Libertad Pérez, Anita Fernández, Francisco Sieiro, y Amado López, los cuatro emigrantes asturianos de la Operación Añoranza se despiden del Principado tras doce días recorriendo Asturias y de reencuentros con el pasado, familiares y amigos en sus lugares de origen.

No haber regresado a Asturias en los últimos diez años y ser mayor de 65 años, son dos de las condiciones imprescindibles para optar a una de las 8 plazas que ofrece el Gobierno del Principado de Asturias  para ser beneficiario de este programa. A la convocatoria de esta última edición, que se recuperaba tras la pandemia, acudieron cuatro emigrantes: dos hombres y dos mujeres de entre 75 y 89 años, que residen en Venezuela y Argentina y son oriundos de Cabrales, Morcín y Grandas de Salime, concejos que les han abierto los brazos y el corazón en recepciones cargadas de emotividad. 

A las pocas horas de aterrizar en Asturias, Anita Fernández fue recibida junto a sus tres compañeros de viaje por la vicepresidenta del gobierno, Gimena Llamedo, e inmediatamente visitaba Morcín. Hacía la friolera de 74 años que no regresaba. Con apenas 4 años, en 1950, dejó su casa y en compañía de su familia partió rumbo a la Argentina. Un largo viaje a bordo del mítico buque Esperanza. Hoy apenas recuerda el hogar que dejó tras de sí.  Nada más llegar al Nuevo Mundo su familia se instaló en Rosario, y después en Mar del Plata. Lo que permanecen nítidos en su memoria son los desvelos de sus padres por sacar adelante a la familia. “Mi papá trabajó, mucho, muchísimo para darnos una buena vida”, declaraba emocionada nada más llegar al Principado, del que semana y pico después le cuesta despedirse porque este viaje reconoce que le ha despertado muchas emociones."Ver la casa donde nací, reencontrarme con mis tíos y primos, recorrer la casa de mis padres me hizo sentir que de algún modo estaba allí con ellos", asegura tras dar la vuelta a una Asturias que "encuentra distinta, más linda", aunque Busloñe apenas ha cambiado "lo he encontrado igual, me sentí nuevamente en casa".

La felicidad que expresa Anita por lo vivido en los últimos días y el deseo de volver y quedarse para siempre es compartida por el resto de compañeros. Es también el caso de Amado, que con siete años dejaba su Grandas de Salime natal, en el lejano occidente, para embarcarse rumbo a América. Acaba de cumplir 80 y durante estos días le han inundado a borbotones los recuerdos de una infancia “espectacular” en su pueblo, de días de feria y cosecha, también de fiesta. Fugazmente lo ha podido revivir durante su visita al concejo el pasado 12 de octubre, en un día tan especial para España pero mucho más para América Latina, donde a pesar de tantas luces  y sombras celebran el día de la Hispanidad con entusiasmo.

Recuerdos compartidos por Libertad Pérez de 89 y Francisco Sieiro, ambos oriundos  de Cabrales, que tuvieron al igual que sus compañeros la oportunidad de visitar su concejo y de recibir el calor de sus vecinos. Feliz y agradecida se confiesa Libertad, tras más de seis décadas en Venezuela a donde emigró con 29 años tras haber conocido la dureza del trabajo en los negocios de hostelería de la familia en Poncebos, para casarse con su novio de la juventud que la esperaba en Caracas. Sus vínculos son muy fuertes con el concejo y con su familia cabraliega a la que pudo abrazar durante su visita al municipio.

La sensación de pertenencia a un territorio del que se siente parte, a pesar de vivir entre dos mundos y con un océano de por medio, aflora en los primeros minutos de conversación con Francisco, socio fundador del Centro Asturiano de Caracas y presidente de su Fundación, que ni olvida, ni renuncia a retornar a su Escobal natal. La crítica situación política, económica y social que vive Venezuela, un país que los acogió con los brazos abiertos y donde pasó años “maravillosos” hace mucho que es insostenible. Miles de compatriotas, entre los que están sus hijos han abandonado el país para siempre. El siguiente espera ser él y su mujer.

Con el corazón cargado de emociones, del cariño expresado por el propio presidente del Principado, Adrián Barbón, con quien se reunieron en Oviedo, y tras diez días de vivencias inolvidables junto a la directora general de Emigración, Olaya Romano y la presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas, María Antonia Fernández Felgueroso, que no los perdieron de vista ni un momento, estos cuatro asturianos vuelven a hacer la maleta para regresar a los países que un día los acogieron y donde construyeron un hogar y una vida, con la promesa de no olvidar sus orígenes ni a una tierra, que aunque es pequeña también es infinita y de la que resulta imposible despedirse porque como dice la canción: “Adiós con el corazón, que con el alma no puedo. Al despedirme de ti, al despedirme me muero”.