las que actuaban las clases y capas sociales y sus instrumentos políticos.
La división interna en el seno del gobierno, la pugna que se libraba entre sus facciones, el diverso modo de actuar de Guiteras, no coincidente con Grau y Batista, tal vez explique que la izquierda marxista cubana no se diese cuenta de 'la verdadera realidad', y que el movimiento obrero organizado combatiese frontalmente, y en el bloque, al equipo gobernante, sometiéndolo a una tenaz oposición. Todo parece indicar que no supieron distinguir las evidentes diferencias entre el 'nacional-reformista' Ramón Grau y el 'nacional-revolucionario' Antonio Guiteras, que condujo a la situación huelguística-revolucionaria posterior.
En los últimos meses de 1933 las masas desarrollaron un movimiento huelguístico. En el mismo mes de septiembre los obreros se apoderaron de 36 centrales, que representaban el 30 % de la producción azucarera nacional. Ferrocarriles de empresas, subpuertos, bateyes, poblados y zonas agrícolas aledañas a los molinos, fueron ocupados en varios lugares. Los 'soviets' de Mabay, Jaronú, Senado y Santa Lucía, se movilizaron con las consignas marxistas de la revolución rusa de 1917. Los trabajadores se organizaron en destacamentos armados y pelearon bravamente con el ejército y guardia rural en Nazabal, Punta Alegre, Jaronú, Violeta, Cunagua, Preston, Boston, España, Habana y otros ingenios.
Respecto a este período un 'isleño', natural de La Laguna de Tenerife, de 82 años de edad, Fructuoso Ezequiel González Hernández, nos dice: 'en el gobierno de los Cien Días vivía por el crucero de Gaspar en Ciego de Avila y no tenía un trabajo estable ni por el campo. Todos aquellos gobiernos, por un motivo u otro, fueron pésimos. Cuando Guiteras estuvo de ministro no me permitían trabajar en las fincas por que era extranjero, ya que él había sacado la Ley del 50 %, donde al menos la mitad de los trabajadores tenían que ser cubanos. Todo había que hacerlo a escondidas - como los haitianos y jamaiquinos -aunque estos trabajaban como medio esclavos y nosotros, los isleños, exijíamos más. Por mi cuenta tuve que hacer carbón de marabú que, con sus agudas y peligrosas espinas, no es un trabajo a pagar con nada. Sin embargo había que dedicarse a cualquier cosa para ganarse la vida...�?�.
La Habana y otras provincias se conmocionaron por la ola de huelgas que afectaron a las ramas industriales, aumentando la demanda laboral en todos los centros de trabajo, fijados por los sindicatos fábril, zapateros, metalúrgicos, construcción, hospitales, etc. De suma gravedad fue la huela de la Federación Médica, en pugna con 'las quintas regionales', incluidas la canaria.
El ejército, por orden de Batista, reprimió salvajemente a los obreros azucareros y de otros sectores. Las matanzas en los ingenios Jaronú y Senado, en Camagüey, y la brutalidad que desplegó la fuerza pública, fueron la repuesta del ala derecha del régimen al pueblo. El ametrallamiento de la multitud que a través de la calle Reyna de La Habana, acompañaba las cenizas de Julio Antonio Mella a su última morada, el 29 de septiembre, lo perpetró la soldadesca por instrucciones de Fulgencio Batista, pese a que el acto había sido autorizado por la secretaría de Gobernación. El asesinato de Mario Cadenas, las golpezas a los estudiantes, la disolución a tiros de una manifestación de empleados de la tiende Ten Cent y otros atropellos, testimoniaban que el flamante jefe de las fuerzas armadas estaba a la altura de sus precedecesores.
Por su parte, la subversión reaccionaria de abecedarios, 'nacionalistas', menocalistas, marianistas, liberales y machadistas en general, oficiales depuestos, hacendados, terratenientes, grandes comerciantes, y todos los beneficiarios del neocolonialismo intentaron, persistentemente, una y otra vez, abatir 'al gobierno de los cien días', a cuyo resquebrajamiento ayudaron también su falta de cohesión, y los golpes que le propinaron desde la izquierda.
