"Ninguna mujer debe conformarse con ser solo una sombra del hombre, sino brillar con luz propia". Bajo esta consigna de Emilia Pardo Bazán el Centro Lalín, Agolada y Silleda de Buenos Aires conmemoró el día de la mujer.
“Las mujeres destacadas no son solo las que trascienden y logran popularidad, son las que representan al colectivo de los valores que nos legaron las que se atrevieron a lo que la vida les impuso”.
El viernes 15 de marzo la Comisión Directiva del Centro Lalín, a través de la subcomisión de Cultura, convocó a un grupo de mujeres que representaran la diversidad del colectivo femenino para rendirles homenaje y destacarlas. En el evento primó la emotividad que destilaba del enunciado de los valores que tantas mujeres emigradas trasladaron a este lado del Océano.
Generaciones, estilos, profesiones, vocación y accionar, todo en ellas era diverso, pero las hermanaba el ser mujeres, gallegas o descendientes, con la maleta aún abierta y sus recuerdos a flor de piel o con la imagen de sus madres y abuelas marcando el ritmo, abriendo paso, a la manera de la tierra gallega, con sutileza.
En un acto sencillo, promediando la tarde del tardío verano del hemisferio sur, el presidente José González Costa, el secretario Fernando López Pereira, otros directivos y las integrantes de la subcomisión de Cultura dieron lectura a las motivaciones de la nominación.
El público asistente, numeroso y entusiasta, con una actitud de respeto que demostraba que estaban allí para acompañar y aplaudir a las destacadas, dejaba paso a quienes se acercaron al micrófono y, al agradecer, aunque no se lo propusieran, dejaban caer las palabras que en el fondo de su corazón habían anidado hasta ese día.
Artistas plásticas, periodistas, cantantes, bailarinas, documentalistas, profesoras, profesionales varias y directivas de asociaciones de la colectividad; o solidarias mujeres que están donde hay que estar sin preguntar, manteniendo el fuego se fueron acercando al ser
nombradas para recibir su diploma.
Las mujeres reconocidas por la entidad se iban nombrando... “Ana Cacopardo - Rocío Carbia López- Rocío Del Cielo- María Carmen Castro Piñeiro- Beatriz Lagoa Veiga- Milagros López Puente- María Núñez- Patricia Ortiz- Viviana Pazos Martínez- Graciela Pereira- Carmen Rodríguez Penas- Mariana Ruiz- Carolina Silva Arandia.”
“Toda distinción supone elegir, y siempre nos quedamos con sabor a poco pero buscamos que aquellas mujeres que pueden o no trascender en popularidad la puerta de su casa, o la intimidad familiar, recibieran el reconocimiento que merecen. A las que se se destacaron en las actividades más visibles y también a las anónimas, las que cultivaron sobre la piedra, lavaron en agua helada de las fuentes y mantuvieron el fuego de “la lareira” cuando los hombres emigraron. A las viudas de los vivos, a las que enterraron a sus muertos, a las que no supieron más de ellos, a las que se subieron a un barco sin más equipaje que lágrimas y esperanzas. A mi madre y a la tuya”.
Con estas palabras quedaron definidos los parámetros de selección, el resto fueron aplausos, abrazos, agradecimientos, fotos, encuentros, nuevas redes, búsqueda de coincidencias y de espacios para seguir generando gallegos, nacidos donde sea.
El evento culminó, como no podía ser de otra forma, con un brindis. Y lentamente, las más de cien personas que se habían reunido para felicitar a estas mujeres destacadas fueron desgranando sus pasos por la calle Moreno, sin prisa como debe ser, con fuerza, como no debe dejar de ser. “Para que se sepa que aquí estamos, somos mujeres, gallegas y capaces de seguir luchando por la paridad de derechos”.
En varios círculos la pregunta acerca del matriarcado o patriarcado de Galicia es un tema a resolver. Alguna vez escuché la mejor definición: En las casas gallegas manda el hombre, pero el barco lo conduce la mujer. Conclusiones a gusto del lector.
Celia Otero Ledo