sábado, 20 de abril de 2024

La historia de Alberto López Barros: una gaita porteña con la fuerza de Breogán

Argentina Alberto López Barros con CARLOS NUNEZ web
Alberto López Barros con Carlos Núñez

“Que el viento sople siempre a tu favor”

Antigua bendición Celta.

Cuando nos encontramos en la cafetería del Centro Galicia me dispuse a escuchar la historia de Alberto López Barros que, de alguna manera, explicara a este ícono de la galleguidad en Buenos Aires. 

Pontevedra y A Coruña son las raíces de este Breogán porteño que con sus jóvenes 51 años, se ha convertido en un referente admirado y querible  de nuestra colectividad. 

María Presentación Barros González, Presentiña, nació enMondariz, Pontevedra, y no podía saber que años después conocería a Celestino López Vázquez, Tino, en el Centro Lucense de Buenos Aires. Tino había nacido en Devesela, Curtis, A Coruña y emigró a Buenos Aires, con escasos diez años.

Argentina Alberto López Barros Tino y ALBERT web

Los Barros eran varios hermanos. Alfredo, el padre, emigró con alguno de sus hijos reclamando después al resto de ellos, excepto una hija  que quedó en la casa. Así llegó a Buenos Aires, con quince años, Presentiña, quien luego sería Pety. Carmen González y Alfredo Barros, los abuelos de Alberto, aún tendrían dos hijos nacidos en estas tierras.

Los López Vázquez, Emilio e Irene, la rama paterna, habían llegado con su único hijo, Celestino aún un niño y con estudios básicos realizados en Coruña. En Buenos Aires cursó  el secundario y luego incursionó como tantos en la gastronomía, de mozo al principio, después con una parte de socio y luego abriendo otros comercios destinados al ramo. Las pizzerías y cafeterías, (San Carlos II y San Carlos de Flores), fueron, tal vez, de las más famosas en su tiempo. 

El abuelo Emilio López Martínez fue empleado del municipio “mi abuelo fue barrendero por años, dice Alberto; luego  también trabajaba en su casa con mi abuela fabricando artículos de tocador para un negocio del barrio de Once. Vivieron en el barrio de Boedo, en la calle 33 orientales y Rondeau, de allì nuestra afición al club de fútbol San Lorenzo de Almagro”.

Los Barros – rama materna- se habían instalado en Valentín Alsina, una localidad vecina a la ciudad, muy vinculada con la radicación de inmigrantes gallegos. Alfredo, que era sastre en Galicia, continuó su oficio y de alguna manera se lo transmitió a sus hijas, porque Alberto recuerda que su madre, además de haber trabajado en Campomar -una gran fábrica textil de la época- trabajó también en un taller de costura y fue quien le cosió los primeros trajes tradicionales, cuando él comenzó a incursionar en la música y la danza gallegas. 

“También fue camarera en un hotel del centro porteño- creo que el Normandie- y como consecuencia de esa experiencia fue que años después yo tuve la oportunidad de trabajar en la hostelería.” 

En el Centro Lucense se conocieron Tino y Presentiña, luego se casaron, y nació Claudia en 1967 y Alberto en 1971. “Para ese tiempo a mi madre la recuerdo sólo en las tareas de la casa. Al principio vivieron con mis abuelos paternos, en la casa de la calle 33 Orientales…”

Argentina Alberto López Barros CON SU MADRE EN GALICIA web

Cuando habla de esa casa se le enciende la memoria y la emoción,“es una casa con mucha historia, durante años fue el lugar en que nos reuníamos la familia entera para los acontecimientos. La recuerdo con una gran escalera y un pasillo enorme para mi mirada infantil, las habitaciones y luego una terraza… Mi abuelo solía esperar un tiempo prudencial y a mitad de la fiesta aparecía con la gaita.

Argentina Alberto López Barros INFANCIA CON GAITAS web

Fue Emilio quien infundió tal vez en mí  esa pasión, lo veía soplar y hasta lo intenté, infructuosamente. Era un instrumento que trajera de Galicia, entre sus enseres de emigrante. En realidad me resultaba muy dura para poder soplar. El tocaba la gaita de oído y había traído también la pandereta. Le oí algún tema que seguramente era su obra, porque nunca lo volví a escuchar, o tal vez fuese fruto de su memoria o de evocar los sonidos de su tierra. Con el tiempo compuse un arreglo de esa muñeira, dedicada a mi abuelo Emilio”.

“Poco después mis padres se mudaron a la calle Alsina 1960, en pleno Congreso y allí hice el preescolar, con cuatro y cinco años. Pero ya para primer grado asistí a la Escuela Mariano Acosta, un tradicional establecimiento público de prestigio en esta ciudad. En ella cursé primaria y secundaria”.

