jueves, 18 de abril de 2024

POR CELIA OTERO LEDO

Susana Carbia Espiño: Abriendo puertas

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Susana Carbia Espiño con Jesús y María, sus padres

Susana Carbia Espiño: Abriendo puertas

A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas.
Me asombra que una llave pueda abrir una puerta,
me asombra que mi mano sea una cosa cierta,(…)
me asombra que la espada cruel pueda ser hermosa,
y que la rosa tenga el olor de la rosa.

Jorge Luis Borges

Fue Susana quien eligió la sede de la Sociedad Parroquial de Vedra en Buenos Aires, como lugar de encuentro, “allí me siento conectada con mi esencia”, me dijo. Cuando llegué ya tenía una bandeja de “medialunas”, agua, un termo de café y la charla fluyó naturalmente.

-Mis padres se llamaban Jesús y María, los dos nacieron en La Coruña. Papá en Vedra, mamá en Teo, pero a los pocos días de vida la llevaron a Vedra. Se conocíeron de pequeños y comenzaron a noviar en las fiestas populares, lo natural en esos tiempos. Se casaron y nació mi hermano Luis, allí en Galicia, en la que no podían permanecer, pues la casa no daba para alimentar a todos. El destino estaba escrito para los gallegos de aquellos años 1950… El Atlántico los esperaba, era la solución a esa Galicia de minifundio y producción artesanal para el autoconsumo, que apenas alcanzaba a alimentar a los hijos mayores, “los que quedaban en la casa”.

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El origen de Susana Carbia. En Vedra, la casa de su padre

La voz de Susana Carbia Espiño iba formando imágenes, en esa sala, en la calle Mármol 760… Ese lugar en que yo recuerdo compartir almuerzos, fiestas en las que se lucía el conjunto de baile. Allí participaba, una niña pequeña y movediza que corría entre las mesas, luego subía al escenario y sin perder la sonrisa, nos ofrecía su gracia de “galleguiña” nacida junto al Obelisco.

Jesús Carbia llegó en 1951 y en poco más de un año de trabajo incansable logró reclamar a su esposa y su hijo, de 2 añitos. Se instalaron en la porteñísima calle Corrientes, “la que nunca duerme”, en la portería de un edificio suntuoso, bajo el número 830. Los ubicaron unos tíos, que ya eran del oficio.

-Ella era mi madrina, dice Susana, se fueron a otra portería, pero nos dejaron trabajo y vivienda. Mi madre era la encargada, y se hacía cargo de todo. Pero papá se ocupaba de lo más pesado, por eso se levantaba casi al amanecer para lavar las escaleras, de mármol blanco, impoluto, y luego se iba a uno de los otros dos trabajos que tenía.

Volvía tan agotado a la noche, que recuerdo la voz de mi madre siempre llamando por él, para que lograra reaccionar al sonido del despertador. -“Jesús”, Jesús”, levántate hombre, aunque ya sé que no das más…- Ella no se quedaba atrás, se ocupaba de todas las otras tareas de la portería, los bronces, la correspondencia, los problemas que surgieran y tenía sus “extras” que eran trabajitos y encargos que le hacían los ocupantes de las viviendas, siempre agradecidos a esa “gallega” que con una sonrisa se ofrecía para lo que fuese.

-¿Tres trabajos tenía tu padre entonces, Susana?

-Si, como lo oíste, además de lo de la portería trabajaba para una casa consignataria de hacienda en la que  se encargada de las cobranzas, así que  caminaba todo el día. Al terminar su horario era mozo en El Foro, un tradicional bar de Corrientes y Uruguay. 

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Susana Carbia, presidenta del CRE de Buenos Aires, con el secretario, Martín Mimendez

Le pregunto entonces, para para que tomemos conciencia del camino recorrido, por su cargo de presidenta del CRE, Consejo de Residentes Españoles en Buenos Aires, al que accedió hace pocos meses, por elecciones.

Explica que es un organismo asesor del Consulado, que debe recoger las necesidades que en cada época son prioritarias para los españoles y sus descendientes, las que van variando, obviamente, con el paso del tiempo y las circunstancias.

La miro, me sonrío y pienso que ni ella misma se ha dado cuenta que nació en una portería, y llegó a ser quien abre las puertas de España para los que lo necesitan puedan entrar apoyados en su mano.

Fue a la escuela primaria de San Martín y Corrientes, en pleno centro, cursó sus estudios secundarios en el Normal de Avenida Callao y Corrientes, asistió a espectáculos teatrales de nivel en el tradicional Opera… Nadie  más porteño, y a la vez, pocos tan apegados a la galleguidad como ella. Contrastes, o complementos de una sociedad que nació de múltiples oleadas inmigratorias.

