sábado, 27 de abril de 2024

POR CELIA

Las Irenes, de Granada a Montevideo… una saga que sigue

Argentina IRENE. Hoy madre e hija comparten su radio Emociones web
rene Acosta Alfonzo y su hija Matilde en Radio Emociones, en la actualidad

Las Irenes, de Granada a Montevideo… una saga que sigue

"Mi historia es un viaje de una guerrera, pelee contra los molinos de viento como el Quijote y aprendí a ser feliz como pude"Irene Acosta Alfonzo

“Tuve una familia matriarcal, por eso debe ser que repitieron las historias miles de veces hasta que quedó grabada en nuestra piel, sangre y huesos”. Con esta frase, Irene me atrapó en la suya, la de muchas Irenes, que estaban destinadas a vidas con destellos de Macondo. 

Empaticé con Irene Acosta Alfonzo desde que la conocí, no era difícil que esto sucediera, porque tenía un aspecto angelical, dulce y sereno, de una persona que ha tenido una vida sin altibajos, con suaves ondas, nunca una tormenta. ¡Cuánto me equivocaba! 

Un día, sin preámbulos, me dijo que necesitaba contarme su historia- seguro que te llevará a escribirla- adivinó.  

Por entonces  desconocía que su vida era una mandala, tampoco recordaba a Cortázar y su  Morelliana, pero me sentí atraída adentrarme en ese laberinto.  

Y lo hice, leyendo lo que, por no poder hablarlo, se animó, de a poco, con tropiezos e interregnos, a escribir y escuchando cuando la compuerta se abrió y pudo entregar su palabra hecha voz. 

Fue en Andalucía, en Acula, un pueblecito blanco, donde su tatarabuela Rita se casó con un hombre que, carente de salud y de riquezas la llevó a convertirse en el sostén de la casa. 

-Era una mujer fuerte, capaz de criar a varios hijos, entre los que estaba la primera Irene, mi bisabuela. Rita hacía todo lo que fuese necesario para sobrevivir, si era lícito. Comerciaba entre su pueblo y Granada, la ciudad más cercana. Llevaba los productos que le ofrecían los vecinos para vender y compraba en la ciudad sus encargues. Salía en un burro por la madrugada y ella, que era la hembra, - contradiciendo al poeta- llevaba el arreo por el camino.  

II

No resultó extraño que Irene Delgado, la hija de Rita, tuviese ese coraje que la distinguía entre las de su edad. Fuerte y decidida, se enamoró de José, un joven a quien muy pronto enviarían a la guerra de Cuba, a finales del siglo XIX, donde murió.

Irene Delgado conservó ese duelo toda su vida, el amor que no pudo ser la acompañó, tal vez porque idealizar al ausente, al que nunca volveremos a ver, es lo que naturalmente sucede, y en cuestiones del corazón más. 

Al principio pensó en mantener la soltería en ofrenda a su amor, que había dejado la vida en los campos de batalla de Cuba, última posesión española en América.

Sin embargo, cambió de idea porque soltera tendría que vivir con una de sus hermanas y su cuñado, como una agregada. No era ésa su idea de la repitió así la suerte de su madre, Rita.

Argentina IRENE. la bisabuela Irene web

La bisabuela Irene

El elegido se llamaba Rafael López, natural de Acula, y era también un hombre sin ímpetu. Irene decidió rápidamente noviazgo y boda, familia y futuro. 

Su temple se daba a conocer enseguida. Cuando el sacerdote le pidió dinero por cada adorno que pondría en la iglesia,  montó en cólera y le advirtió que si tenía que pagar …¡viviría en la ilegalidad! Ante tamaña amenaza, el cura, horrorizado de la posible vida en pecado, aceptó casarlos e incluso les puso flores, alfombra y misa de esponsales. 

Así fue que con su sangre árabe, predominante en el Sur de España, logró conseguir eso y muchas otras cosas que necesitó en la vida. 

-Regateaba como una mora, y pasaba de la risa al llanto en un suspiro, cuenta esta Irene, describiendo a aquélla, la que le legó el nombre y mucho más.  

Argentina IRENE. el tio Rafael a avanzada edad web

El tío Rafael, a avanzada edad

-Al nacer el primer hijo lo bautizó José, en homenaje a su amor muerto en la guerra, sin oposición alguna de su marido, Rafael, que sabía su historia y era incapaz de contradecirla. 

-Sonriendo ante los arrebatos de su esposa, advertía a los amigos:  “Ay, mira, ten cuidado con ella, que esta mujer, si me descuido, me pega a mi!” 

-E Irene, con el gracejo propio de su tierra, reía muy fuerte y le lanzaba: “me hartaré de bailar en tu sepultura”. Era todo un personaje, irreductible, seductora como Sherezade, la mora que relata interminables cuentos en las Mil y una noches y bravía como las que quisieron defender Granada.

