sábado, 20 de abril de 2024

ENTREVISTA: VICTORIA ROMERO

"Vine a Irlanda para ser independiente y conocer mundo"

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Victoria Romero, junto a su marido.

Victoria Romero salió de España hace más de 20 años. Hoy, casada y con dos hijos, vive en la capital de Irlanda, Dublín, y trabaja como jefe de gestión en una empresa norteamericana. 

Victoria, ¿qué te impulsó a irte de España?
La razón oficial fue aprender idiomas... La verdadera era ser independiente y conocer mundo. Tras acabar mis estudios no quería quedarme en Barcelona y todavía no quería tener un trabajo fijo. Quería explorar otros lugares, descubrir otras culturas y mezclarme con otras gentes que tenían otra manera de vivir y ver las cosas.. Todo eso me parecía un horizonte mucho más interesante.

¿Qué has encontrado en Irlanda?
Un modo de vida distinto en la sociedad irlandesa y la libertad de ser un extranjero viviendo en otro país, porque proporciona un punto de vista diferente que tiene menos influencia social. Es como ver desde fuera, ya sea tanto a Irlanda como a España. En Irlanda nunca me ha faltado trabajo y he podido desarrollar mi carrera profesional. Y, claro, ya me quedé definitivamente al conocer a John O'Mahony, mi marido irlandés. Tenemos dos hijos, Marc (de siete años) y Carla (de cinco). Tienen la doble nacionalidad y su madre tiene el proyecto personal de que sean bilingües… ¡El sueño de todo traductor!

¿Qué es lo que más echas de menos de España?
A mis padres, hermanos y amigos de Barcelona… Es cierto que es el precio que se paga al vivir tan lejos, pero al menos estoy a solo unas tres horas en avión… Podría haber sido peor y haberme ido a Estados Unidos o Australia, opciones que pensé en su momento... A veces me gustaría poder teletransportarme, como en las películas de ciencia ficción, cuando me apeteciera ir a verlos. Espero que eso sea un día realidad…

¿Cuál es tu trabajo actual?
Trabajo en una empresa norteamericana de traducción, llamada SimulTrans, que tiene oficinas en Estados Unidos, Irlanda y Japón. Soy jefe del departamento de la gestión de recursos globales y estoy a cargo de gestiones de selección de recursos externos, negociación de precios de compra, contratos y evaluación de servicios de traducción, maquetación, transcripción, interpretación, multimedia, voice overs y otros servicios de informática y control de calidad relacionados.

¿Echaste de menos más apoyo antes de irte?
Me vine para trabajar de au pair con una familia irlandesa (que por suerte fue encantadora), porque no tenía dinero para ir solo a clase y aprender ingles. Mis padres preferían que no me fuera a vivir al extranjero y en mi tiempo no había tanta ansia (justificada) de que los hijos aprendieran inglés como ahora es en España… Otro aspecto es que ahora es mucho mas fácil viajar gracias a los avances tecnológicos.  En los años noventa al irse fuera de España había que buscarse la vida una vez que llegabas al destino... No se podía hacer la preparación con Internet que afortunadamente se puede hacer en la actualidad.

¿Has conocido a más españoles en Dublín y, en general, en Irlanda?
Al principio no conocía tantos, pero ahora se ha incrementado el flujo de emigrantes españoles y conozco a muchos, especialmente desde que entré en contacto y hago voluntariado con la Asociación de familias hispanohablantes en Irlanda (ASPI). Hasta que no tuve a mis hijos no hice intención de conocer a más españoles, tenía algunos amigos aquí y allá, pero cuando Marc y Carla nacieron, pensé que quería enseñarles de donde venía y, por supuesto, mi idioma y la cultura hispana. Es estupendo que acudan a clases bilingües los sábados, poder disfrutar actividades en español o celebrar fiestas como la de los Reyes Magos.

¿Cómo fueron los primeros meses lejos de casa?
El primer par de años echaba de menos el sol, cómo no… La luz brillante en los días, pero eso ya se me pasó al cabo del tiempo. Aunque me gustan los días soleados, ahora no aguanto demasiado el fuerte sol y el calor del verano en Barcelona… Broncearme ya no me gusta…

¿Qué fue lo más difícil?
Cuando llegué a Irlanda a trabajar de au pair hablaba muy poco inglés y, por supuesto, hubo momentos de melancolía y soledad, luchando contra la barrera del idioma. Lo que ahora está al alcance de un dedo con WhatsApp, antes significaba hacer cola ante la cabina telefónica… Pero, al final, perseverancia y motivación es lo que cuenta para salir adelante. Como ya hace más de veinte años, ahora estoy tan integrada que tengo que hacer un esfuerzo para recordar las dificultades de mi tiempo inicial aquí..

¿Cómo era el país cuando llegaste?
Irlanda en 1992 era muy distinta a la Irlanda de 2015. Ahora ya encuentras buen café en casi todos los lados (muy importante), croissants, embutidos, pan de todo tipo... Eso era todo un sueño allá en los noventa... Los irlandeses son gente amistosa y siempre me sentí bienvenida. Fui muy afortunada al acogerme una familia irlandesa estupenda cuando llegue en el otoño, cuando todo era lluvia y días oscuros. Dublín, como ciudad, es pequeña y enseguida la conoces. Hay mucha vida en las cafeterías, pubs y restaurantes. Lo de comer solo un bocadillo o sopa al mediodía y comer fuerte para la cena es un shock para todo español que llega, pero como todo, te acostumbras rápido y ya hasta lo prefiero. Veo de lo mas normal dar de cenar a mis hijos a las seis y media de la tarde… No practico ninguna religión y si algo me gusta menos de este país es la tremenda influencia católica y valores excesivamente tradicionales y conservadores que, en mi opinión, son prevalentes. Esto es aun más relevante cuando hay que apuntar a los niños a la escuela: no he podido ponerlos en una laica porque apenas hay y están con sobredemanda. El sistema sanitario también es otro tema que han de desarrollar... Si no tienes un seguro de asistencia privado estás a merced de las esperas eternas para ver a médicos especializados...

¿Recomendarías a los españoles la experiencia de la emigración?
Sí, sin duda, si se emigra por razones más allá de las económicas... He conocido a españoles que no han sido felices aquí porque no les gusta el tipo de vida y tienden a comparar y quejarse bastante. Si uno deja su familia y su ciudad natal, ha de aceptar que el modo de vida no será igual y habrá siempre pros y contras en todos lados.