lunes, 29 de abril de 2024

Alma Gallega. Una gaita para Daniel

Daniel Pazos GRUPO DE GAITEROS web

La historia de Daniel Alejandro Pazos se remonta a Campañó, en Pontevedra y a sus bisabuelos. En especial su bisabuela Ramona González, quien resulta ser la heroína por antonomasia para Daniel, quien  la describe como una mujer fuerte, inteligente, emprendedora que logró echar fuera de su casa a su marido, el bisabuelo, que gustaba demasiado de las mujeres. Y luego de convertirse en “sardiñeira” con la cesta en la cabeza de la lonja a las casas de las aldeas , para alimentar a sus cinco hijos, resuelve emigrar a Argentina, porque sabe que es la única manera de sobrevivir.

Ramona dejó a sus niños al cuidado de una prima, arribó a Buenos aires y fue personal doméstico en una importante casa de la aristocracia porteña de principios de siglo. Antes de reclamarlos procuró la compra de un terreno y 5000 ladrillos, con los que construyó, con visión empresarial, 7 habitaciones. Cuando terminó la casa reclamó y pagó los pasajes de los niños -en dos tandas.   Ya funcionaba su casa como un conventillo, ellos usaban una habitación y rentaba las otras seis a los paisanos que llegaban por centenas.

Siguió trabajando en el servicio de la casa de sus empleadores y se jubiló como ama de llaves, pero en tanto ya había contratado a una joven ourensana, recién llegada, para que le ayudara en su casa de la calle Monte Dinero entre Cachimayo y Asamblea.

Amparo, que así se llamaba la joven paisana, pronto cayó bajo el sortilegio amoroso de Manuel, uno de los hijos de Ramona, quien en poco tiempo le dejó su semilla. Doña Ramona, cuenta Daniel admirado, se impuso ante su hijo y le advirtió que no podía escapar a su obligación. Así nació Alejandro, único hijo de la pareja y padre de Daniel, quien lo relata como si fuese una novela en episodios. Es notorio que admira y ama a su familia. Reafirma que dentro de ella recibió su galleguidad, su amor por la tierra que no lo vio nacer, pero que el iluminó con su música.

La vida sufrida y azarosa de su bisabuela, Ramona, la mítica heroína, vuelve una y otra vez a su relato, fue una mujer que sufrió cuanta pérdida puede recaer sobre un ser humano. Un hijo y una hija fallecidos en la juventud, dos nietos pequeños para terminar de criar, una hija que fue “secuestrada” por un proxeneta del bajo Flores, a la que hubo que rescatar, y tantos dolores que la golpearon pero nunca la derribaron. Era como un carballo.

Daniel Pazos con su abuelo Manuel
Daniel Pazos con su abuelo Manuel

La figura masculina que Daniel rescata como modelo es la de su abuelo Manuel, (el que se casó con la ourensana Amparo); de él admira su capacidad emprendedora y resalta que fue quien se vinculó con la colectividad de manera extrema, tanto con los paisanos como con las instituciones y así el niño y adolescente se educó en la cultura gallega, asistiendo con su abuelo al Centro Pontevedrés , del que era socio y fue presidente.

Mi abuelo conocía a los grandes personajes del exilio y de la colectividad de entonces, Como el propio Castelao, en parte por sus trabajos, que los tuvo muchos y variados. Finalmente el de Rematador, vinculado con bares y restaurantes, fue el que lo conectó con la paisanada. Más tarde emprendió y puso en marcha el mayor Bazar Gastronómico del país, el que fue administrado por Alejandro, el padre de Daniel.

Es que mi abuelo fue un personaje, estudió en la Pitman que era una academia para enseñar mecanografía. El, que no había terminado la primaria, pues emigró a los 10 años, se inscribió en ese famoso, por entonces, establecimiento y allí aprendió y mucho. Fue contador de personas en los cines, (el que controlaba los billetes de la taquilla), ayudante de verdulero y luego estuvo en los remates de los bares y fondas que quebraban o se vendían. Entonces junto a otros vecinos de su aldea y de otras de la comarca formaron el Centro Pontevedrés. Formaron la Agrupación Breogán y se asociaron, por un tiempo, en la Federación de Asociaciones Gallegas, y tenían un local en la calle Sarandí al que concurría Daniel casi todos los días, pues sus padres integraban la coral Rosalía de Castro; de hecho allí se conocieron.

Entre Estados Unidos e Independencia, evoca Daniel, como volviendo a ese tiempo y lugar. También compraron, desde el Centro Pontevedrés, un solar en zona Norte, en Malaber y Av. Del Libertador, pero lo dedicaron a lo deportivo, recreativo y social. La sede de Sarandí era la que yo frecuentaba casi a diario, pues cuando no iba con mis padres lo hacía con mi abuelo, que murió en 1982. Por suerte pudo antes ver formada con su iniciativa y la de otro grupo de comprometidos miembros de la colectividad, la Asociación Gallega de Buenos Aires, que reunió junto al Pontevedrés, el Centro Coruñés y luego el Orensano. Después se formó una comisión, que también lo tuvo como miembro, que trabajó por la fusión con el Lucense, cuya sede de zona norte es hoy el Centro Galicia. Esto se produjo en 1978; mi abuelo pudo asistir a todo el recorrido institucional, además fue uno de los fundadores y administrador del Hogar Gallego para Ancianos.

