martes, 23 de abril de 2024

SUSANA MAZZARINO, KARINA RICCIARDI CANOSA Y CLAUDIA TRILLO BLANCO

Claudia, Karina y Susana, tres valquirias con alas…

Argentina O. Claudia, Susana y Karina con Josè L
Claudia, Susana y Karina, con José Luis Seoane

Claudia, Karina y Susana, tres valquirias con alas …

La entrevista me encontró sorprendida de encontrar un trío, una troika tan potente de valquirias celtas, que se propusieron, como aquellas nórdicas, recoger a los caídos. 

Ni aún en estos tiempos de avances en la igualdad de género resulta habitual ver a tres mujeres ocupando cargos claves  en una importante institución sanitaria. Me impresionó saber que tras su elegancia y cordialidad, cumplían roles con funciones resolutorias y comprometidas.

Pronto supe que, además, formaban un equipo compacto, con vínculos afectivos, enfoques alineados respecto de su tarea  y del modo de encarar un tema como es  la salud, tan sensible siempre, y especialmente en tiempos de pandemia. 

Así fue como Susana Mazzarino, Karina Ricciardi Canosa y Claudia Trillo Blanco se convirtieron, desde que las conocí en circunstancias casuales, en un emblema para difundir.

Argentina O. Equipo completo con autoridades de Galicia

Equipo de Ospaña con el presidente de la Xunta, embajador de España y otras autoridades

Las hallé en sus despachos, modernos y funcionales, de un imponente edificio recientemente inaugurado, sobre la calle Venezuela y a metros del Obelisco. De inmediato se perciben la sencillez, la cordialidad y las ansias por contarme acerca de  sus abuelas, madres, niñez, recuerdos y el contacto permanente con la colectividad española, gallega en especial, ya que Buenos Aires es, como todos sabemos la quinta provincia. 

-Nos ocupamos de todos, pero especialmente  de los mayores, me dicen. En ese aspecto el discurso no tiene fisuras, en realidad no las hubo en ningún tema. La “galleguidad” desborda en el grupo, dos de ellas son descendientes en primera generación de quienes emigraron con sueños y sin bienes, y además se hacen cargo de ese legado y lo llevan con alegría, responsabilidad y orgullo. 

Argentina O. susana recbiendo su diploma en Oxford

Susana Mazzarino recibiendo su diploma en Oxford

Susana Mazzarino admite que, no siendo de orígenes gallegos, se siente adoptada y compenetrada, pues desde su cargo de Directora Médica de Ospaña, está abocada a muchos de nuestros compatriotas, a los que ve casi a diario y les  resuelve uno y mil problemas. 

Susana llegó  a Buenos Aires desde su Junín natal, una población rural de la provincia de Buenos Aires en la que se crió, para estudiar Medicina. Se especializó en Pediatría, pero en unos años, la familia que había formado la requería más tiempo del que le dejaba esa rama de la profesión. Fue entonces cuando durante muchos años se dedicó a la Salud Pública y a la gestión de instituciones sanitarias masivas. Dos hijos que hoy le han dado nietos no fueron un obstáculo para quien deseaba perfeccionar en continuidad sus estudios. Maestría en Servicios de Salud, Docencia en la carrera de Salud Pública, Congresos en Oxford y todo lo que fuese de interés. Para la Doctora Susana no hay escollos, la familia y la carrera profesional forman un conjunto afinado, que no desentona. 

Argentina O. susana en su escuela de Junin

Susana Mazzarino en su escuela de Junín

Elegante, con una apariencia tranquila pero que da cuenta de su buen gusto y refinamiento, me recibe con una sonrisa y el comentario de que ese día, y no todos, la espera su nieta en el colegio. 

-Soy una abuela ocupada, no puedo estar disponible, pero cuando es imprescindible hago malabares, como toda mujer y llego a todas partes. 

Argentina O. Susana con su nieta Elena

Susana Mazzarino con Elena, su nieta

 Con este bagaje arribó a Ospaña y allí complementó, con eficiencia y alegría, el trío femenino que ocupa las gerencias. 