La conspiración permanente de la reacción se tradujo en el estallido constante de bombas, el ataque indiscriminado de francotiradores, incendios y choques callejeros. Los camisas verdes del ABC llevaron el peso de la acción revolucionaria, que fue violentamente afrontada por las huestes estudiantiles del DEU y por los seguidores de Guiteras, quienes no vacilaron en colocar bombas en el periódico 'Diario de la Marina', en 'El País', así como imponer la clausura de AHORA. Al tiempo los revolucionarios descargaban sus ametralladoreas sobre Mendieta y Pepín Rivero del DIARIO DE LA MARINA, en fallidos intentos de ajusticiar a estos enemigos del pueblo cubano, según versión cubana revolucionaria actual.
El 2 de octubre se produjo el combate en el Hotel Nacional de La Habana, trágicamente desfavorable para los ex-oficiales machadistas que se habían atrincherado en los pisos altos del edificio. Welles y los de ABC habían sido los inductores bajo promesa de ayuda. Los pronunciados fueron vencidos y apresados por el ejército, que los desalojó en ataque respaldado por la artillería de campaña y los cañones de los buques de la marina de guerra. Los soldados de Batista, incontrolados, una vez más asesinaron a muchos de los ex oficiales de Machado, incluso una vez que se rindieron.
El 8 de noviembre de 1933 La Habana fue teatro de un alzamiento contrarrevolucionario de cierta envergadura, también alentados por el 'mediador yanqui', Mr. Welles. En las últimas horas de la noche del 7 de noviembre, los contrarrevolucionarios tomaron el Cuerpo de Aviación en el campamento militar de Columbia, los cuarteles de Dragones, San Ambrosio y Atarés, la jefatura y la mayoría de las estaciones de policía, la Policía Judicial, las Secretarías de Instrucción Pública, Sanidad y Comunicaciones, el Gobierno Provincial y otras dependencias.
Simúltaneamente, los sediciosos se hicieron dueños de calles, azoteas y produjeron multitud de tiroteos desde automóviles en marcha o empleando francotiradores, matando e hiriendo a muchos civiles, ajenos a los hechos. Quisieron así provocar un estado de pánico en beneficio de sus planes. Aviones pilotados por oficiales sublevados atacaron la zona portuaria. Dos de ellos fueron derribados por fuego antiaéreo gubernamental y otro se estrelló en Santiago de las Vegas.
Levantamiento de menor magnitud tuvieron lugar en Santiago de Cuba, Holguín, Manzanillo, Rancho Veloz y en el Cotorro. En el último de los sitios mencionados se produjo un encuentro con el ejército, con un saldo de 4 muertos y 20 heridos.
El ejército con la ayuda de los navíos Cuba y Patria, las milicias de pro Ley y Justicia, el Ejército Caribe - integrado por militantes del Directorio Estudiantil Universitario (DEU) - y seguidores de Guiteras contraatacaron el día 8 de noviembre, desalojando a los contrarrevolucionarios de todas sus posiciones y obligándoles a replegarse a Atarés, donde fueron finalmente derrotados, despues de fuerte cañoneo por tierra y mar. Cincuenta de los sediciosos capturados en el Castillo de Atarés fueron asesinados entre ellos Blas Hernández, un 'isleño' más, protagonista en la historia de Cuba, cabecilla de los amotinados. Según datos de la época esta intentona ultra pro-yanqui, costó un centenar de muertos y unos doscientos heridos.
Consecuencia de estos hechos y caos consiguiente, el gobierno declaró la ley marcial y el estado de guerra en todo el país.