-Ella parecía cantar con las palabras, esas haches aspiradas, sonido a jota, que caracterizan a los andaluces y tenía la sonrisa lista al tiempo que el baile. 

-Rafael mereció que el segundo hijo llevara su nombre, luego vendría otro varón, José Manuel y por último una niña: Encarnación, "mi  inolvidable abuela”- según recuerda la Irene de hoy. 

Argentina IRENE. la abuela Encarnación webLa abuela Encarnación

-Aquélla se ganaba la vida con un taller de lavado de ropa. Los cuellos duros, blancos, de los señoritos se alisaban  con la plancha de carbón. No escatimaba horas ni sentía las grietas de sus manos provocadas por el agua jabonosa y la lejía, ni las quemaduras que, invariablemente, no podía evitar cada atardecer de planchado. 

-El negocio tenía muchas clientas y de buena posición. Una de ellas le contó que su marido había emigrado a América, a Uruguay, y que en poco tiempo estaba logrando un buen pasar. Con los años sería el dueño de una empresa de transportes, Manuel Giras.

Cuando los hijos estaban creciendo Irene escuchó que enrolaban a jóvenes, casi niños, para la guerra en África.

-Yo no los parí para que mueran en las batallas. Bastante tengo con haber perdido a mi amor, a mi José, en Cuba. Otro no lloraré. Y recordando los comentarios de su clienta, levantó sus petates. 

Rafael, callaba y aceptaba a esa mujer que era todo fuego, y que le había confesado “por quien doblaban sus campanas”. 

-Planeaba llegar a Argentina, le atraía más que Uruguay, porque la sabía más grande. Ella, que jamás había salido de su pueblo, quería el mejor destino.

Arregló el viaje, no sin dificultad, ya que el gobierno español le permitía sacar sólo 40 pesetas - o duros, no sé bien, dice Irene, buscando en su memoria, pero segura de que era una pequeña cantidad. Acomodó  los enseres principales en un baúl y se subió con su marido y sus hijos en el barco, el León XIII. 

-Uno de los niños murió en el viaje o antes, no lo sé con precisión, retoma Irene. Llegó a Montevideo en 1911, con los otros tres, entre los que estaba Encarnación, tenía un año de vida y un mes pasado en el mar.  

-El barco se acercó al puerto, un estuario natural sin ninguna construcción, dejaría  el correo y seguía viaje a Buenos Aires, hacia donde Irene esperaba llegar. 

 -Pero Manuel Giras, el marido de la clienta, había recibido la carta de su esposa en dónde le contaba que un vecino estaba viajando con su familia. El hombre, solidario con sus paisanos, se acercó a la orilla y llamó a voz en cuello: ¡Rafael Lopez!!!, 

-Así fue como Rafael y familia bajaron del barco en Montevideo. 

Argentina IRENE. 1911. recien llegados a Montevideo Irene , Rafael y sus hijos, José, Rafael y Encarnación web

Recién llegados a Montevideo, año 1911

Es entonces cuando noto que la voz de Irene se quiebra, los ojos sonríen pero unas lágrimas surcan sus mejillas y,  como disculpándose, me dice:

-Cada vez que cuento esto se me forma un nudo en la garganta y lloro…

Es que me emociona mi bisabuela Irene, ella amaba a su América, como la llamaba, un día contó que había soñado que regresaba a España y se desesperaba en esa pesadilla, tanto que subía al burro y le pegaba con los talones al animal para que apurara el paso y la devolviera a su América. A ese Montevideo que la había decepcionado, al principio,  porque era una ciudad chica de casas bajas, ella imaginaba una como Buenos Aires.

Tal vez esa última visión  en la gran ciudad española, camino al puerto para irse de su tierra, le dejó aquella impresión de los edificios altos, con mayordomos en las puertas. Nos contaba que esa fue la primera vez que vio un hombre negro, y que luego en Uruguay,  donde había numerosa población de ese origen, ya no le llamaron la atención. 

III

-Fueron a vivir a una pensión de la calle Chaná y mi bisabuela retomó el lavado y planchado de ropa como trabajo, ya no desde su negocio propio, sino como empleada, con menos comodidades. Pero se ganaba el sustento. 

Rafael era constructor, y muy bueno por cierto, pero no duraba en ninguna obra porque se peleaba con otros obreros, muchos de ellos italianos, o discutia por cualquier minucia... en fin, tal como él mismo decía, con su inalterable acento andaluz: - "Al mal oficial todo se le vuelve mocos y sudar y preguntar qué hora es para ir a comer"

Sin embargo con el esfuerzo y el empuje de Irene lograron comprar un terreno y el abuelo Rafael construyó la clásica casa “tipo chorizo”, con patios, en la calle Pedernal, en Montevideo, e incluso con el tiempo hizo algunos departamentos  para alquilar, sabían que había que completar los ingresos para la vejez. Criaron bien a sus hijos, para que pudieran desenvolverse y cada uno eligió diferentes caminos. 

