lunes, 29 de abril de 2024

Humberto Golini, más que pensar en emigrar organicemos una mudanza

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Preciso, discreto y honesto son algunos de los calificativos que describen a Humberto Golini Boldrini (Barquisimeto, Venezuela, 1975), el hombre a la cabeza del negocio Alimentación y Servicios Xardín, un pequeño establecimiento estratégicamente ubicado en la calle del Progreso, al lado de la parada de autobús que precede al Jardín del Posío.

Humberto Golini

De padres italianos, y nacionalizado como italiano también él, Golini Boldrini cumple cinco años en Ourense donde se mudó atraído por la tranquilidad que ofrece la ciudad. “Esa fue una de las cosas que nos hizo atornillarnos acá”, explica. De la ferretería en la que trabajaba en Venezuela -el negocio de su familia política-, se quedó el lenguaje y la devoción por el comercio. Simpático sin pretenderlo enumera aspectos como la sanidad, la educación o la seguridad que considera ostensiblemente mejores en Galicia que en su país natal. 

No hubo un periplo a la vieja Italia de los abuelos, o una visita a sus parientes alicantinos antes de seleccionar este punto en el mapa. Aquí se plantó con su familia en 2019 convencido de que la vida les depararía un futuro mejor. Teniendo como única referencia los comentarios de un amigo “el padre de la esposa de un primo de mi mujer”, la elección fue el resultado de un pormenorizado estudio de distintas ciudades españolas que realizó del otro lado del charco, convencido de una emigración cada día más inevitable.

Apostar por lo básico

Ante la dificultad de encontrar trabajo a su edad montaron una tienda de ultramarinos fusionando otro tipo de servicios como remesas, envío de dinero, recarga telefónica, o paquetería para Venezuela. En su colmado podemos encontrar tanto alimentación latina como alimentación local. “El gallego es una persona excelente, muy abierto después de que te conoce”, deriva Humberto sobre la idiosincrasia de los naturales ourensanos, mostrando dificultad en decir alto y claro que por lo general en Galicia la sociedad es más cerrada que en el Trópico. Y continúa con la anécdota del plátano macho que despachó a esa clienta, hoy casi amiga, que venía en busca de uno de Canarias, y que le apareció minutos después con un cambur abierto en flor reivindicando la fruta isleña. “Nos comió vivos prácticamente”, detalla Humberto en una mezcla de impacto y vergüenza.

El 14 marzo 2020 marcó el inicio del confinamiento a causa del Coronavirus y del arranque de su negocio. “Gracias a Dios nos metimos en alimentación”, confiesa, consciente de la ventana de oportunidad que se les abrió en un momento en el que establecimientos de todo tipo cerraban sus puertas. “Decidimos meterle el pecho y logramos salir adelante”, concluye así el relato feliz de una inversión, la de sus últimos ahorros, que hoy constituye el sustento de toda su familia.

“Para una bombona de oxígeno o para los entierros”, se solidariza este venezolano de éxito con todas las historias de sus clientes a través de la gestión de las remesas, especialmente en ese periodo en el que la Covid-19 no distinguía fronteras. Ofrecer la opción más adecuada para enviar los ahorritos no se pone en duda. Para quien también tuvo que dejar su casa y su país no es difícil ponerse en la piel del necesitado. 

“Entendemos cómo funciona el sistema europeo”, comenta correctísimo Humberto en relación a la cantidad de horas que es necesario trabajar para que el negocio salga adelante. Alimentación Xardín abre de lunes a viernes más de doce horas al día, los sábados unas diez, y también las mañanas de los domingos.

Una familia perfectamente integrada

Goldini vive con su mujer y sus dos hijas, perfectamente integrado en la dinámica de su barrio. Su hija mayor asiste al Instituto Otero Pedrayo, juega al voleibol en el Pabellón de Os Remedios, y su hija menor es alumna del Colegio Hermanos Villar. Se le siente agradecido, con la vida en orden. “Estamos regados por el mundo”, habla de la familia extensiva que le queda y sin quererlo refleja la realidad del venezolano. 

Narra con extraordinario sosiego Humberto que los trámites para inscribirse como ciudadano de la Unión Europea aquí en Galicia fueron tan complejos que al final tuvo que hacerlos vía Madrid, y parece que la adversidad no hubiese hecho mella en él. Serán los dulces, que por aquí y por allá le rodean, un decorado de estanterías multicolor. “Chuches”, responde, del otro continente. “El cocosette venezolano, el barrilete colombiano, el dulce de guayaba, alfajores, chocolates peruanos…”, este rinconcito tiene el remedio para las tristezas de los corazones de medio Latinoamérica.

“Atendemos a todos por igual”, puntualiza. Ante la petición de ‘un couso de esos’ resuelve Humberto con media sonrisa “tenemos que descifrar, pero ahí vamos, aprendiendo”.