Al tiempo, en el propio gobierno, la distancia entre Batista y Guieras se hizo más patente. En más de una ocasión el Secretario de Gobernación intentó, inútilmente, derrocar a Batista y promover a Pablo Rodríguez - el sargento iniciador del movimiento militar del 4 de septiembre - a la jefatura de las fuerzas armadas. El 3 de noviembre, en una reunión celebrada en la residencia de Sergio Campó, Guiteras presentó pruebas de la traición a los acuerdos que se fraguaba y fue desoído una vez más. Ese día se disolvió el directorio, y Batista dio algunas explicaciones ambiguas y continuó en el cargo, sin comprometerse por haber tomado parte en la conjura reaccionaria, en la que sin intervino desde la sombra y al amparo de Welles.
Por otra parte la publicidad contra el gobierno continuó arreciando, a medidas que aumentaba la inconformidad de los sectores más reaccionarios. Periódicos, revistas, radioemisoras y agencias de prensa difamaban al régimen exagerando sus dificultades y elogiaban a Carlos Mendieta �?? ex coronel del Ejército Libertador de Cuba - quien había sido previsto, por la reacción, como el candidato idóneo a los intereses de los norteamericanos y de la oligarquía criolla.
Los acontecimientos siguieron su curso negativo y el resquebrajamiento del gobierno prosiguió, estimulado también por la crisis que provocaron las sucesivas renuncias del presidente Grau San Martín, los cambios en el gabinete, la demagogia sensacionalista del mandatario USA y sus tentativas de entenderse en secreto con Washington.
Panamá, Uruguay; Méjico y España, fueron los únicos estados que reconocieron el régimen de los 'cien días'. El embajador uruguayo y Reyes Spíndola, ministro de Méjico, gestionaron un entendimiento cordial entre Grau y la oposición derechista. Los afanes conciliatorios de los diplomáticos latinoamericanos se estrellaron contra el empecinamiento rencoroso de los reaccionarios y la decidida labor antigubernamental de la embajada norteamericana.
A fines de septiembre de dicho año, el gobierno yanqui - siguiendo su propia estrategia - sustituyó a Sumner Welles por Jefferson Caffery quine, de inmediato, se enfrasco en la conducción de los hilos de la conspiración que buscaban completar la más estrecha unión entre el reaccionario Batista con la oligarquía nacional y los elementos de la extrema derecha.
Alentados y asesorados por Welles y Caffery, la oligarquía y la ultraderecha política comprendieron la necesidad de 'entenderse' con Batista. El sargento-coronel, a su vez, no perdió ocasión de acumular méritos que le hiciesen grato ante Washington y sus agentes criollos. El odio al pueblo, a los comunistas, a Guiteras - e incluso a las reformas emprendidas - fue estímulo que llevó a coaligarse a los golpistas del 15 de enero de 1934, y Welles y Caffery los artífices de esa 'concentración nacional'.
El desenlace a la par de la reorganización de la problemática cubana, se produjo el mismo día 15 de enero, al someterse a los designios de los Estados Unidos todas las fuerzas políticas reaccionarias cubanas, mientras las revolucionarias permanecían alejadas e, incluso, hotilizándose (sic) entre sí, en alguna medida.
El domingo 14 de enero de 1934, se reunió en Columbia una junta de jefes militares. A su término tuvo lugar otra segunda reunión, en la que tomaron parte Batista y algunos de sus oficiales, el presidente Grau San Martín, los miembros del gabinete y líderes políticos de los sectores adictos al régimen.
Una parte de los reunidos continuaron sus deliberaciones, posteriormente, en el Palacio Presidencial, encabezados por Grau.
Salvando las diferentes versiones históricas existentes sobre los detalles específicos en ese día, lo esencial fue que Ramón Grau San Martín renunció a la presidencia de la República al exigirle Batista que lo hiciese, asumiendo el cargo - por 24 horas - Carlos Hevia quien, a su vez, entregó el poder a Manuel Márquez Sterling el cual desarrolló una rápida maniobra y logró la exaltación - como tenía previsto el representante yanqui Caffery y lo más reaccionario de la burguesía cubana -del coronel Mendieta a la primera magistratura el 8 del propio mes y año.