-Nuestra institución no carece de complejidad, se nutre de varios miles de afiliados que provienen del Hospital Español y del Centro Gallego- ellos son nuestro grupo generacional mayor, el que más nos ocupa y al que más nos dedicamos,-además de las decenas de miles de afiliados por otros sistemas. 

Entusiasta, me explica cómo fueron solucionando los temas derivados de la pandemia y la cuarentena. La escucho y sonrío pensando en las recetas por whatssap, los llamados telefónicos, las consultas con especialistas, la derivación de casos complejos, la búsqueda de camas. Susana no se agota, ella es todo energía y su trabajo le causa placer, le da sentido a una etapa de la vida, otoñal, pero llena de savia, en la que llegar a su despacho la energiza. 

-¿Cómo salimos de esta? – Susana cuenta  que ésa fue la primer incógnita que las embargo, cuando la emergencia sanitaria se hizo inminente. Nadie parecía saber qué hacer, pero de a poco todos aprendimos. Sobre la base de la comunicación permanente, la empatía, la trayectoria y el trato personalizado. 

-Hubo casos en los que trabajé más de cinco horas para encontrar la estrategia, porque en estos temas, suele no haber una única solución, sino la mejor de las posibles.

La escucho hablarme del excelente soporte tecnológico con que contaban, algo muy valioso siempre, e imprescindible en estos tiempos, por lo cual se pudo alivianar la situación, de su vocación de servicio, de la importancia de la familia, pero sin descuidar la realización personal, y del gusto por el trabajo, algo que ella le atribuye al buen  clima humano del plantel. 

-Es que además, formamos una conjunción de convivencia intergeneracional, desde los jóvenes asesores, que aportan su vitalidad y ganas de aprender así como el manejo natural de las nuevas herramientas, la Directora  Económico Financiera y la Gerenta General, que representan  la edad de la experiencia y la juventud aunadas, hasta mi caso, en que la acumulación de experiencia se suma a la necesidad de continuar en la vida activa. 

Tenemos títulos  “grandielocuentes”  para nuestros cargos, pero en realidad ejercemos el más importante de los roles: el de cuidadoras, tal vez por eso, el hecho de ser mujeres sea un plus. 

Susana se despidió, apurada para llegar a retirar a Elena, su nieta, del colegio. La vi irse admirando su porte, la gracia con la que intentó acomodarse el cabello castaño y largo y con la que vistió, apurada, un largo abrigo de tonos tierra. Un ejemplo de mujer madura, que nada le debe a la vida y tiene mucho para entregar. 

La sonrisa y la rubia cabellera de Karina Ricciardi Canosa, en un despacho con el rótulo de Directora Económico Financiera, acabó con mis prejuicios hacia el cargo. Esa mujer joven, espléndida y alegre, no se condecía con la idea preconcebida que despertaba la placa que ostentaba en la puerta del mismo. 

Argentina O. Karina con su gran familia solidaria

Karina Ricciardi Canosa con su gran familia, solidaria con la colectividad

La imagen estereotipada de una oscura experta en números y finanzas se diluyó en la  juventud y la belleza sumadas a la experiencia y la espontaneidad de quien ejerce la vida con la alegría de hacer “lo de siempre” pero con el poder de tomar decisiones que faciliten la de los semejantes. 

-Cuando llegué a Ospaña venía cargada de vivencias con la colectividad. A los dieciséis años ya colaboraba en una institución de Avellaneda, localidad de los alrededores de Buenos Aires, en la que vivía, como tantos gallegos. 

Soy hija de madre gallega, me dijo, y aprendí de ella el contacto con los Centros de Residentes y las tareas solidarias. Con la crisis del 2001 trabajé codo a codo con los funcionarios españoles, como secretaria del Consejo de Residentes Españoles en Buenos Aires, tratando de paliar situaciones muy difíciles. Desde pasaportes hasta pensiones, puerta a puerta, censando a ancianos que, emigrados muchos años atrás, se encontraban desvalidos y sin posibilidades de tramitar o gestionar lo elemental. 