Mi otro abuelo, Plácido, fue el más humilde y sencillo trabajador que puedas conocer; de él recuerdo sus virtudes y su cariño siempre dispuesto a darlo a manos llenas.

Bueno Daniel, le digo, pero hemos hablado de tu genealogía, y no de tu persona que eres el protagonista de esta conversación.

Nací, como es de suponer, en el Centro Gallego, el 9 de noviembre de 1963; fui el hijo “del medio” de cuatro. Es decir, mi hermana mayor, Viviana Pazos, actriz, que actualmente colabora con el grupo de  teatro en el Centro Galicia  y es la directora de Cantareiras de la Fundación Xeito Novo de Cultura Gallega; después yo, con mi música, y más tarde dos mellizos que incursionaron un tiempo en lo musical pero luego uno se fue a radicar a España y el otro a La Plata.

Durante unos minutos discurrimos acerca de las canciones que impregnaban los bailes y encuentros de los paisanos emigrados. No siempre folklore gallego, coincidimos ambos, muchas veces eran los temas españoles, pasodobles o andaluces en voces que se hicieron muy famosas por estas tierras.

Era la copla española que se imponía, dice Daniel, como una marca España logró que el mundo la conociera por esos ritmos; fue el sello de la España exterior, y los emigrados tuvieron mucho contacto y aprecio por esos ritmos y pedían en los bailes los temas más populares, a cuyo ritmo bailaban y se emocionaban.

Mis padres, Alejandro y María Ofelia, vivían en el barrio de Boedo; cuando yo nací ya tenían una casa grande y estaban en buena posición, mi papá, como te dije, tenía el Bazar Gastronómico.

Yo escuché música gallega desde la “panza” de mi madre, pues ellos estaban en la Coral Rosalía de Castro; eso era para mí la cotidianeidad. Además iba todos los días al Centro Pontevedrés como mis padres o mi abuelo. Recuerdo los grandes carnavales de la calle Sarandí del Pontevedrés. Por parte de mi madre tengo una abuela asturiana, y ella llevaba sus hijas allí, porque sabía que tenía que “colocar bien a las niñas” y en esos sitios había candidatos que eran de trabajo y de bienestar, y a eso apuntaban.

Daniel PAZOS ASOCIACION ROSALIA DE CASTRO. ENTRE LOS PEQUEÑOS DANIEL Y SU HERMANA VIVIANA
Daniel Pazos en la Asociación Rosalía de Castro. Entre los pequeños están Daniel y su hermana Viviana

Le pregunté a Daniel Pazos, por su formación musical.

He escuchado Daniel de tus virtudes como gaitero en especial y músico en general, por eso me intriga saber dónde te formaste o si todo ha sido de oído y autodidacta.

Bueno, me dijo, ya sabes que desde el vientre de mi madre se escuchaba muy bien el coro y yo nací con esa música en el alma, luego aprendí “con los viejos”; me sentaba con ellos y tratando de pasar desapercibido, los escuchaba hablar de lo que les gustaba y de lo que no, de las historias de la guerra civil, y de otras. Estaba en grupo con los monfortinos por ejemplo, y yo pequeño, callado, escuchando, iba convirtiendo en sonidos y música las palabras. Un día le pedí a mi abuelo que me trajera de Galicia una gaita, y él, incrédulo de que pudiera tocarla, fue el primer sorprendido y lloró cuando escuchó el lamento, el gemido que surgió de sus entrañas, cuando la tuve en mis manos y le di mi aliento.

Es que mi abuelo logró hacerse una muy buena posición que le permitió ir cada cuatro años a Galicia, incluso en barco y con su automóvil, y quedarse seis meses allí, muy a pesar de mi abuela que extrañaba a los nietos y no tenía casi familia en la aldea. Pero el disfrutaba mucho esas temporadas en Campañó.

Daniel PAZOS GAITERO DESDE NIÑO
Daniel Pazos, gaitero desde niño

En uno de esos viajes, Daniel tendría 10 años, su hermana cumplía 15 y el abuelo regresó por una semana para no faltar al cumpleaños de la nieta, de Viviana; entonces le pidió  la gaita. Le trajo una de los hermanos Poseiro, que era lo más grande que existía. Muy cotizada, la que usaban los gaiteros más reconocidos.

Daniel Pazos CON LA GAITA POSEIRO, TRAIDA PARA EL POR SU ABUELO
Daniel Pazos con la gaita Poseiro traída desde Galicia para él por su abuelo

Pese a su incredulidad inicial, Manuel Pazos advirtió que en el corazón y el alma de su nieto vibraba la música de una tierra que aún no había conocido. Daniel comenzó a aprender a tocar más sistemáticamente con Cesáreo Rodríguez y participaba  en el conjunto de la Coral Rosalía de Castro.

