jueves, 28 de marzo de 2024

ABIERTA LA SEGUNDA CONVOCATORIA DE LAS BECAS DE EXCELENCIA JUVENTUD EXTERIOR

Los nietos de los emigrantes, que un día tuvieron que partir, regresaron a Galicia

2017-12-04-PHOTO-00000041
Laura, una de las beneficiarias de la primera edición de las becas, disfrutando de los encantos de la Ribera Sacra.

Un centenar de jóvenes gallegos, procedentes de dieciséis países diferentes, construyeron la Torre de Babel que se elevó sobre los campus universitarios, de A Coruña, Santiago de Compostela y en los de la Universidad de Vigo, en Vigo y en Ourense. De los cien, veinticinco, residen en Venezuela. 

Dapena, Valeira, Eiras, Carrero, Mouriño, Carballeira, Boullusa, Oubiña, Mociños, Veiga, Pernas, Pereira, Ramilo, Filloi, Moreira, Prol, Moure, Quiroga, Barreira… apellidos bañados por mares de acentos, de “seseos” y “voseos” a los que se pasó lista cada día y que se pierden en el imaginario de la Galicia celta, de la noble, de la emigrante.

Una semilla de esperanza en tiempos de crecimiento negativo, de envejecimiento de la población, de partidas... Un motivo para devolver el optimismo a una tierra acostumbrada a llorar la ausencia.

La primera vez que se habló de las Becas de Excelencia para la Juventud Exterior en el Parlamento de Galicia, lo hizo el secretario xeral da Presidencia de la Xunta, Manuel Galdo, para desgranar los presupuestos de 2017 de la Secretaría Xeral da Emigración, que dirige Antonio Rodríguez Miranda. Y lo hizo para recordar, que “uno de los tres ejes fundamentales de actuación para esta nueva legislatura establecidos por Feijóo en su discurso de investidura, fue el de dar prioridad al retorno de los emigrantes; tanto de primera, como de segundas generaciones”.

Siguiendo la linea trazada por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, comenzaba la captación del talento que más brilla en el firmamento de la ciudadanía gallega en el exterior, con la idea central de devolver a la tierra lo que la penuria le quitó: su fruto, su gente. Y que ahora encara su segunda edición. 

Así fue como una parte importante del presupuesto de Emigración se destinó a tres líneas de actuación, encaminadas a favorecer que los gallegos que viven fuera del territorio gallego regresasen a él.  Una de esas tres lineas, fueron las Becas de Excelencia de la Juventud Exterior, a las que destinó un millón de euros destinados a cubrir los gastos de matrícula, viajes, alojamiento, manutención; con ayudas que oscilan entre los 7.000 euros para jóvenes procedentes de Europa y 7.650 para los que proceden de América.

Más tarde, y mano a mano con la Universidad de Vigo, se eligió una oferta a la medida, y se volverá a hacer,  centrada en aquellos estudios que pudieran tener cabida en el tejido productivo y laboral gallego, con especial atención en los estudios relacionados con el sector primario y que hoy cursan ese centenar de jóvenes de la Galicia exterior.

Así comenzó a fraguarse en idea un sueño. Y comenzó a llevarse por las comunidades de españoles en el exterior de los cinco continentes, especialmente a Europa y América, donde residen la mayor parte de gallegos de la diáspora.

Así, 184 jóvenes se inscribieron en la primera convocatoria. El 80 por ciento del total procedían de América, y el resto de Europa. Los países americanos de los que se recibieron más solicitudes fueron de Venezuela y Brasil, pero se recibieron también peticiones desde Argentina, Uruguay, México, Costa Rica, Cuba, Perú, Chile, Panamá, Ecuador, Bolivia, Estados Unidos, e incluso Haití. Desde Europa, el mayor número llegó del Reino Unido, seguido de Alemania, pero hubo también expedientes llegados de Francia, Italia, Suiza, e incluso Polonia y Chipre.

Meses más tarde comenzaban a llegar los expedientes más brillantes de la diáspora, y a distribuirse por los campus de A Coruña, Santiago, Vigo y Ourense. Los nietos de aquellos hijos de Galicia a los que sus abuelos dejaron una huella imborrable.  Y continuarán llegando a lo largo de este 2018.

El secretario xeral de Emigración, Antonio Rodriguez Miranda, está convencido de que se conseguirá lo que se pretende, que “Las becas de Excelencia favorezcan el retorno del mayor número posible de jóvenes gallegos” , y también de la importancia que tendrá para la sociedad gallega "la incorporación de estos jóvenes talentos, al ámbito académico y  laboral, ya que Galicia se enriquecerá con los conocimientos y experiencias profesionales que adquirieron en el extranjero".

Muchos de ellos quieren dirigir empresas, otros quieren dedicarse al comercio internacional, hay quien quiere ser traductor, ingenieros ambientales, de automoción, dedicarse al desarrollo económico e innovación, a la banca y las finanzas, al asesoramiento jurídico empresarial, a la investigación biomédica, nutrición, a trabajar con la discapacidad o especializarse en gerontología. Tantas especialidades como anhelos…

Kelvin Yorman Silva Moure, tiene 30 años y cursa el máster de "Ciencia y Tecnología Agroalimentaria y Ambiental" en el Campus de Ourense.

2017-12-04-PHOTO-00000021

“Me gustaría quedarme en Galicia y encontrar mi futuro laboral aquí”

Las primeras palabras de Kelvin son para recordar a su abuelo, que con veinte años dejó la aldea  de Covelo, y tomó rumbo Caracas, y más tarde a Maracaibo, donde se radicó, casó con una venezola y tuvo seis hijos. Duda Kelvin sobre el número exacto de primos que son: “más de treinta, casi cuarenta. Una familia muy numerosa”, concluye. Su abuelo, nos cuenta, fue comerciante “se dedicó al negocio editorial, en concreto a la venta libros y fue propietario de la libreria Moure, un referente en la ciudad”, recuerda.

