jueves, 28 de marzo de 2024

ENTREVISTA: HELENA IGLESIAS

"Valoro la seriedad, la calidad de vida y la estabilidad laboral de Alemania"

helena
Helena Iglesias, gallega de Santiago de Compostela, trabaja actualmente en la Agencia Especial Europea en Darmstadt, Alemania.

Son muchos los ingenieros españoles que han elegido Alemania como destino para realizar su trabajo. En el caso de Helena Iglesias, la falta de oportunidades similares en España la llevó a la ciudad de Darmstadt, cerca de Frankfurt, para trabajar en la Agencia Espacial Europea. Allí, Helena trabaja como ingeniera de operaciones en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC), donde se encarga de controlar los satélites, comprobando que todo funciona tal y como está previsto.

Helena, ¿cuál fue el motivo principal de irte de España?
Siempre me gustó el sector aeroespacial y por ello la Agencia Espacial Europea (ESA) era un objetivo profesional claro. La falta de oportunidades similares en España fue el impulso definitivo para hacer las maletas… Aquí puedo trabajar en lo que me gusta y en buenas condiciones, algo que hoy en día es una suerte. 

¿Cómo es la vida en Alemania? ¿Qué es lo que más valoras?
Lo que más me gusta es la calidad de vida, la estabilidad laboral y la seriedad que falta en España para algunas cosas… Desde el punto de vista profesional, estar aquí es un auténtico reto. En Alemania, por otro lado, hay muchos españoles y, en definitiva, gente de todas partes. De alguna forma creas una “segunda familia”. Yo estoy muy contenta, tengo un trabajo que me gusta y un gran ambiente laboral. 

¿Qué es lo que más echas de menos de Epsaña?
La familia, sin duda, esa es la peor parte. Y también la comida, el estilo de vida, el mar… Siempre que voy a casa intento que no me falte un paseo por la playa, aunque sea invierno, y, por supuesto, una ración de pulpo...

¿Has echado de menos más apoyos en España antes de irte?
A nivel profesional desde luego que sí. De hecho, en mi etapa trabajando en la Universidad vivimos en primera persona los recortes y la falta de apoyo a investigación y ciencia. Se le daba mucho bombo al “primer satélite gallego” y al equipo que había detrás, pero nadie decía nada de que las ayudas eran escasas o nulas para poder seguir adelante. De hecho, de ese equipo, muchos estamos trabajando fuera. Me parece muy triste la situación. A esto me refería antes con la falta de seriedad para algunas cosas. Creo que fuera nos valoran mucho más.

¿Recomendarías a los españoles la experiencia de la emigración?
Sí, hay momentos buenos y malos, pero creo que en general merece mucho la pena. También es verdad que las condiciones en las que viene cada uno son muy diferentes y puede suceder que no encuentres lo que buscas o que no te adaptes. A mí me dio un poco de vértigo al principio por el hecho de empezar casi de cero, sola, con todo nuevo… Pero a la vez es emocionante y vivir este tipo de situaciones también enriquece.

¿Has conocido a más españoles en tu destino? ¿Cuál es su situación general?
Sí, somos muchos españoles en esta ciudad. Hay un sector técnico-científico importante que acoge a mucha gente de fuera. La mayoría de los que conozco trabajan también en ESOC o centros similares, algunos están terminando un doctorado... La estabilidad laboral y el buen ambiente hacen que en general estemos a gusto. Aunque también he conocido casos más precarios, de parejas o familias enteras que se vienen sin nada a buscar aquí una oportunidad.

¿Has encontrado alguna dificultad especial en tu destino?
El alemán es una barrera importante. Yo tengo la suerte de que el trabajo es en inglés, pero la mayoría de trabajos requieren un nivel mínimo de alemán que en principio al llegar no tienes, a no ser que hayas estudiado antes. Para la vida cotidiana te hablan en inglés en muchos sitios, pero en muchos otros no, así que vas aprendiendo lo básico para comunicarte. También se nota bastante diferencia en las costumbres, el estilo de vida y la forma de ser y pensar… Te acabas acostumbrando a que te sirvan agua con gas si no especificas lo contrario o a descalzarte nada más cruzar la puerta de una casa y dejar el calzado en la entrada… pero nada insalvable. De hecho muchas veces uno se sorprende haciendo eso mismo en España…