A la pregunta de un periodista para que justificara la renuncia, Grau contesto: ' De un lado estaba el coronel Batista, jefe del Ejército, en representación de todas las fuerzas militares del país y de otro el coronel Mendieta, a quien se señalaba como el único hombre posible para unir a todos los cubanos nuevamente a un mismo tiempo, con su personalidad, a la revolución en marcha...�?�.
Sin dudas Grau, el bien calificado demagogo -reformista, buscaba hacerse agradable a los representantes yanquis y a la derecha cubana. Sus aspiraciones presidenciales esperarían mejor oportunidad como intuía, estaban en sus proyectos como el tiempo se encargaría de demostrar.
La transitoria y furtiva elección de carlos Hevia - un ingeniero graduado en la Academia Naval de Annapolis, ex oficial de la marina de guerra yanqui y connotado pro norteamericano - era otra tetra de los reaccionarios, pues, al proponerse a Mendieta - en la reunión de Columbia - hubo una violenta oposición a vrios miembros de la junt y, por ello, se propuso a Hevia como una transacción. Ante la oposición del grueso de los 'nacionalistas', resignados por la imposibilidad de nombrar otro presidente que no fuera Mendieta, el ingeniero Hevia cedió su lugar a Manuel Márques Sterling quien la ocupó 'para que la república no quedara acéfala', y empleo el tiempo de su interinidad en la convocatoria y celebración de la reunión donde Mendieta fuese promovido a presidente.
En la ciudad abrumada por los rumores y tejemanejes de la política del momento, a oscuras por las huelgas de la electricidad y conmocionada por los paros, Márques Sterling reunió apresuradamente a un grupo de politicastros reaccionarios formando con ellos 'un colegio electoral de emergencia' e hizo 'elegir' a Carlos Mendieta como presidente de la república en tan poco democrático acto. Los congregados por Sterling representaban a sectores políticos derechistas, entre los que se incluían algunos afiliados que no llegaban al centenar.
Caffery, procónsul yanqui en Cuba, insistía el 22 de enero en que el régimen disfrutaba del 'respaldo de todos los grupos políticos, excepto los de extrema izquierda y de algunos partidarios de Machado', y en que 'el gobierno está manteniendo el orden y desempeñando las funciones públicas gubernamentales con normalidad'.
Los gobernantes yanquis - tan dados a crear pautas sobre sus conceptos democráticos - que se abstuvieron de reconocer al gobierno ' de los cien días', no tuvieron el menor pudor para dar su 'beneplácito' a la nueva situación. El 23 de enero de 1934, a los cinco días de haberse constituido el régimen reaccionario de Mendieta, fue reconocido por los Estados Unidos.
El reconocimiento puso punto final a un capítulo de las actividades imperialistas en Cuba, y dio comienzo a otro, que se distinguió por la absoluta supeditación de los miembros del nuevo gobierno que fue gestado y elevado al poder por Washington.
El golpe militar contrarrevolucionario de enero de 1934, expulsó del poder a revolucionarios y reformistas. El nuevo gabinete - de falsa concentración nacional - estaba compuesto por los 'abecedarios', 'nacionalistas', y seguidores de Menocal y Mariano Gómez. El coronel Mendieta no pasó de ser un pelele de Batista, que a su vez lo era de Caffery.
La reacción había tomado el poder mientras que el pueblo, las masas de obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, empleados, etc., fueron desdeñosamente olvidados por todos los partícipes de la criminal conjura que desembocó en el golpe del 15 de enero de 1934. Caffery, Batista, Grau, Hevia Sterling, Mendieta, unidos los cabecillas del Directorio, del ABC, etc, hicieron y deshicieron a su antojo, acordaron intrigas, formaciones en beneficio propio, barajaron todo tipo de combinaciones y decidieron, por último, el destino inmediato del país a espaldas del pueblo y de sus legítimos intereses. Unicamente los comunistas con Guiteras y sus seguidores, intentaron arribar a un desenlace con el apoyo de las masas y en beneficio de las inmensa mayoría del pueblo cubano. Los responsables del cuartelazo tomaron en cuenta al pueblo soberano sólo para recabar el apoyo de los yanquis ante la huelga general con la que Guiteras intentó enfrentarse a los hechos, o para ametrallarle cuando protestó ante la asonada.
