martes, 16 de abril de 2024

'Tras 49 años en La Habana, aún sueño con regresar algún día a España'

María Rosa González durante una reciente visita a A Coruña.
Vigo fue la ciudad que vio nacer a María Rosa González y donde creció hasta cumplir los 13 años, momento en el que su padre fallece y su madre y ella toman la difícil decisión de marcharse para Cuba, lugar donde residían sus abuelos y gran parte de su familia. Tras 49 años en el país y una intensa vida social y cultural, todavía sigue sintiendo una gran morriña de su tierra gallega a la que sueña volver algún día para quedarse. ¿Cuáles fueron los motivos que le empujaron a emigrar a La Habana?
Tras fallecer mi padre, cuando yo tenía 13 años, mi madre decidió regresar a Cuba donde vivían mis abuelos maternos que eran de Coles, Ourense. Aunque ella llevaba 38 años residiendo en España, ella es cubana y pensó que la mejor opción era regresar a La Habana, ya que allí, por aquel entonces, mis abuelos tenían una buena posición, era donde estaba la mayoría de la familia y, para nosotras, era difícil seguir en España solas.

De Vigo a La Habana hay una gran cambio en muchos aspectos del día a día. ¿Cómo recuerda esa primera etapa de adaptación?
Los primeros años fueron muy difíciles ya que fue un cambio muy brusco de un día para otro, aunque tenía primos que eran de mi misma edad que me facilitaron el contacto con gente joven.
La verdad es que yo venía con muchas ilusiones porque siempre viví en España sabiendo que algún día vendríamos. Fue en un momento difícil debido a que mi padre se quedaba atrás aunque ya fallecido. Al mes de llegar también falleció mi abuelo materno, todo eso incidió en que mi madre, después de tantos años separada de la familia tuviera que volver a adaptarse a ella, igual que yo, que prácticamente no la conocía, a pesar de las relaciones que manteníamos a través del correo aéreo. Así comenzamos una nueva vida, ya que, por ejemplo, mi formación, mis costumbres, no estaban acorde a la de la mi familia y muchos menos a las adolescentes que me rodeaban.

¿Cómo la acogió la sociedad cubana y, concretamente, las mujeres de la isla?
Con la mujer cubana me entendí siempre bien. Tenemos muchas costumbres parecidas con su parte diferenciada, obviamente. Son cariñosas y afables y fui muy bien recibida.

Otra de las preocupaciones de los emigrantes cuando llegan al país es enfrentarse a la búsqueda de trabajo. ¿Cómo fue ese momento para usted?
En todos estos años siempre tuve la suerte de que en mi trabajo fuese reconocido mi esfuerzo. Cuando llegué, con 14 años, seguí estudiando para hacer la carrera de economía y, por las tardes, comencé a trabajar haciendo sustituciones a profesoras, ya que mi vocación siempre fue estudiar magisterio. Tras diversos trabajos, en el año 1999, cuando se crea la Sección Laboral del Consulado General de España, empiezo a trabajar atendiendo al público, en este caso era la emigración española envejecida y necesitada que percibe la prestación económica, entre otros programas de actuación, que otorga el Gobierno español. Este trabajo es también un premio en mi vida porque me siento útil y feliz de ayudar a estas personas. Además, me agrada la relación frecuente con la sociedad española que hace que la morriña sea más llevadera, y, de vez en cuando, encuentras a otras personas con las que compartir vivencias y recuerdos.

¿Cuál es el papel que la mujer cubana desarrolla en el día a día?
La mujer en Cuba es muy trabajadora y lucha cada día por sacar adelante su familia. Tiene más responsabilidades que el hombre, aunque hoy en día éste ya colabora bastante y ayuda a su mujer.

¿Hay igualdad de oportunidades y sueldos para hombres y mujeres?
El salario está igualado y también los cargos de responsabilidad. Si una mujer vale y lo demuestra tiene las mismas oportunidades que un hombre para acceder a puestos de mayor rango.

Durante todos estos años en Cuba ha llevado a cabo una activa vida social y cultural perteneciendo a numerosas asociaciones. ¿Qué destacaría de pertenecer a ellas?
Efectivamente. Pertenezco a varias sociedades gallegas: de Ortigueira, Rosalía de Castro, Concepción Arenal, Artística Gallega y soy Socia de Honor de la Unión Orensana. También pertenezco a otras sociedades asturianas como la de Cudillero y a las castellanas leonesa y burgalesa porque mi padre y mis abuelos eran de Medina del Campo, en Valladolid.
Estos centros son puntos de encuentro y de reunión en los que se hacen amistades y te permiten estar en contacto con gente de tu tierra. Realmente son un buen lugar que permiten mantener vivas las raíces del lugar que te vio nacer.

Además, ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo en la emigración.
Sí. He recibido distinciones por la labor que desempeñé en diversas asociaciones así como el trabajo que realizo cada día con personas emigrantes. También me han otorgado el Diploma de emigrante distinguido del Consejo de residentes españoles en el año 2001, entre otros motivos por la corresponsalía del periódico La Región Internacional mediante la que doy a conocer la vida de las sociedades en Cuba.

¿Cómo ha ido evolucionando el país en estos años?¿Cómo ve su futuro?
El país ha tenido sus altas y sus bajas lo que ha llevado a vivir momentos difíciles, pero va saliendo adelante porque la gente trabaja duramente día a día por ello. En Cuba, a pesar del bloqueo, todas las personas luchan para mejorar la situación económica y social. Es un ejemplo la sanidad pública que tenemos, la mayoría de los jóvenes tienen estudios superiores, se avanza en agricultura y turismo�?� en definitiva, se trabaja mucho para que el país logre beneficios.

¿Mantiene contactos con gente en España? ¿Le gustaría regresar?
A pesar de que han pasado tantos años para mi es como si siguiera en España, incluso mantengo relación con algunas amigas del bachiller y cada vez que viajo allá encuentro un hueco para hacerles una visita.
Puedo decir que llevo 49 años en La Habana y aún sigo soñando con volver a España, pero las circunstancias, por un motivo y otro, han hecho que fuese difícil y ahora sería muy complicado empezar desde cero. Aquí tengo todo lo necesario, pero siempre he tenido y tendré el deseo de volver. A veces pienso que tengo un pie en Cuba y otro en el avión de regreso.