Un día de enero de 1971, mi padre caminaba por una calle de Muras, cuando vio a un hombre en la puerta de su casa y le dijo ¿cómo estas, tío? el gallego le respondió "Bien, hombre". Mi padre le dijo entonces: "Soy el hijo de tu hermana, la que emigró en 1929, la que murió llorando por volver".
Se inició así la costumbre familiar de "volver a Galicia", cumpliendo el anhelo de quienes no pudieron hacerlo.
Este año viajamos mi hermana María Inés y yo, y nos recibieron cálidamente Balbina, prima de nuestra madre, y su familia. Con ellos, en su casa de Cebreiro, en A Coruña, pasamos horas memorables en las que hablamos de Galicia y de América, de los que están y de los que se fueron. Visitamos las ruinas de la casa en la que nació nuestro abuelo Martín Rouco Viña, la iglesia y el cementerio. Compartimos historias de aquí y de allá de los Rouco, los Viña, los Salvado... de los González, los Corral y los Novo.
Por medio de internet, otros familiares participaron de la reunión y aportaron sus puntos de vista y sus emociones, en estos momentos que no olvidaremos y que agradecemos desde lo más hondo de nuestros corazones, que desde Buenos Aires aprendieron a amar a Galicia.