Luego, con la adolescencia, dejó la Coral, era un ciclo cumplido. Sin embargo los amigos seguían siendo los de las instituciones de la colectividad y un día le dijeron: "En el Betanzos necesitan un gaitero para un almuerzo". Tenía 17 años y por un tiempo alternaría diversos trabajos con el arte de la gaita.

Daniel Pazos CON SU GAITA
Daniel Pazos con su gaita

Ingresó en Xeito Novo, un conjunto que nació bajo el impulso de Carlos Fernández, que había visto en España a grupos como Milladoiro con aires distintos de lo tradicional y buscaba replicar en Buenos Aires aquellos sones. Daniel formó parte de Xeito Novo desde los 90 hasta el 2013.

En su trabajo, donde comenzó de cadete y llegó a jefe de despacho y almacenes en una empresa vinculada con lo petrolero, era muy apreciado, pero en el 2003 renunció para dedicarse exclusivamente a la música, con la que había seguido alternando sus actividades.

Daniel Pazos RECOLLEITA EN SAN PAULO. PROGRAMA ALALA DE LA TVG
Daniel Pazos en el Programa Alalá de la TVG

Andando la conversación advierto que me interesa, además de su historia de hechos, interiorizarme en este espíritu que lo hace querido en todo el ambiente musical e institucional de la colectividad.

Algo hay en ti, Daniel que te hace especial, le digo, y le pregunto qué concepto tiene él de la música.“La música no es para competir, me dice, sin para compartir”. Clarísimo concepto. Explicación completa de su afectuosa valoración por parte de sus colegas y público.

Daniel Pazos FAMILIA Y AMIGOS
Daniel Pazos con familia y amigos

Creo en los amigos, en la solidaridad de los músicos que comparten sus secretos, sus instrumentos, no esconden sino que comparten. Eso es todo, no tengo otras virtudes, me dice. Pienso que si es así, tiene las suficientes para ser excepcional, en un mundo de individualidades y en un ambiente donde el divismo es casi unánime.

Algunos músicos y artistas en general, se piensan dioses del Olimpo. Yo creo que el concepto de inmortalidad es relativo, muy relativo. No sabemos cuánto de inmortales tenemos, en ese otro mundo al que aspiramos, lo que sí sabemos, o al menos yo estoy convencido, es que seremos inmortales por los recuerdos que dejemos o las enseñanzas que hayamos sembrado en alguien.

Daniel Pazos CON ALBERTO LOPEZ
Daniel Pazos con Alberto López

Tampoco creo en el precio valorado exclusivamente en dinero. Una vez fui a tocar a un cumpleaños sorpresa de un anciano que casi no veía y que tenía una gran admiración por mí, con el que había compartido encuentros y conversaciones. Me llamó su hija y me pidió que fuese para alegría de su padre. Cuando vi la emoción y las lágrimas en los ojos de ese paisano que volvía a escuchar los sones de la gaita me sentí más que pago. Ese viejito hablaba de mí con su familia y no podía creer que ahora, que no podía moverse por sí solo, escuchara esa gaita.

Daniel Pazos CON CARLOS NUÑEZ
Daniel Pazos con Héctor Durán

Cuando la oyó dijo: “Este es Pazos”. Y con esa frase sentí que me había pagado mucho más que nadie.

Es que escuchó tu sonido, tu rúbrica, le dije yo a Daniel.

No creo que tenga una rúbrica especial, me respondió, creo que la cercanía que teníamos entre ambos había generado ese especial clima. “Este es Pazos”, no puedo olvidarlo. En parte en ese anciano le devolvía yo a mi abuelo- el que estuvo en todo, desde su Agrupación Breogán hasta la presidencia del Centro Pontevedrés,- su música, la de esa gaita famosa y preciada que me había traído, confiando, a duras penas, en mí. Y tengo esos genes.

¿Qué hace falta Daniel para tocar?¿Qué le dirías a alguien que recién se inicia?

Para tocar solo hace falta tener Alma gallega, si no se puede vincular el alma de manera romántica, pero no en el sentido amoroso del término, sino en el de una Galicia Ideal, que supera a la terrena, teniendo  añoranza por haber vivido o no, esa experiencia, sintiendo a Galicia en mi sangre. Hablo de esa Galicia que no podemos ver nunca, tal vez. Hablo de  la que está como Shangri -La, detrás de unos montes, esperando por nosotros. El lugar ideal, el del mundo de las ideas. El paraíso perdido.

Daniel Pazos CON SU ALMA GALLEGA
Daniel Pazos con su Alma Gallega

La conversación no se agota, Daniel es un apasionado que vive con misticismo la música y la galleguidad. Dejamos el diálogo con una frase de él que resuena como un legado.

Compartir y no competir. Es el camino para llegar a ese paraíso, a esa tierra de felicidad permanente que Daniel merece y seguramente alcanzará.

Tal vez de eso se trate, la música, la gaita y la vida.

Celia Otero Ledo.