-No me perdí nada, me dice, estaba en toda la movida. Las librerías increíbles de la calle Corrientes, abiertas durante toda la noche, los cines de Lavalle, la peatonal Florida.

-Vi muchos espectáculos, porque en el edificio de al lado del Teatro Ópera, el encargado era un amigo de papá, y me permitía ir por un pasadizo casi secreto que lo unía por detrás con la sala teatral. Por allí entraban a veces los artistas, para evadir la multitud que los esperaba. Por allí me escurría yo. Permanecía silenciosa, entraba casi en cuclillas, y tan sólo me sentaba, si había lugar, cuando el espectáculo comenzaba. Es por esto y tantas otras cosas que recuerdo mi infancia y adolescencia como tiempos muy felices.

Argentina. Carbia. Cuerpo de baile. Infancia en Vedra web
Susana Carbia, en el cuerpo de baile, en su infancia, en la Sociedad de Vedra

- La sociedad de Vedra, era como mi casa; allí mis padres colaboraron cuando todo se estaba por hacer, ladrillo a ladrillo. Mi hermano y yo aprendimos la música gallega en instrumentos, canciones y bailes. Y de ese grupo de amigos inseparables, resultaron seis matrimonios, que hasta hoy compartimos salidas, gustos e intereses.

-Mi contacto con la inmigración no fue a través de la lectura, sino de vivencias. Valoro mucho todo lo que esa generación que hoy ya no está, o son muy mayores, hicieron por su familia, por el país que los recibió y por la tierra que dejaron. Y por eso pongo especial atención en los ancianos, que a veces se encuentran con las barreras que la virtualidad les impone. Y siento que mi tarea es facilitar.

Argentina. Carbia Casamiento web
Susana Carbia y Orlando Pegito, el día de su casamiento

Abrir puertas”, le digo, y me mira asombrada. Tal vez no había relacionado su infancia en la portería con sus cargos de consejera del CRE y actual presidenta.

-Recuerdo a mis padres con el miedo en los ojos al abrir las cartas, ellos penaban por los que habían quedado, la carta del luto, era la más temida. Mi madre, que era muy animosa, estaba triste a veces, sentada con la mirada perdida, yo le preguntaba qué le pasaba y me apretaba contra su pecho muy fuerte, en silencio. Comprendí que era eso, le faltaba el abrazo de sus padres.

Ni Jesús ni María pudieron volver a verlos. Regresaron a Vedra, sí, muchos años después, pero era tarde. Ni sus padres ni todos sus hermanos estaban para recibirlos. El tiempo no perdona, sólo transcurre inexorable.

-Mi papá había sido un innovador en su juventud, allí en Vedra lo contrataron en una empresa “La Agrícola” para hacer injertos y aprendió mucho. Pero aún así no hubo futuro para él. Su conocimiento lo utilizó con los frutales de las casas de los paisanos, aquí, en Buenos Aires, todos sabían que Jesús, era un mago para injertar.

El recorrido de Susana tiene el ritmo de las películas, que nos llevan de un pasado lejano, a lo más inmediato. Porque las conexiones de la mente se realizan sin pensar, con la emoción viva del recuerdo. Y porque a veces, cuando el sentimiento es muy fuerte nos escapamos por el presente. 

Argentina. Carbia. Procesión Día de los Dolores en Bs As 1995 web
En la procesión del Día de los Dolores, en Buenos Aires, en 1995

-La vida es una serie de casualidades, un círculo. Vedra comenzó funcionando en Avenida Belgrano y Maza, donde estaba la quesería de la familia Iglesias y Lobato, (que hicieron popular la marca Pico Sacro, en homenaje a su terruño). Ellos fueron la piedra fundamental de esta asociación y allí comencé mis primeros ensayos en el cuerpo de baile. Actualmente vivo en ese mismo solar. Se construyó un edificio, (mi marido, que es arquitecto, lo diseñó), y habito en uno de sus departamentos. Muchas veces al caminar por las veredas cercanas va conmigo aquella Susana pequeña, movediza, inquieta y tan gallega como la pandereta.

Argentina. Carbia. Susana con Orlando y Luis, su hermano y su cuñada Gloria web
Susana Carbia con su esposo, Orlando y Luis, su hermano y su cuñada Gloria

Su esposo Orlando, era otro de los bailarines, e hijo de quien después fue uno de los presidentes de Vedra, Horacio Pegito.

-La historia de mi suegro es muy sentida, cuando lo escucho relatarla, en retazos, no puedo dejar de pensar en ese niño, de seis años que viajó solo en el barco a cargo del capitán, porque sus padres le buscaron un mejor destino. Aquí lo esperaba un tío, quien lo crió y lo impulsó a estudiar, hasta recibirse de Contador Público en la Universidad. Él nos cuenta que por la noche, en ese mar que nunca había visto, lo conoció al embarcar, temía que en la cresta de las grandes olas llegara una enorme ballena, con la boca tan abierta que lo devorara.