Argentina O. Karina. Su abuela, madre y tias en Camariñas, en la calle de su bisabuela

Abuela, madre y tías de Karina, en Camariñas, en la casa de su bisabuela Estrella de Cándido

Mi madre y mi hermano se fueron a Galicia, con idea de radicarse y, en el caso de mi hermano así fue, hasta la actualidad vive en España. Yo me quedé y fui parte del proceso por el cual se creó la Obra Social, una institución especialmente dedicada a la colectividad, lo que se concretó en el 2007. 

Esos años de contacto personal en los barrios alejados y poco prósperos, el hospital, las instituciones  gallegas, le dieron a Karina el conocimiento práctico y un sinnúmero de experiencias imposibles de trasladar. Tan personalizada desea hacer su tarea que  afirma:

- No es lo mismo leer un whatsapp que escuchar la voz en el teléfono, y en estos años en que tantos ancianos se encontraron solos y a merced de un encierro en el que no sabían cómo resolver su salud, nuestras voces, la mía y la de los colaboradores fueron el acompañamiento en la búsqueda de soluciones. 

-Creo en el diálogo, repite. Hay casos que son imposibles de tratar con los protocolos fríos. Ese señor que estuvo cincuenta días internado y no aceptaba el alta, por ejemplo, fue un problema que me traslado el médico de cabecera: “Hay tres inconvenientes, me dijo,  la salud que puede resentirse de continuar hospitalizado sin causa, el altísimo costo, y la ocupación innecesaria de una cama, que nos hace falta”. Le pregunté el  nombre del paciente, y cuando me lo dijo recordé a la persona. Había sido una de las tantas que yo había asistido en los tiempos de la crisis. Volví a sentir la soledad de ese anciano al que había visitado hacía años, cuando le tramitaba unos papeles. Decidí ir a hablar con él, y le ofrecí una internación domiciliaria con asistencia. Confió en que si se lo decía Karina, la misma que tantas veces lo había ayudado, la hija de Maribel Canosa y nieta de Sofìa Romar, seguramente le ofrecería lo mejor para él. Y hoy está en su casa, bien de salud y tranquilo. 

Argentina O.Karina y su madre, en Galicia

Karina y su madre, en Galicia

Sus antecesoras, esas mujeres de Camariñas, tenían un pasado de solidaridad que comenzó por su bisabuela: Estrella de Cándido, me dice orgullosa, “hay una calle en Camariñas con su nombre, porque ella arreglaba los huesos de todos los vecinos del pueblo y de quienes  vinieran por su ayuda, y nunca quería una peseta, aunque le hiciera mucha falta”. 

Desde esos principios de mujeres de mucho coraje y más corazón proviene Karina. Y ella sabe que el legado está en sus manos y lo ejerce en el mejor lugar, como lo hizo  siempre, donde las circunstancias la encontraran. 

Nació en Buenos Aires, es argentina, pero sus raíces gallegas las sintió desde pequeña, en las reuniones, siempre rematadas en cánticos “da nosa terra” en los encuentros, de todo tipo. Recuerda la casa de su abuela como el lugar en el que “hasta se hacían los velorios en ausencia”. La miro extrañada y me explica: -“cuando llegaba la noticia del fallecimiento de alguien de la aldea o de un pariente, mi casa se abría para recibir los pésames y rezar por su alma”.

Argentina O. Karina. año 2000 en un curso da xunta

Karina en un curso de la Xunta de Galicia, en el año 2000

-Pobre, dice pensativa, era como si mi abuela supiera que algo iba a suceder, cuando iba a viajar  por primera vez en 1978, para ver a su madre, a la Estrella de Cándido, lloraba  a mares. Y ya no viajó ni alcanzó a verla, supo que acababa de morir. Seguramente desde el cielo ocuparía un lugar especial entre tantas estrellas, pero ninguna brillante como ella, la que lloraba  todo Camariñas. 