IV

Uno de ellos, Pepe, también fue constructor, a otra escala, se dedicó a realizar  edificios y vivió bien, se casó con Margarita y tuvieron 2 hijos, el varón murió de difteria cuando era chico y la hija vivió largos años, mal casada por cierto. La voz de Irene va dibujando los personajes en mi imaginación, y sin darme cuenta estoy viviendo esas historias que se entretejen en una trama sin fin. 

-El otro, Rafael, quedó soltero. Un bohemio, estudioso, se recibió de traductor público, dominaba muchos idiomas, incluso lenguas muertas como el sánscrito. Se dedicó al estudio de todo lo relativo a culturas orientales. Apasionado de  la política, fue defensor de los jubilados, escribió varios libros, de los cuales yo no conservo ninguno porque se fueron perdiendo en las reiteradas mudanzas. Jamás tuvo dinero ni lo necesitó, fue feliz entre la lectura y las largas reuniones de café en la bohemia literaria uruguaya.

Argentina IRENE. Myrta y sus padres en la playa en Marindia, Canelones web

Myrta y sus padres en la playa de Marindia

La única hija, Encarnación, mi abuela, fue una mujer parecida a su madre en algunos aspectos, pero con muchos mandatos, lo que le coartaba la libertad, Irene fue de avanzada, una feminista que no conocía el término, pero que lo ejercía. Era tan libre, que fumaba, bebía alcohol, salía sola y se sentaba en un bar a tomar lo que fuera. Encarnación, en cambio era pacata y no se animaba a casi nada. Fue una gran comerciante, tuvo tienda y mercería, rubro que estaba en general en manos de los judíos en Uruguay, y era tan buena haciendo negocios que ellos, en general muy encerrados en su grupo, la invitaban a convertirse. Siempre que la evoco me divierten esos aspectos contradictorios, aparentemente, de su personalidad. 

Mi abuela amaba la lectura, la música, el cine, todo le gustaba pero poco disfrutaba por sus miedos. 

Argentina IRENE. abuelo Higinio, esposo de Encarnación web

El abuelo Higinio, esposo de Encarnacion

Se casó con un hombre serio, austero, estructurado, proveniente de una raíz árabe lejana. Había nacido en la zona rural  uruguaya en 1899, era un caballero elegante y fino, distinguido, educado, y autodidacta. En el campo apenas aprendió a leer y escribir, pero se formó solo de un modo exquisito, iba a las sesiones del Parlamento y leía todo lo que podía de política y de cualquier tema que lo interesara. Tenía ideas comunistas o del anarquismo, pienso que era un hombre de ideales que soñaba con los principios de igualdad y justicia entre los seres humanos. La serenidad y sabiduría lo caracterizaban.

Argentina IRENE. Myrta en el Rosedal de Montevideo web 

Myrta en el Rosedal de Montevideo

Tuvieron 2 hijos: mi madre, Myrta, aparentemente le puso el nombre de una novia que amó mucho y se mató por él en la puerta de su casa antes de casarse con mi abuela; y el varón, mi tío, se llamó Néstor, quien fue médico, psiquiatra y psicoanalista. Excelente profesional, revalidó el titulo en cinco países europeos porque se fue al exilio en la dictadura uruguaya ya que se había comprometido al atender a  militantes de la izquierda, prófugos por entonces de los militares.  

Estaba en pareja con una joven que participaba de la guerrilla, por lo cual terminó viviendo en Suecia y tuvieron un hijo: Rafael.

Argentina IRENE. casamiento de sus padres, Artigas, Myrta, sus abuelos Encarnaciòn e Higinio y Néstor el hermano de Myrta

Casamiento de Myrta, con sus abuelos Encarnación e Higinio

A esta altura  Irene se sonríe y dice que ella y su primo fueron quienes “quedamos sosteniendo el nombre de nuestros bisabuelos.” 

Argentina IRENE. Encarnación, Myrta, Irene y la pequeña Irene. todas las mujeres de la saga web

Encarnación, Myrta, Irene, e Irene bebe

Es la saga de las Irenes y los Rafaeles, que llegó desde el reducto granadino, símbolo de la fuerza de un pueblo y arribó a la orilla oriental del Río de la Plata, con la misma visión de autonomía y diversidad. 

Celia Otero, Octubre 2021.

Argentina IRENE. Sus padres con ella bebé. web

Los padres de Irene con ella bebé