martes, 23 de abril de 2024

Barbón: "La Asturias de hoy no se comprende sin la huella, la marcada huella de la emigración"

Barbón Archivo web

Discurso de Adrián Barbón, el presidente del Principado de Asturias durante el "II Encuentro Hispano Americano de la Fundación Archivo de Indianos- Museo de la Emigración en Colombres"

Gracias por su invitación, que me permite abordar uno de los moldes principales de la Asturias contemporánea. Si la minería y la siderurgia edificaron el paisaje industrial del Principado y catalizaron el movimiento obrero con su correlato político, la emigración, y sobre todo la ultramarina, fue otro de los rasgos acusados de nuestro pasado reciente. Puede que ahora nos cueste hacernos a la imagen de pueblos volcados al Atlántico, lugares que se vaciaban de habitantes en busca de una vida mejor al otro lado de un océano que jamás habían visto, pero esa fue una estampa común desde finales del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX. La Asturias de hoy no se comprende sin la huella, la marcada huella de la emigración. 

Este acto requiere una intervención breve, algo que siempre es agradecido. Intentaré limitarme, por tanto, a una idea principal: a advertir que la emigración no es un relato acabado, un período con fecha de apertura y cierre caducado hace ya tiempo. Incluso desde el punto de vista de la recuperación histórica queda muchísima tarea pendiente, porque la dimensión económica y social –y no digamos sentimental- fue fortísima. Basta con haber leído alguna vez una carta de un emigrante a su familia, uno de esos folios de caligrafía cuidada y apretada de detalles, para percibir de qué estamos hablando.

La emigración no es un relato acabado porque no terminó. Probablemente me dirijo a uno de los auditorios que mejor pueden entender esta reflexión. Cuando ustedes organizan este II Encuentro Hispano Americano están recordando la emigración que fue, pero sobre todo están pensando qué será, qué puede dar de sí. Me refiero, en especial, a aprovechar las oportunidades de colaboración económica que ofrecen las relaciones comerciales y empresariales entabladas entre Asturias y América a partir de la emigración. Desperdiciarlas sería un despilfarro.

Como uno siempre se explica mejor con un ejemplo, citaré a don Antonio Suárez, medalla de plata del Principado. Él es uno de esos capitanes de empresa que ha dado Asturias, cuyo compromiso con nuestra industria está sobradamente acreditado. Pues él también ha sido uno de los promotores de la Asociación de Amigos del Archivo de Indianos, que actualmente preside. Su contribución merece todo el reconocimiento del Gobierno de Asturias. Ése es el modelo de cooperación generosa y fructífera al que aludo 

La Quinta Guadalupe, el edificio donde nos encontramos, es una muestra grandiosa de la arquitectura indiana. Es también la sede permanente del Museo de la Emigración, un espacio para la investigación y, además, un portal que enlaza ambos lados del Atlántico. Ese es el, al cabo, el objetivo principal de esta reunión: servir de punto de encuentro entre empresarios de Asturias y América, un lugar para compartir, para conocerse y comprometerse con nuestra tierra a través de los objetivos culturales del Archivo de Indianos. Entiendan que aproveche este momento para dar mi enhorabuena a Francisco Rodríguez, nuevo presidente de la fundación y otro miembro destacado de esa categoría de capitanes de la empresa a la que antes me referí. Ha asumido un empeño a la altura de su experiencia. Cómo no, también me permito felicitar a su próximo “patrono de honor”, el ex embajador de España en México Luis Fernández-Cid de las Alas Pumariño, otra de las almas impulsoras de la Asociación de Amigos.

Les decía antes que la emigración no es un relato acabado. Desde luego, para mi gobierno no lo es en modo alguno. Por un lado, quiero anunciarles la plena disposición del Principado a cooperar con la Fundación Archivo de Indianos. Con igual intensidad, el gobierno trabajará para fortalecer los vínculos empresariales entre Asturias y México y con los demás Estados iberoamericanos. Sé que no estoy diciendo nada inédito porque este camino ya ha sido explorado por otros Ejecutivos. Lo que reafirmo es mi voluntad, la de implicarme personalmente en mejorar esa cooperación a lo largo de esta legislatura. Se ha hecho mucho y yo pretendo seguir haciendo más. 

También queremos seguir haciendo más por quienes, emigrantes o descendientes de emigrantes, sufren problemas lejos de Asturias. Esa también es una realidad que no podemos obviar, que no debemos dejar de lado. Todos sabemos que la emigración no fue siempre una historia de éxito y que las circunstancias políticas y económicas han agravado las dificultades en algunos países. Esa será una de nuestras prioridades en este ámbito, al igual que mantener el apoyo a los centros asturianos, facilitar la relación con la Administración del Principado por medio de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías y atender las necesidades de la nueva emigración, de los jóvenes que hoy dejan Asturias para trabajar en cualquier otro rincón del planeta, y a la que quiero tener muy presente en mi intervención.

Mucho por hacer y muchas ganas de hacerlo, como pueden comprobar. Y, aunque pueda aparentar un punto lejano a este acto, al referirme a la emigración no puedo dejar de pensar en lo que está sucediendo hoy en el mundo. Como sociedad –como humanidad, incluso- estamos ante uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Preguntémonos cómo reaccionamos ante esa inmensa, masiva llamada a las puertas de Occidente que suponen las oleadas migratorias, sean las que intentan cruzar el Mediterráneo o las que caminan hacia la frontera de Estados Unidos. La embajadora de México, Roberta Lajous, quien nos hace el honor de acompañarnos, entiende perfectamente la envergadura de ese reto colosal. 

Puede parecer pretencioso que el presidente de una pequeña comunidad autónoma de España plantee esta cuestión en un encuentro como éste. Pueden decir que me queda muy grande. Pero, la verdad, yo soy de quienes piensan que el desafío es tal que la respuesta nos retratará como civilización. Y pertenecer a una comunidad moldeada por la emigración debe, cuando menos, hacernos pensar en ello. No caigamos en la soberbia de declararnos ajenos a esa realidad.

 

La brevedad me obliga a finalizar. De nuevo, enhorabuena por la celebración de este II Encuentro Hispano Americano. Reafirmo, una vez más, los compromisos de mi gobierno con la Fundación Archivo de Indianos y les agradezco sinceramente su invitación, porque hablar con todos ustedes es hablarle al corazón de nuestra propia historia.