Alberto, cuya mirada comienza a diluirse entre su propio relato y las reminiscencias, se revela como un memorioso, capaz de recordar los detalles de sus experiencias y poner en relieve los momentos que se convirtieron en señales en su vida.

“Al llegar a cuarto grado mi vida tuvo un hito, algo que pudo cambiar todo mi futuro y de hecho de alguna manera lo hizo: fue mi primer viaje a España. Viajamos con la idea de quedarnos a vivir, yo me adapté perfectamente, me sentía en lo mío, como si allí hubiese nacido, y en poco tiempo tenía amigos en Mondariz. Luego me fui a vivir a Madrid, después recorrimos casi toda España. Era el año 1982 que, como sabés, fue crucial para el país, por la guerra de Malvinas.  

Argentina Alberto López Barros SU  PAPA Y HERMANA CLAU OBELISCO web

Por otra parte, mi hermana extrañaba a sus compañeros y amigos porque estaba en plena adolescencia y la guerra de Malvinas nos conmocionaba, además en forma directa por nuestra familia: a un primo mío le había tocado ir como soldado a Malvinas y mi tía vivía la angustia de la situación terrible que todos recordamos. Mi padre se volvió a Argentina para ver si habían logrado vender los negocios. Con la guerra la modificación de paridad con el dólar había cambiado totalmente y la idea de instalarse en España se hizo imposible. Regresó a Madrid y utilizamos unos meses para recorrer y conocer, tal como te dije. Por supuesto volvimos a Galicia y yo creo que ese año me enamoré de esa tierra… fue un año eje en mi vida, porque de algún modo surgió todo el entusiasmo por lo musical artístico”.

Alberto vuelve a imaginarse viviendo en España, asegura que no hubiese sufrido desarraigo alguno, porque se sintió parte de ese lugar desde el primer día, por eso la importancia de  la familia y las amistades, de las que aún disfruta cuando viaja, lo cual hace muy frecuentemente. 

“Durante mi residencia en Madrid, Calle San Emilio Nº 9,  cursé 4º grado como oyente, porque no coincidían las fechas de comienzo de curso, luego al volver a Argentina no pude incluirme en quinto y me atrasé un año respecto de mis compañeros, lo que recuperé en la secundaria en que di todo un curso libre y me equiparé. 

Argentina Alberto López Barros CON  COMPANEROS DEL COLEGIO MARIANO  ACOSTA web

En ese quinto grado del Colegio Mariano Acosta comencé mi gusto por los instrumentos de viento, había un taller musical de flauta dulce y tenía un compañero que iba al Conservatorio y me inició en la lectura de música. Intenté con la gaita, pero me frustré y pensé que lo mío iba a ser la flauta.”

Así llegó a tercer año del secundario, que rindió totalmente libre, y recuperó sus primigenios compañeros de aula. Le pregunto cómo percibía su condición de hijo de inmigrantes en esa escuela tan tradicional y diversa a la que concurren alumnos de los más variadas orígenes que caracterizan a Buenos Aires. 

“Yo era el Gaita, o el gallego, pero nunca lo viví como desmedro, si alguna intención hubiera la alejaba pronto”.

Sucede que Alberto era muy buen alumno, tenía las mejores notas e incluso en 4º grado había sido abanderado. Esto, tal vez, era la base de confianza e inmunidad contra la muletilla del gallego ignorante, que existía  en algún tiempo.

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“Terminé el secundario en 1989 y sumé una experiencia muy valiosa. El colegio tenía un convenio de intercambio con Francia y una alumna parisina vino a pasar unas semanas a mi casa, por lo cual me correspondió luego a mí establecerme veinte  días en París. Fue maravilloso, con 17 años recorrí la ciudad y todo lo que pude. Antes de regresar a mi país, subí al tren en Francia, pasé por Irún y llegué a Vigo, desde allí a Mondariz y a ver a  toda la familia, otras tres semanas de visita. Siempre que viajo, y lo hice muchas veces gracias a Dios y a la música, no dejo de visitar familia y amigos, que no me lo perdonarían, ni ellos ni yo. También este viaje fue una señal en mi vida, porque por entontes ya había comenzado la “movida” de la música celta gallega, con “Milladoiro”, conjunto que me abrió la cabeza, y del que me traje dos “cassettes”, que hoy parecen lejanos, al menos en lo que tecnológicamente se refiere”.