La soldadesca batistiana, bajo la dirección del capitán Belisario Hernández, masacró a la multitud inerme que se había congregado en los alrededores del Palacio para replicar a los golpistas. La matanza del Parque Zayas, el propio 15 de enero, dejó un saldo de varios muertos y más de 15 heridos.
Consideramos que son tres los aspectos esenciales que deben destacarse en esta fase histórica:
-La actuación de los gobernantes yanquis con respecto a Cuba - siempre sutil e hipócrita -en esos críticos años que puso en evidencia la política de FD Roosevelt, en los momentos en que el presidente yanqui pretendía 'vender' que 'los Estados Unidos habían dejado de ser imperialistas'. Por todos los medios procuró evitar la intervención directa de fuerzas norteamericanas en Cuba, que logró, - ya que tal hecho hubiera producido graves trastornos en el resto de América Latina, por la cacareada 'política de buen vecino'- y que consiguió gracias a la labor de sus representantes en Cuba y funcionarios de estado, que lograron una de las obras maestras de la diplomacia norteamericana en la época al hacer surgir el gobierno títere en enero de 1934, aunando en cerradas filas a la oligarquía cubana.
-El papel gubernativo desempeñado por Carlos Mendieta quien, desde su ascenso al poder representó el fraude y el engaño al pueblo, así como ser un fiel servidor a los intereses yanquis y de la oligarquía nacional sin escatimar hechos que van desde el asesinato político a las represiones contra los opositores.
-La muestra, con toda claridad, de las bases en que se afianzó Batista y los sargentos del 4 de septiembre, junto a los reformistas en su conjunto con la mayoría de las personalidades y colectivos políticos que tomaron parte en la conjura Welles- Caffery-Batista, traicionando intereses populares, y las consecuencias para los gobiernos sucesivos que dominaron la vida política cubana hasta el triunfo revolucionario de 1959.
Hasta 1933 el ejército cubano había sido una especie de guardia pretoriana del presidente de turno. Oficiales y soldados sirvieron a los sucesivos gobernantes bajo cuyas órdenes cometieron crímenes horrorosos, sin perder la condición de servidores públicos. En el curso de esos 30 años los militares se dieron por satisfechos con el exiguo botín que llegaba a sus manos y, mientras los políticos enriquecían, ellos se contentaban con las migajas, que no alcanzaban para constituir ni siguiera una fortuna media, salvo contados casos.
En 1934 aquella situación cambió radicalmente. Los militares se convirtieron de siervos humildes en altivos señores y, los nefastos políticos pasaron de ser los mandantes de antaño a criados de los militares de ahora. La posición y cargo a ocupar por cada 'politicastro' pasó a ser decidida por los jerarcas castrenses, quienes hasta 1933 dependieron de los políticos para su ascenso y traslado. La parte más importante de los latrocinios a la hacienda pública, y de todo tipo de ilegalidades pecuniarias, a partir de 1934, pasaría a ser controlados por la oficialidad que a su vez repartía a los gobernadores civiles y cargos de confianza del nuevo régimen. Las decisiones fundamentales, en todos los terrenos de la actividad pública y a todos los niveles, serían ahora tomadas por el oficial que actuase en el nivel y lugar donde la determinación correspondiente se hiciese.
La república cubana, supeditada y neo colonial, plagada de taras, defectos y vicios, añadió un nuevo y terrible mal a los muchos que la aquejaban: el militarismo bárbaro, irresponsable, mercenario, cruel y homicida que se había adueñado del país.
Durante 1934 y 1935 se promulgaron innumerables disposiciones legales sobre el ejército, la marina y la policía. Una depuración amplísima separó de los cuerpos castrenses a los que no resultaban lo suficiente 'gratos' a los nuevos coroneles y dejó el campo abierto el ingreso y promoción de seguidores afectos a Batista. Fueron puestos en vigor nuevos reglamentos y ordenanzas, inspirados en el espíritu y las demandas de los sargentos septembristas. Se aumentaron los haberes y soldados y marinos, multiplicándose las posibilidades para las promociones situadas en los niveles bajos del mando, aunque los altos continuaron en manos de los favoritos de la tiranía creada por Batista. Se formalizó el retiro de las fuerzas armadas y se crearon hospitales para soldados y para policías.
