jueves, 28 de marzo de 2024

Morir de amor

“Morir de amor, despacio en silencio sin saber, si todo lo que he dado... te llegó a tiempo”...Mientras pensaba en un título para esta entrada, me ha venido a la memoria aquella canción de Bosé, simple asociación de ideas, porque nada tiene que ver la literaria y romántica emoción que un día llevó al cantante a componer tremendo super éxito o a algún enamorado o en proceso de dejar de serlo a creer sentirlo. De amor no se muere. Por amor si. Por amar si.

Hoy me detengo en una muerte, en una imagen de la que no me quiero olvidar. La de una joven siria, una joven sin nombre acusada de adulterio y lapidada por su propio padre y yihadistas del grupo ISIS. Nuevamente a lo super producción de Hollywood en un video difundido en Youtube una joven vestida de negro aparece frente a dos hombres. Uno de ellos su padre, vestido con chilaba blanca y un kufiya roja. De pronto el otro hombre, el yihadista armado y vestido de militar, comienza a hablar en árabe: ”El castigo es el resultado de lo que hiciste y nadie te obligó a hacer. ¿Aceptas el castigo de Dios?”. La joven sin nombre mueve la cabeza negando la acusación una y otra vez, desencajada, superada por lo que está viviendo, por lo que le espera...hasta que la presión de los yihadistas, o la impotencia o la desesperación o todo ello, la hacen sucumbir ante lo inevitable y acaba pidiéndole perdón al padre.

Acaba porque es su final,  reconociendo su “pecado” ante un padre que en nombre de dios, de un dios sin compasión, un dios que no perdona, agarra una cuerda y rodea la cintura de su hija, la obliga a tumbarse en el suelo, la cubre con una sábana y da paso al espectáculo del horror, de una de las ejecuciones más lentas y más dolorosas que aún se permiten en Asia, Africa y Oriente Medio, la lapidación.

Se lapida a parejas por vivir juntas y no estar casadas, se lapida a mujeres violadas a las que se acusa de adulterio, se lapida por sodomía, se lapida por traición, se lapida por blasfemar. Se lapida porque si y sin razón.