Argentina Alberto López Barros GALICIA web

Por entonces su actividad era múltiple, además de lo que tenía que ver con estudios y trabajo, dedicaba muchas horas a recibir clases de gaita, danzas, música celta y coro. En 1990 entró a todas las escuelas e hizo también el Ciclo Básico para ingresar a la Universidad de Buenos Aires, el cual aprobó en tiempo y forma. Quería seguir ingeniería industrial. En 1991 entró a la carrera propiamente dicha, pero le resultaba muy difícil conciliar los tiempos entre tanta actividad y la exigencia de esa carrera. Además se sumó tango y folklore, ya que para un próximo viaje programado a Galicia, la exigencia de ese año era que llevaran no sólo lo tradicional gallego sino lo propio del país de acogida, por lo cual tenía durante seis días de  la semana intensa actividad de ensayos, condición indispensable para el viaje que hizo en el año 1992 junto a su madre. 

Argentina Alberto López Barros ISLAS CON PETY, SU MADRE web

Al año siguiente, entró a trabajar al hotel Colón, aprovechando los contactos de su familia en la rama y su propia experiencia con su padre, quien desde niño lo había llevado a sus negocios para acostumbrarlo al ambiente y que aprendiese de todo, desde fichar en la registradora, hasta lavar vasos.

“Yo me acuerdo estar subido a un cajón, porque tenía siete u ocho años, y no alcanzaba al mostrador, haciendo “tickets” o colocando vasos. Mi padre siempre quiso que tuviese contacto con el trabajo, tal vez mi actual hiperactividad esté vinculada con esa escuela, la de Tino, que fue un motor en mi vida, a la que siento de alguna manera vacía desde que no está”. 

Los viajes se sucedieron, en el año 1993, 1995, y 1996. En tanto había cambiado Ingeniería por el profesorado de Matemática, ya que las ciencias duras eran sus preferidas. Ese profesorado que cursó y aprobó (más de la mitad) en tiempo regular, luego se dilató porque se casó en 1998, y le quedaron algunas materias. “Sólo tres” me dice, y yo supongo erróneamente que algo dejó inconcluso Alberto, el múltiple, el fuerte, el que no para.

Que pena, le digo, entonces, por tres materias no te recibiste. “No… si las cursé y las fui dando de a una, como podía me hacía el tiempo entre el hotel, las clases, porque yo ya daba clases de música y gaita, y hasta tango en el centro Galicia, y tenía mis grupos musicales, el de música celta y “Sete Netos”. Pero me hacía huecos y fui aprobando hasta que me quedaba solo una, porque la cursada coincidía con mi dictado de clases de tango”.

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Una anécdota  lo pinta de cuerpo entero. Alberto iba en el subterráneo y ve a un profesor, quien lo reconoce al saludarlo porque era el alumno que, sin tomar apuntes, prestaba tanta atención que era el primero en responder con acierto. Al saber que justamente le faltaba su materia- la que el profesor dictaba los lunes durante cuatro horas- para terminar la carrera, lo insta a hacerlo. Y Alberto decide que, o le cambian el día de dar clases de tango o bien deja de darlas. Le hicieron el cambio, cursó y aprobó la última materia y obtuvo el título. “Nunca ejercí me dice, al menos por ahora, pero no me gusta dejar las cosas inconclusas”. 

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Desde 1993 trabaja en el “Savoy”, un prestigioso hotel de Buenos Aires, donde  comenzó como cajero cubriendo suplencias, luego fue encargado de compras y actualmente es el Jefe de Recursos Humanos. Concurre diariamente, al finalizar su horario a media tarde, se encamina al Centro Galicia, o a la Asociación de Residentes de Mos en Buenos Aires, donde dirige  la escuelas de gaita y la banda… de ambos, eso cuando no tiene, y las tiene siempre, presentaciones especiales; bien sea porque lo llaman de alguna entidad de la colectividad en que requieren de su arte, o porque algún amigo tiene un evento y él no quiere faltar, y por si fuera poco, en estos años, junto a sus grupos dieron a luz dos discos. 

Argentina Alberto López Barros GAITAS EN HOGAR DE ANCIANOS DE DOMSELAAR web

Menos los viernes, trabaja todos los días desde las primeras horas de la mañana hasta la noche. Finalizas la semana muy  cansado, le comento. “Pero feliz, me dice, es lo que me gusta y apasiona. Y pienso que hice muy felices a mis padres que eran mis primeros espectadores siempre, por eso extraño mucho más de lo que supuse a Celestino, Tino, y siempre le dedico su Foliada, él que tiene la suya como mis abuelos, mi madre, mi hermana, mi esposa y mis hijos“.