Argentina. Carbia Día de los Dolores 1995 con su suegro  Horacio Pegito
Susana Carbia el Día de los Dolores de 1995 con su suegro Horacio Pegito

Baja la voz, se arregla el pelo, como quien pasa página y tratando de salir de ese océano de emociones, la insto para que me hable acerca de las actividades vinculadas con su trabajo en la Delegación de la Xunta y su cargo en el CRE.

-Todo empezó mucho antes. A los dieciocho años atendía, los sábados a la tarde, entre ensayo y ensayo, a los socios de Vedra que buscaban información para trámites, papeles que necesitaban de Galicia, e incluso con las crisis recurrentes de Argentina, estuve entre las primeras que me asesoré de las pensiones no contributivas que les podían corresponder. Pero había que ayudarlos a hacerse con la documentación requerida, revisar los requisitos, llenar formularios. Así me fui interiorizando y, llegada  la noche, advertía que no estaba cansada, sino satisfecha. Si había podido contribuir a que, quien lo necesitaba y estaba encuadrado en los parámetros, obtuviera o al menos intentara, una colaboración, ya se justificaban tiempo y trabajo dedicados. 

En la crisis del 2001 España decidió utilizar la red de Centros de la diáspora para difundir los programas especiales, (del año 2000), entonces Susana se capacitó formalmente y siguió atendiendo a las personas que acudían a Vedra.

Siempre fue curiosa, se reconoce, y ello la llevaba a averiguar y “tirar del hilo” como dice, cuando había una dificultad se imponía resolverla y así aprendió más de lo que pretendió.

La Xunta instaló su delegación en el Centro Gallego, con García Mella en principio, quien la conocía de su labor en la colectividad, y le propuso ir a trabajar allí. Ella había dejado su tarea administrativa en una empresa, con lo cual vio la oportunidad de conjugar trabajo y vocación de servicio. Porque había descubierto que servir, en el sentido más puro del término,  era su verdadero ideal de vida.

Tramitó entonces todos los programas que había en marcha desde la Delegación, más tarde se abrió un concurso para su cargo y lo ganó. Con estudio y con la gran experiencia de su gestión en el tema.

Hoy son otros tiempos, le toca, además, presidir el CRE. Me cuenta que se reúnen en el Centro Galicia, aunque sería el Consulado el lugar indicado, pero cuestiones de espacio y organización e incluso de seguridad, hacen más viable esta opción.

-El Consejo de Residentes Españoles, especifica, es un órgano consultivo del Consulado de Buenos Aires, formado por quince consejeros electos, que a su vez designan al presidente por un mandato de cuatro años.

CRE Argentina Carbia Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior- Madrid web
Susana Carbia en un Pleno del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, en Madrid

Ella fue consejera desde el mandato anterior, y en diciembre de este año resultó electa, pues su lista tiene mayoría.

Considera que su trabajo debe estar fuera del espacio partidario, sin negar por eso sus ideas, pero enfatiza que su función no es hacer política, sino responder a las necesidades de la población residente aquí y ahora.

-Son los gobiernos los que hacen el esfuerzo de enviar fondos para programas y en estos momentos el principal problema a atender es el generacional. Nuestros mayores son muy mayores y ya la primera generación de descendientes lo es también, por lo tanto, me siento muy identificada con mi rol de cuidarlos, como a Jesús y María, que fueron mis padres y me enseñaron esos valores. 

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Susana Carbia en una visita al Congreso de Diputados España, en diciembre de 2018

-Los españoles debemos estar unidos, especialmente en la diáspora. No olvidar nunca los orígenes. Por eso elegí Vedra para la entrevista, porque siento los olores de aquellas comidas y los ruidos de los pasos y los bailes; esto genera un clima emocional que me conecta con lo esencial y me hace revivir con dolor y  alegría, a la vez, un tiempo que pasó pero sigue transcurriendo, en mi interior.

Se hace un silencio que conmueve, durante el cual ambas revivimos eventos y procesiones que nos llevaron a este edificio de la calle Mármol que con tanto esfuerzo consiguió levantar aquella generación comprometida con su tierra.

-En un mundo donde todos corren, dice Susana, tomarse un rato para emocionarse es lo más puro.

Nos abrazamos con la mirada, el vínculo con el ayer se había dado y vibró tan fuerte como lo hacían las gaitas y panderetas. Es la música ese otro lazo que la unió a la patria chica y a su compañero de vida, y que continúa en su hijo.