El abuelo gallego de Kelvin falleció cuando él apenas tenía seis años; sin embargo aún guarda en la memoria las historias que le contaba mientras lo sentaba en su regazo: los recuerdos de Covelo, de su hermana…“El no se volvió venezolano, siempre fue gallego”; a pesar de ser destacado “como uno de los fundadores de la ciudad de Maracaibo por el gobierno”, tal y como rememora orgulloso su nieto. El abuelo nunca volvió a España; sin embargo siempre mantuvo el contacto con Galicia y el ferviente deseo de regresar. Un deseo que ahora hace realidad Kelvin, quien siente que “ha hecho el camino de vuelta que nunca emprendió su abuelo”.

Cuando se le pregunta a Kelvin que sintió al poner por primera vez un pie en Galicia, no puede contener una risa emocionada, mientras recuerda el recibimiento de sus primos de Vigo. “Entonces pude visualizar y sentir lo que veía en la televisón y en internet”.

Kelvin tuvo noticias de las Becas de Excelencia a través de La Región Internacional. Desde ese momento siguió todas y cada una de las informaciones que se fueron produciento, hasta que por fin, puedo inscribirse en el Máster en “Tecnología Agroalimentaria y Ambiental” de la Universidad de Vigo, que cursó en el campus de Orense, y que tenía “mucho que ver con su perfil de ingeniero agrónomo”, asegura.

Espera que sus estudios le sirvan para “aprender, para continuar su labor de investigación y docencia en el campo de la botánica y la agronomía que inició en Venezuela y para hacer conexiones con compañeros que trabajan en aquellas áreas que coinciden con la suya”. “Contento, ilusionado y muy satisfecho” se muestra Kelvin tras el máster y no duda ni un sólo momento en afirmar: “Me gustaría quedarme en Galicia y encontrar mi futuro laboral aquí”.

A los futuros integrantes de la segunda promoción de las Becas de Excelencia Juventud Exterior, les anima a que “no duden en inscribirse, ya que además de complementar sus estudios, de formarse académicamente, en el plano personal van a encontrarse con el cariño y solidaridad gallegos”. Todo son "beneficios y enriquecimiento”, concluye.


Laura Aguilera Pereira, es de Costa Rica y cursó el Máster de Nutrición


"No puedo contener las lágrimas cada vez que escucho la canción del abuelo de Alberto Cortez”

Laura nació en Costa Rica y es uno más de los cien jóvenes de la diáspora que completaron su formación en Galicia. A sus 29 años y está cursando un máster en “Nutrición” en el campus de Ourense, aunque ella ya ejercía como “nutricionista en su país, donde contaba con su propia consulta”, tal y como relata. Comparte la nacionalidad gallega y la costaricense, país al que emigró su abuelo desde A Estrada, “en uno de los 4 viajes que mi bisabuelo realizó a Costa Rica para llevar a sus hijos”, nos cuenta Laura.

El abuelo de Laura se casó en el año 1952 y tuvo 9 hijos “la quinta es mi madre, a la que le debo estar aquí”, reconoce emocionada. Laura vivió con su abuelo seis años, y él era quien la cuidaba y educada mientras sus padres trabajaban. “Él siempre habló gallego y especialmente en los encuentros con sus hermanos”, confiesa. “Nos hacía filloas, caldo, nos ponía música española”, recuerda. De ahí que cada vez que escucha la canción de Alberto Cortez “El abuelo” afloren los recuerdos y las emociones a borbotones. "A pesar de que él ya no está sigue estando muy presente en mí”, afirma, “especialmente desde que llegué a Ourense”. Laura ya conocía Galicia, con 15 años pasó un fin de semana “apenas dos días, para conocer Olives, la aldea soñada del abuelo”.

Como en el caso del abuelo de Kelvin y de tantos y tantos emigrantes, su abuelo, que había partido con 24 años, nunca retornó; es por eso que ahora Laura quiere devolverle con su esfuerzo y su estudio la ensoñación de una vuelta a casa que nunca ocurrió. “Hice los pasos de mi abuelo al contrario”, dice.

La ternura que se desprende de cada palabra que Laura pronuncia, se desborda cuando habla de que fue su madre quien se interesó en un primer momento por las Becas de Excelencia Juventud Exterior, y desde que tuvo las primeras noticias, recuerda perfectamente el día: “el once de abril”, no lo dudó un momento, “al lunes siguiente me inscribí”.

“Las clases fueron muy enriquecedoras, voy a poder ayudar a muchas personas con lo que he aprendido”, dice, al referirse a las clases que está recibiendo. Sobre su vida en Ourense, no ahorra calificativos: “Hemos tenido una experiencia hermosa, muy positiva. La gente nos ha ayudado mucho. Las Termas y el río Miño nos encantan…que decir de la Ribera Sacra. Nos han acogido con muchos cariño. Es como tener una familia acá”.

Laura, a quien acompaña su esposo psicólogo en esta aventura y que está haciendo un programa de voluntariado en la Fundación de la Familia, han decidido “echar raíces en Ourense. Este lugar tiene mucho para darnos, pero nosotros también tenemos mucho para dar. Es un lugar precioso, seguro, la gente es acogedora y somos inmensamente felices. Qué mejor lugar para que nazcan y crezcan nuestros hijos”.

Que mejor lugar para seguir recordando a aquel abuelo "que, un día, cuando era muy joven allá en su Galicia miró el horizonte y pensó que otra senda, tal vez, existía..."