El armamento, bajo dirección norteamericana, fue modernizado y los arsenales quedaron abarrotados de nuevo armamento. Los asesores yanquis enseñaron el manejo de las nuevas armas automáticas y otras para la más avanzada técnica represiva. Una información que apareció en el periódico EL PAIS, de 16 de abril de 1934, dio cuenta de '...la llegada a La Habana, en avión, de expertos policías americanos, Mr Young y Mr Moore, contratados por el gobierno de Mendieta, para instruir a la Policía y al Ejército en el manejo de gases de todas clases....frente a manifestaciones callejeras'.
Pero si los militares, en 1934, sufrieron metamorfosis, otro tanto ocurriría en algunas organizaciones situadas en el campo contrario. En el propio año, el reformismo dio vida al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), fruto de la unión de Grau San Martín y sus acólitos con el Directorio estudiantil Universitario, bajo el liderazgo del astuto fisiólogo Grau - con gran acogida en la universidad habanera desde tiempo atrás -.
El PCR (A) luchó a su manera, contra la dictadura recien instaurada, que dirigía desde Miami el mismo Grau San Martín por 'control remoto', con la colaboración de otros ilustres exilados, Carlos Prío Socarrás, Tony Varona y seguidores. Esta agrupación nacional-reformista, con tintes demagógicos, incidió negativamente en la vida cubana durante muchos años, a decir del historiador cubano Cantón Navarro.
Por su parte, a partir de junio de 1934, el partido pro fascista ABC pasó a la oposición al abandonar la alianza gubernamental y se propuso intentar el derrocamiento del régimen con el propósito de sustituirlo por una 'dictadura de su signo', por aquellas fechas de moda en algunos países de Europa. La atomización de sus enemigos -agravado por las diferencias ideológicas existentes entre revolucionarios, reformistas y fascistas - resultó de gran utilidad a la dictadura, contribuyendo a su misma supervivencia y gestión antinacional.
También a principios de 1934, en una organización llamada TNT, Antonio Guiteras - quien comenzó, inmediatamente después del golpe del 15 de enero, a preparar la guerra civil revolucionaria - aglutinó a buen número de revolucionarios quienes hostilizaron a la dictadura mediante el sabotaje y golpes de mano. A mediados de este año, Guiteras consideró que ya la TNT había cumplido sus limitados fines y que había que disolverla para crear una organización de mayor perspectiva y amplitud. Utilizando la TNT había nucleado hombres, rehecho contactos, fogueado gente y logrado que muchos comprendiesen que sólo con las armas era posible combatir con éxito a la tiranía impuesta.
En esa época el prestigio que ganó Guiteras durante el citado periodo, machadato, y en el gobierno de 'los cien días', se incrementó notablemente. Ya nadie discutía su jerarquía de líder revolucionario de primera magnitud. Era respetado por sus amigos y por los mismos enemigos y sus simpatizantes se incrementaba por decenas de miles. La popularidad de Guiteras era extraordinaria y por la coyuntura histórica que pasaba Cuba le obligó a crear el partido La Joven Cuba en mayo de 1934. En la Secretaría de Gobernación, durante su permanencia en el gobierno, consiguió la amistad y la admiración política de los obreros que acudían a la Secretaría, y a la misma Gobernación, dado la confianza que el les dispensaba.
La Joven Cuba extendió con prontitud sus entramados por las seis provincias existentes entonces en Cuba. Su objetivo era derribar aquel gobierno impuesto y no respetado por los cubanos, para restablecer un gobierno revolucionario que transformase la estructura colonial existente en el país. Desde el mismo instante de la fundación del nuevo partido político se comenzaron los preparativos para desencadenar una auténtica guerra civil revolucionaria. Para ello reclutó a millares de compañeros a los que adoctrinó en la lucha, hasta que pronto cometieron sabotajes y atentados personales. A través de colectas y expropiaciones, recaudó armas y adquirió una finca en Méjico para convertirla en campo de entrenamiento.
