lunes, 29 de abril de 2024

El "voto de castigo" de los chilenos por la polarización política ha tumbado la nueva Constitución, según la colectividad

La preocupación común entre los españoles que viven en Chile es la delincuencia “desmedida” que se ha visto incrementada por la inmigración masiva.

En las justas medievales, pruebas de lucha que se disputaban entre los siglos V y VI, los luchadores tenían tres intentos para derribar al enemigo. En aquellas cruentas batallas de hace quince siglos podría encontrarse el origen del dicho acuñado en nuestro refranero: “A la segunda va la vencida”. En Chile no se cumplió, en la segunda consulta a los chilenos, la nueva Constitución no pasó el filtro. Así que a la vista del fracaso han decidido quedarse con la carta magna que heredaron de Pinochet. Parafraseando a Pedro Sánchez, a los chilenos no les quedará más remedio que hacer “de la necesidad, virtud”.

En Chile viven 66.923 españoles. Una colonia comparativamente pequeña en relación con otras colonias de españoles en el mundo o incluso en América, ya que constituye el 2,38% del total de españoles que residen en el extranjero. Una buena parte de los españoles se concentran en la capital: Santiago. Allí se erige, desde el12 de octubre de 1950, el Estadio Español. Una institución social, cultural y deportiva en la que conviven colectividades de Aragón, Andalucía, El País Vasco, Galicia, La Rioja, Asturias, Baleares, Madrid y Castilla y León. Un templo de la hispanidad a donde acude desde que es un niño el empresario del sector ferretero -  como tantos otros emigrantes procedentes de el municipio asturiano de Peñamellera Baja - Rafael Corces, de 53 años, casado con otra empresaria y padre de 3 hijos.

Para él, los últimos cuatro años tratando de elaborar un texto constitucional han sido “perdidos”, ya que se ha perdido “tiempo y dinero”. Asegura que nunca fueron los chilenos de la idea de cambiar la Constitución. "Lo que ha pasado es que “la izquierda extrema, el comunismo, se ha encargado de enseñar a la gente que la Constitución es la que debe de solucionar los problemas y claramente no es así”, señala. “La Constitución puede dar un marco regulatorio. Pero lo que soluciona los problemas de la gente de a pie son las leyes. El poder ejecutivo y legislativo que tienen que trabajar, buscar soluciones, y generar las leyes correctas”, añade.

Rafael Corces, de 53 años, casado con otra empresaria y padre de 3 hijos. Foto: Nel Melero

Corces atribuye el resultado de las votaciones, a que la "derecha” votó en contra. Lo que implica, a su juicio, que no solo las personas de ideología de izquierdas estaban en contra de la nueva constitución, también “algunos de la derecha”. La razón habría que buscarla en el temor que desató la idea de que la nueva Constitución no “validaría” la propiedad, o el que “todo iba a ser de todos”, incluso el temor de “intervención” de las empresas. Todos esos miedos generados en torno al nuevo marco constitucional “ha frenado la puesta en marcha de nuevas empresas”, asevera este chileno de corazón asturiano, que recomienda al este gobierno actual o al que venga, que se preocupe por solucionar los problemas que no arregla una Constitución: la delincuencia, el narcotráfico, la inmigración, la educación, la sanidad, las pensiones, la paralización de las inversiones nacionales y extranjeras.

De similar parecer es Manolo Vega, otro asturiano de 74 años, casado y padre orgulloso de 3 hijos y 5 nietos. Cuando llegó a Chile en 1969 pasó casi dos décadas trabajando, de sol a sol, bajo las órdenes de su tío en una ferretería. Se conoce como "sobrín" entre la colectividad asturiana a los sobrinos que partían rumbo a América para suceder en los negocios a familiares, generalmente tíos. La dinámica de las 24 horas de trabajo durante 7 días a la semana se convirtió en su modo de vida hasta jubilación. Llegó a tener 5 cafeterías, dos restaurantes y una discoteca.

Manolo Vega nació en Panes, tiene 74 años, está casado y ha tenido  3 hijos y 5 nietos. Foto: Nel Melero

Manuel votó a favor de la nueva Constitución, pero confiesa que “está arrepentido, porque soy de derechas y lo que había antiguo me parecía bien. Lo que ganó era lo que había hecho el general Pinochet. No entendí nada. Tenía que haber votado por el rechazo y voté por aprobarlo”, explica.

Tira de la retranca al afirmar que “aquí en Chile siempre ganamos. Gana el que pierde. Cuando juega la selección chilena, la gente se prepara para hacer un asado con los amigos, y si la selección chilena pierde, celebramos que perdimos”. Con el resultado del plebiscito cree que pasa lo mismo.“Escuchas las noticias, y parece que ganamos todos”.

Al igual que Rafael, opina que ahora “hay que tirar para arriba el país”, aunque también le preocupa la delincuencia, las mafias, la inseguridad, que nunca antes se habían visto.“Ese es el problema grave, la situación económica está bien, al igual que el sistema sanitario, que aunque es privado, es de primer nivel, por lo que tampoco entiende que los que están en el gobierno la “quieran echar abajo”, abunda.

Hartazgo.Para Nayda del Rosario, vicepresidenta de la Colectividad Asturiana en el Estadio Español y miembro del Consejo de Comunidades Asturianas, el pueblo de Chile está cansado de tanta polarización y división. De tanta lucha entre la izquierda y la derecha y no quieren votar por los extremos. “Pienso que este ha sido un voto de castigo a la política que no se preocupa de las verdaderas necesidades que tiene el pueblo chileno”. Hay que recordar que el primer intento frustrado de aprobar la Constitución vino de la mano de los partidos de izquierdas, y este último de los de derechas.

Nayda del Rosario, vicepresidenta de la Colectividad Asturiana en el Estadio Español y miembro del Consejo de Comunidades Asturianas. Foto: Nel Melero

La gran crítica que le hace el pueblo a la derecha y a la izquierda es haberse olvidado de la gente. “Queremos una Constitución más transversal a todos los chilenos, del lado que sea”, señala Nayda, para quien la carta magana de Pinochet, modificada por Lagos, "es una base porque las leyes siguen funcionando y son las que mandan. Podemos seguir funcionando con lo mismo"

Pero a ella, como a todos los españoles que viven en Chile o que visitan por vínculos familiares o emocionales el país, como Nel Melero, vecino de Panes, que no regresa a Chile desde la pandemia, es la delincuencia “desmedida” que se ha visto incrementada por la inmigración masiva proveniente de Venezuela, Colombia, Perú, Haití en los últimos años. Lo que unido al colapso que sufre la justicia, con un sistema judicial y carcelario que no es efectivo.

La Constitución ya no tiene remedio, pero si lo tiene Chile, un país diverso,  fruto del mestizaje, construido con el trabajo y el esfuerzo de muchos hombres y mujeres. De los pueblos originarios, de los españoles, y de muchos inmigrantes que como Rafael, Nayda, Manuel, se han dejado la vida y el corazón por la tierra que los acogió.