Así pasaron los años, hasta que la situación de la crisis, la muerte de su abuelo, y la partida de la madre y hermano la encontraron viviendo con su querida abuela Sofía. Ella la llenó de historias, desde pequeña y hasta que era grande. Si por algo pudo trabajar en el Consejo de Residentes Españoles y colaborar con los más necesitados fue por ese legado de solidaridad y cariño que ella, su madre y sus tías le traspasaron. 

-Nos atraviesa, me dice, la solidaridad como un mandato. Y el papel de las mujeres en la familia. Mi hermano y mi madre están allá, en España. Yo aquí, rodeada de sobrinos del corazón: los hijos de amigas, y mis ahijados y  primos.   Acompañada por tanto afecto, que me siento como en la mesa de la casona de Bernal, pese a que, a instancias de muchos, me he mudado a cincuenta metros de la sede nueva. Por eso la vi crecer, y me llena de orgullo. 

Ospaña es un poco mi familia, porque es una institución donde lo humano es prevalente, y nada puede lograrse sin la mirada personal. Ni lo médico, ni lo técnico, soy una convencida y así actúo y trato de formar a los más jóvenes en esta concepción. 

La idea de equipo de la que habló Susana sigue repicando en boca y acción de Karina, vuelve a reiterar lo importante de grupos intergeneracionales, donde cada uno aporta y recibe del otro. Se nutren mutuamente. No se resta, no se compite. Se multiplica. 

-“No tengo horario, en eso debo admitir que hago poco caso a las recomendaciones de que en un momento hay que cortar y dejar que el descanso y la casa sean el lugar adecuado para reparar heridas, pero es más fuerte que yo, hasta que no resuelvo o encamino el último caso complicado, no puedo irme. La persona encargada de la vigilancia, suele retarme a diario, por la hora en que me retiro, en puntillas. Como nadie me espera, siento que es donde soy útil y me hace feliz. 

-Estuvimos en una oficina mal iluminada y prestada, luego en una construcción precaria de esta zona, vi nacer y crecer este edificio desde los cimientos, por eso me llena de placer salir al anochecer y observar su imponencia. 

A modo de anécdota me cuenta que en una inspección realizada por el organismo estatal específico le preguntaron cómo se había logrado tanto a partir de tan poco, según los asientos contables y los registros mostraban. –Gestionando,  les respondió. Ahorrando en las pequeñas cosas inútiles o descartables para mejorar los servicios. Eso lo aprendí de mi abuela, recuerda y los ojos le brillan tanto como el cabello. “Cada moneda a gastar en  algo que no necesitas la guardas y luego cuando hay que festejar o agasajar tienes, sin darte cuenta, lo necesario para que todos se sorprendan”. 

Y así, como Sofía, y seguramente Estrella, Karina sigue el derrotero de tantos gallegos que en allá en la ría guardaban la comida previendo que el mar no fuese generoso, por un tiempo.

No dejaba de pensar, mientras la escuchaba, qué expectativas tendría actualmente, cuando la gran obra edilicia ya estaba lograda y el personal respondía aceitadamente al equipo de conducción. 

_ Mis expectativas están depositadas en ver crecer Ospaña no sólo en lo edilicio, y en su función, que va mucho más allá de atender una consulta de salud, sino en la verdadera concepción sanitaria. La medicina preventiva. Y en lo personal, terminar mi gestión dejando un  legado, como lo recibí yo.  

Me sonreí, porque dudaba mucho de que algún día considerara que su tarea estaba finalizada, más bien creo que siempre tendrá un proyecto nuevo. 

Argentina O. Karina y Claudia, una amistad compostelana

Karina Ricciardi Canosa ​ y Claudia María Trillo, en Santiago de Compostela

Fue en ese instante en que me presentó a Claudia María Trillo, su íntima amiga, hermanas de la vida, y Gerenta General de Ospaña. 

