jueves, 25 de abril de 2024

Crisis en Venezuela: "Los nietos nos preguntan por qué no podemos estar juntos"

Venezuela-retornados
José Álvarez Lorenzo y Teresa Pérez Arias, emigrantes retornados de Venezuela

La incertidumbre por lo que está pasando en Venezuela tiene en tensión a muchos ourensanos, hijos de la emigración, que tienen a sus familias todavía al otro lado del charco. Es el caso de José Álvarez Lorenzo y Teresa Pérez Arias, con 70 y 72 años, vecinos de Santa Teresita, en la ciudad, que viven el día a día sumidos en la preocupación. En Caracas, tienen a sus hijas Mariela y Adriana, y a sus dos nietos. Otro hijo lleva años ya en Barcelona. "Íbamos a ir este mes de febrero, pero ya vimos cómo está la situación y no fuimos. Esperamos que alguna de las dos hijas venga este verano a Ourense", relata Álvarez.

"Nuestros nietos nos preguntan por qué tenemos que estar así, por qué no podemos estar juntos. Hablamos tres o cuatro veces al día. Nos preguntan si cuando se vaya Maduro cambiará la situación. Duele mucho tener a los hijos y los nietos allá y ver las noticias", explican ambos, entristecidos, mientras repasan el álbum de fotos en el que acumulan recuerdos de una vida. "Ahora que uno está mayor, y podíamos disfrutar de los nietos, que vengan cosas así es muy duro", dice José, compungido. "Es normal que estén en las calles, nos preocupa, pero si quieren cambiar la situación no queda otro remedio...", reconoce Teresa.

Cincuenta años allá

Ella se fue en 1965 a Venezuela. José, tres años después. Teresa es originara de Chandrexa de Queixa; él, de Armariz (Nogueira de Ramuín). Se conocieron ya en Caracas, donde estuvieron más de 50 años. Él se operó del corazón con 39 años, por lo que vivir en un país con escasez de medios y de medicación se fue complicando. "Volvimos hace cuatro años para unas vacaciones, fui al médico y me dijeron que me tenían que operar de urgencia", explica José. "En el fondo fue una suerte que nos tocara aquí, fuimos a Vigo a la operación", añade su mujer. En ese momento, le impidieron viajar durante un año, aunque lo suplió con la visita anual de sus hijas. "Una viene en verano y otra en Navidad", explica Álvarez. 

Ellos también han encadenado estadías de seis meses en uno y otro país. Sus hijas mantienen su negocio familiar, que crearon allí, en el que surten de productos a los supermercados. Ahora, están a la espera de que se resuelva el conflicto. Comprenden que sus hijas no se planteen marcharse de Caracas. "Ya tienen su vida allí, sus hijos, la empresa, y si vienen acá de qué van a trabajar", se preguntan. 

 "Tenemos fe"

Por eso desean que vuelva la normalidad a Venezuela. "Tengo fe de que antes de diciembre Maduro habrá caído, esta puede ser la definitiva", asegura ella. En Ourense tienen familia, se divierten, pero sufren desde la lejanía. "Es un problema grande el que se vive allí, 

Recuerdan lo que era un país brillante. "Cuando llegamos, España estaba en la miseria, y allí vivimos como reyes. Íbamos a la Hermandad Gallega, nos relacionábamos con todos los gallegos... A España la quiero, pero a Venezuela la adoro", remarca José. Tienen incluso una casa en la playa, que les cuidaba un hombre de la zona, al que mataron en un asalto. "Cuidaba y limpiaba casas, pero la delincuencia es un gran problema. La vida de las personas no tiene casi valor", añade. 

Todo empezó a truncarse con la llegada de Chávez, recuerdan. "Nosotros también íbamos a las marchas", dice con orgullo Teresa. Aún están en shock cuando en una marcha a Miraflores mataron a un chico que los acompañaba. "Siempre se luchó a brazo partido, pero hoy ya hay demasiada hambre... ", añade esta oriunda de Queixa. Ahora, cuentan las horas para reencontrarse con los suyos.