Argentina. Carbia Con Orlando y su hijo Sebastían en Lalín web
Susana Carbia con Orlando, su esposo, y su hijo Sebastián, en Lalín

-Sebastián, que inició la carrera de Ingeniería en Sonido, realiza grabaciones para bandas y a través de esa profesión se volcó también a la música, lo que llevamos en la sangre es nuestra herencia a transmitir.

-Mi suegro se jubiló como gerente de banco, y había emigrado solo, pequeño, a merced de la ballena imaginaria, que no era otra cosa que el miedo. Ese temor que había que vencer para luchar, ayudando al tío a cargar los pesados tarros de leche, tal como se comercializaba en esa época. Pero es cuestión de actitud, afirma, se lo transmitimos a nuestro hijo, su nieto. Superar las dificultades, navegar entre las fauces de los monstruos marinos.

-Por eso los descendientes de inmigrantes tenemos que seguir con nuestra labor, dejar el legado, transmitir la cultura y los valores que nos construyeron y a los que siento que no puedo fallarles, a Jesús y María, allí en su portería, sintiéndose dichosos de poder limpiar meticulosamente los mármoles y los bronces, orgullosos de su trabajo bien hecho.

-Hay situaciones en que me doy cuenta que nos entrecruzamos todos y cada uno de nosotros, de distintas provincias, parroquias, aldeas pero llegamos a un punto en común. Cuando vi la muestra “Galicia Imaxinada”, en un panel reconocí a María Rosa Iglesias, en la foto de su pasaporte, y me impactó ver a quien es la madre de Ruy Farías, todo un emblema de la galleguidad, además de  académico especialista en migración, en esa foto carnet ampliada en los paneles.

-En esa misma ocasión asistí a una experiencia en 3 D, y cuando la estaba visualizando me encontré dentro de un barco haciendo esa travesía que atemorizaba, de pronto advertí el nombre del vapor en el que yo estaba “viajando” virtualmente, era el “Juan de Garay”, el que había traído a mi padre. Jesús Carbia. Y lloré mucho. 

Argentina. Carbia. Con su esposo Orlando Pegito en Santiago de Compostela web
Susana Carbia con su esposo, Orlando Pegito, en Santiago de Compostela

Cuando viajó a Galicia se sintió como de toda la vida, incluso tiene una relación muy cercana, casi de hermana, con una prima que reside allí.

-Es que toda mi familia tuvo un trato frecuente y cálido y eso nos transmitieron y lo seguimos. Hoy nos toca continuar los vínculos, lograr que las nuevas generaciones conozcan el esfuerzo y sacrificio de los ancestros y lleven bien alto los valores que nos transmitieron.

-Yo escucho cuidadosamente a las personas que actualmente se acercan con el proyecto de retornar, pongo mucha atención porque son muchos aspectos a considerar para que no se tomen decisiones rápidas, sin evaluar la complejidad del tema retornar. Por mi parte sé que si me fuera a vivir allí estaría feliz, lejos de extrañar, me sentiría en el hogar.

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Susana Carbia con su esposo en la aldea de A Seara, Quiroga, Lugo

_Al llegar a Galicia, percibo que me conecto con la tierra. Cada una de mis pisadas es diferente, es más firme y más suave a la vez. Despacio, paso a paso, voy a esos sitios en que anduvieron mis padres y los percibo, los oigo, los huelo. Recreo sus relatos y veo el mandil y la azada…

-Y finalmente me siento en la piedra de la Iglesia de Vedra, allí escucho a mi madre contando sus historias, las puedo recrear y me siento en paz, en una paz total que sólo logro allí, en ese banco de piedra, que fue la primer puerta que se abrió para que llegaran ellos y yo, hasta las propias.

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Corrientes 830, la dirección en la que los padres de Susana Carbia llevaban la portería

-Hace poco pasé por Corrientes 830; hacía muchísimos años que no reparaba en esa puerta y es la misma, la del origen, me costó creer que estuviera allí, igual, como aguardando que yo pasara. Me vinieron muchos flashes a la cabeza, guardapolvos blancos, acompañar a mamá al viejo Mercado del Plata a hacer las compras, estar horas sentada en el escalón viendo al mundo pasar, esperar a papá que me traía una golosina, “Rodhesia”, “Tita” o galletitas “Manon”, que le daban en el trabajo para la merienda y él no las comía para dármelas. Es bello y doloroso evocar. También recordé a mamá parada en esa puerta con deshabillé rosa de matelassé, a la madrugada, y muy enojada cuando yo llegaba más tarde de lo que había prometido…

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Buenos Aires: la mítica calle Corrientes en la zona donde se crió Susana Carbia

La miré a los ojos acuosos y advertí que el termo de café y las medialunas estaban intactos. Ella también lo notó y nos reímos juntas. Ese espacio emocional nos había captado, nada existió durante horas, que no fuese la memoria de su vida, la de las Puertas.

Celia Otero Ledo, Marzo de 2022