Me sucedió como con sus predecesoras, el cargo quedó opacado por el aire juvenil y alegre, acompañado de un estilo  armonioso, elegante y delicado a la vez, con una belleza tranquila. Su aspecto tan jovial produjo sorpresa cuando mencionó a Camila, su hija de veinte años. Demasiado joven para ser esa mamá, le dije. 

-Pero lo soy, de Camila y de un varón de edad similar. Fui madre muy joven, es verdad. 

Argentina O. Claudia. madre con Camila y Agustìn

Maruja, la madre de Claudia, con sus nietos

Claudia, hija de Maruja Blanco Lema y de Juan Ramón Trillo, ambos inmigrantes, de Coruña, padres maduros de esa única niña, fue también la rama que al tronco sale. 

-“La ternura de mi padre, no la podré olvidar nunca. Mi madre era mucama en el Centro Gallego- lo dice con mucho orgullo- y durante años fue mi padre, quien, por los horarios discontinuos de mamá, me vestía con cariño y mimos para llevarme al colegio. Él trabajaba muchas horas en su empresa de camiones, que comenzó desde tan abajo que casi no durmió para progresar, pero eso no le impedía dedicarse a su Claudita, e incluso preservarla de los retos de Maruja, que por su temperamento, o por necesidad, era más dura. 

Mientras lo evoca mira por la ventana, tal vez para que yo no vea los ojos húmedos, las lágrimas de quien no pudo recibir la ternura que veía en las otras madres, las que buscaban a sus hijas en el colegio, las que les ayudaban con los deberes, las que tenían sus amigas. Ella tenía padres distintos, mayores, y extranjeros. Difícil afrontar esa situación, sin embargo la hizo más fuerte y más aferrada a sus orígenes.

Se crió orgullosa de la odisea de quienes, sin saber muy bien las causas, resolvieron emigrar, ya no tan jóvenes, se conocieron en Buenos Aires y fundaron aquí su familia. 

Mi madre era bastante menor que mi papá, al principio se notaba, pero  con los años y el escaso arreglo cosmético de ella, se fueron emparejando, dice. “Y al final se mimetizaron”, y se sonríe recordando esa imagen de sus padres. 

Argentina O. Claudia comunion

Claudia con sus padres, el día de su primera comunión

Claudia concurrió a la  escuela estatal y finalizados los estudios secundarios comenzó a trabajar en  el tradicional hospital de los emigrados, donde su madre era mucama. 

-Yo fui la hija de Maruja, por unos años, luego mamá se convirtió en  la madre de Claudita. Pasé por el área  administrativa, por el sector de liquidación de haberes, y por el departamento jurídico. Cuando llegué allí ya se había recibido de abogada, con mucho esfuerzo y una energía inagotable. Dedicaba la noche a cursar y estudiar, e incluso no dejó inglés, tan importante para ella como para la visión de sus padres, que querían lo mejor para esa única hija.  

Argentina O. Claudia en sus 15

Claudia festejando sus 15 años

Trabajaba de ocho de la mañana a ocho de la noche, después cursaba en la Facultad y recién a las doce de la noche llegaba a Constitución, su barrio. 

-Mi madre no sabía abrazar, pero me esperaba con un “churrasco” y una papa cocida. Mitad criollo, mitad gallego. Me daba el  amor a su manera. 

-Hoy reivindico más que nunca el rol de la mucama de los centros de salud, la importancia de la limpieza, el ayudar a dar de comer al que lo necesita y no tiene quien lo haga, y la solidaridad. Eso me dejó mi madre de herencia, imborrable, y los abrazos que no recibí los recibo cada noche en que la vida me pesa, de algún modo me llegan. Maruja vive aún, y en la niebla del tiempo que la envuelve puede abrazarla y sentir sus caricias. Claudia sabe que le dieron lo mejor, a su modo y en su visión, 

-Camila y Agustín me brindan la alegría de su juventud naciente y mi madre me sostiene sobre la tierra, para que no olvide cómo he llegado hasta aquí. Con una educación conservadora, con mandatos de silencios y ocultamientos, tan típicos de nuestra cultura gallega, al menos la de esas épocas, pero con los principios innegociables de honestidad, valor de la palabra y esfuerzo, que también nos caracterizan.