La tesis insurreccional de Joven Cuba planteaba el inicio y desarrollo de la guerra revolucionaria, pasando por sucesivas fases con el apoyo de un aparato clandestino que golpease al enemigo en las ciudades y en su retaguardia. Las hostilidades debían secar a la llegada por Oriente del propio Guiteras al frente de la expedición proyectada desde Méjico. El mismo gustaba llamar a su proyecto de ataque y a su esquema militar-revolucionario como el Plan de Oriente, imbuido en el espíritu revolucionario de la época, tomando modelo las revoluciones rusa y la más próxima de Sandino en Nicaragua, a más de su experiencia adquirida en la lucha contra Machado.
La Joven Cuba estaba dirigida por un Comité Ejecutivo Central, al que estaban subordinadas las direcciones provinciales y las variadas comisiones encargadas de orientar el trabajo de los distintos frentes ( Comisión Nacional de Acción, la Comisión Nacional Técnica Insurreccional, la Obrera, la Obrera, la de Propaganda y la Sección Femenina), que coordinaba Antonio Guiteras como líder máximo de la organización.
Al frente de cada provincia había un jefe con su ejecutivo, como más tarde en otra revolución de mayor trascendencia aún, patrocinada por Fidel Castro, la estructura organizativa persistía, puesto que:
Faustino Pérez Hernández, hijo de descendientes oriundos de Los Llanos de Aridane en la isla de La Palma (Canarias), formó parte de los 83 expedicionarios que desde Méjico llegaron a Cuba a bordo del pequeño yate 'Granma'. Fue designado por Fidel Castro como miembro integrante del Estado Mayor desde la temprana fecha de diciembre de 1956, cuando se acordaba el desembarco militar de la expedición y para organización de la misma. Posteriormente mientras Fidel y otros revolucionarios luchaban en la Sierra Maestra, Faustino ocupaba la jefatura del Movimiento en el llano con jurisdicción sobre la lucha clandestina que tenía lugar en varias ciudades cubanas hasta los sucesos de la huelga de abril de 1958. Finalizó la guerra contra Batista con el grado de comandante que es la máxima graduación militar existente en Ejército Rebelde cubano.
La milicia estaba agrupada en escuadras militares, de 8 hombres cada una, subordinadas al distrito correspondiente.
En los primeros meses de 1935, la organización contaba con unos quince mil miembros en toda la república, controlados y cumpliendo las tareas asignadas con total disciplina. El grueso de los dirigentes, cuadros y militantes de Joven Cuba pelearon heroicamente contra la primera tiranía de Batista; mantuvieron incólume la honestidad durante los gobiernos auténticos, posteriores; combatieron contra el asesino de Guiteras entre 1952 y 1958 y hoy en día figuran entre los elegidos como cargos en la revolución de Fidel Castro. Muchos de ellos marcharon a España, a luchar contra el fascismo imperante y como bando de una guerra civil, perdiendo la vida algunos, e incluso tras haber alcanzado grados en el ejército republicano, tal el caso de Alberto Sánchez y Rodolfo de Armas.
El programa de Joven Cuba, postulaba medidas tendentes a la defensa y afirmación de la soberanía nacional; la reforma agraria,; el rescate de los bienes malversados; la solución del problema educacional, el de salud pública y el de la vivienda de los obreros y campesinos, carentes de ellas; la industrialización, el desarrollo del comercio exterior en beneficio del país y la creación de la marina mercante nacional; la igualdad plena de la mujer y el negro así como la defensa de los derechos de los trabajadores entre otras medidas en proyecto.
Aspectos parciales de la tesis doctoral del autor:
Cuba en la prensa canaria (1934-62). Antecedentes y Revolución.
Fondos biblioteca de la Universidad de La Laguna (España)