-De mi madre había recibido el mandato implícito de “todo se puede, primero el deber, y no hay que pedir ayuda”. Aprendí con dolor que esto no es así, Hoy me digo y le digo a mis hijos, no todo lo puedo, pero también sé que no hay límites para la superación, si uno se esfuerza.

-Fue muy importante para mí conocer a tanta buena gente en las áreas donde trabajé, entre ellos a José Luis Seoane, el era mi superior cuando estábamos en el departamento jurídico. Cuando me comentó la posibilidad de participar en el proyecto de una Obra Social, no lo dudé. Era un desafío. Y siempre me gustaron, afrontarlos y salir adelante. 

Argentina O. Claudia en su despacho.

Claudia en su despacho

Comenzaron a trabajar en una oficina prestada, luego en un local al lado del edificio actual, y así tal como había relatado Karina, me fue llevando hasta el imponente edificio actual, en el cual ya instalaron consultorios, además de las dependencias administrativas y la operatoria con los prestadores. Y van por más. 

Resaltó la importancia del clima de trabajo y el rol que ocupaba en ese espacio la figura de Jose Luis Seoane, pero no por su rol de Presidente, sino por su capacidad de escucha, por la idea de reciprocidad. Considera que fueron fundamentales  la incorporación de Karina, al año siguiente, y luego de un tiempo la de Susana. 

Argentina O. Claudia, Susana y Karina con Josè L

Claudia, Susana y Karina, con José Luis Seoane

-Mujeres que gestionan, le dije con picardía,  “los hombres dirigen”, pero ella respondió que habían volado muy alto las tres, porque Seoane les daba las alas. Era quien las impulsaba. 

Tierna, humana, poco compatible con la tradicional imagen fría y calculadora de una Gerenta. Claudia es la antítesis, porque recupera a su padre haciendo malabares para ir a verla a los actos escolares, a su madre en la idea de resistencia,  y a los dos en la pasión por el trabajo. 

-Karina y yo somos toda emoción, Susana nos templa. Formamos un armónico conjunto, y José Luis es quien ha sabido componer la sinfonía. 

-A él lo cuidamos y le propiciamos que se visibilice, que deje su natural perfil bajo, porque Ospaña lo necesita y él lo merece. Karina siempre dice: “Puedo volar más alto que un águila porque eres el viento que atraviesa mis alas”, refiriéndose a él. 

-Si mi papá estuviese vivo, estaría  orgulloso de ver mis logros, mi felicidad de trabajar en lo que tanto me gusta y siempre vinculada de alguna manera al colectivo inmigrante del que él mismo fue parte.  

-Sabemos que a avanzada edad la medicina se encarece y es muy habitual que se elijan socios jóvenes y poco propensos a requerir servicios. Pero ése es nuestro colectivo originario y nos propusimos su máximo bienestar posible. En ello radica nuestra realización personal y profesional. A ellos va destinado nuestro mayor esfuerzo y es de quienes obtenemos la más grande satisfacción. 

Me fui dejando a tres mujeres que tal vez no registran la importancia de su tarea y de la forma en que la encaran, en estos tiempos en que todo se mide en estadísticas, ellas priorizan lo personalizado, lo vincular, la contención.

Giré la cabeza para mirarlas una vez más, las tres valquirias estaban ya poniendo en orden lo que se había atrasado. Tranquila, pensé, la troika rodará a buen ritmo y los heridos serán recogidos a tiempo. 

Mientras caminaba por la calle Venezuela me encontré cantando, en voz baja: “Con las alas del alma desplegadas al viento, porque aprecio la vida en su justa medida”…

Celia Otero