Argentina Alberto López Barros CON SU ESPOSA E HIJOS web

La muerte de su abuelo Emilio, en 1994, fue uno de los primeros vacíos en su vida. La familia estuvo muy presente, Alberto es uno de los pocos casos de hijos de inmigrantes que tuvo abuelos. Es que sus padres llegaron con los suyos, tal vez por eso le fue transmitida la cultura de los ancestros con esa naturalidad de las conversaciones en las comidas familiares, al son de la pandereta que sonaba en cuanto los platos se iban retirando, y eran su abuela y su madre quienes daban comienzo. Luego se escuchaba la gaita, y así entre muñeiras y canciones supo ser “El Gaita de la Escuela Normal Nacional Mariano Acosta”, el que llevó la bandera argentina orgullosamente, por su excelencia como alumno, al tiempo que en su espíritu se encarnaba la estirpe gallega, la celta. 

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Con la música de Milladoiro, supo que había otro modo de acercarse a lo más tradicional, y quiso estar allí. Y estuvo. “Por suerte, cuando falleció mi abuelo ya había podido escuchar La muñeira de Don Emilio que le había compuesto”, dice y la emoción le resuena en la voz, como los sones de la gaita que tantas veces le escuché, mágica, victoriosa, potente. En sus manos el instrumento es la torre de Hércules, es Breogán y su fuerza.  

En el 2002, un año difícil desde todo punto de vista, en que Argentina estaba apenas asomando de su crisis del 2001, fallece su madre. Fue un golpe temprano, inesperado. Sintió que esas tres materias que le quedaban pendientes se las debía a Presentiña y recursó dos y las aprobó. Solo quedaría Álgebra, para cuando la casualidad no casual le pusiera delante en el subterráneo a su profesor quien le dijo, “quiero verte cursando”. Logró liberar su lunes de clases de tango y ese fin de año Álgebra III fue aprobada. 

Entre el 2004 y el 2008 dio clases de tango, aprobó dos materias, y en el 2008 cursó y aprobó Álgebra III. Con el  título sintió que cerraba un círculo, como muchos gallegos, que siguiendo la estirpe de Breogán sienten que nada debe quedar inconcluso. 

Recuerda con afecto los tiempos del Profesorado, en realidad hay pocas cosas, si es que hay alguna, que Alberto López no haga con pasión y con placer, y eso se le nota, se advierte en su gesto, siempre afable, en el entusiasmo que contagia a su grupo musical y al público. He visto varias de sus actuaciones en lugares no tradicionales, como la Feria del Libro, o el club del Progreso. Quizás son las que más disfruta, porque sale de lo endogámico, muestra la música gallega en círculos no tradicionales y cuando logra eclipsar a cualquier otro sonido que haya, cuando consigue que las palmas del público se enciendan, sonríe y salta con una energía que parece venirle de tan adentro, que ni siquiera es de su interior, es la energía de la raza, de la estirpe, de la torre de Hércules, de Breogán. De la lucha por vivir en nuestra tierra y por sobrevivir en la emigración.

Argentina Alberto López Barros Recital web

En tanto Alberto tenía su propia vida personal, en Agosto del 2002 nació su hijo Federico y en el 2006 Malena, con nombre de tango, quien en la actualidad ya se presenta como artista. Karina, su esposa, que es otro símbolo de esfuerzo y lucha, terminó su carrera de Contadora Publica, estando embarazada. 

La actividad de Alberto López, desestabiliza cualquier agenda, de allí que el tiempo que destinó a esta entrevista se lo agradezco doblemente. Además de su actividad como profesor y director en el Centro Galicia y Residentes de Mos, están sus conjuntos. 

Desde 1993 y 1994 Gabriel Ponte, había tenido la idea de un conjunto de gaitas que en 1998 se concretó en un grupo independiente “Sete netos”,en alusión justamente a la identidad de sus miembros y a la influencia de los abuelos en su música. En el 2002, lograron autofinanciar su primer disco y en el 2008 dieron a luz el segundo, que fue parte de un proyecto universitario. En ese mismo año hicieron un viaje con el grupo Sete Netos, promovido por la Xunta, y actuaron en Luar, Alalá, en la Radio Gallega, y en diversas localizaciones. 

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Pero en realidad su emoción se hace muy visible cuando recuerda otro viaje, el de 1996, con su grupo de Música Celta. Lograron actuar en Mondariz, ante el pueblo del lugar, ahí sintió que todos sus ancestros eran parte de esos rostros que se le hacían tan familiares y eso lo marcó mucho, dice. Nunca olvidará esa presentación, que tuvo la magia del reencuentro y de los sueños que se cumplen. 

“El primer tema que compuse fue Muñeira de Mondariz y tocarla allì, pensando en mi abuelo, fue demasiado fuerte.”

El segundo tema fue Foliada para Celestino, le siguieron Noite Meiga, dedicada a su esposa y AFonte do Souto, en alusión a una fuente de agua que recuerda desde que comenzó a viajar, en Mondariz, frente a la casa familiar. “Hoy está restaurada y por supuesto bebí agua de ella en este último viaje de 2022, pero cuando era un niño y un adolescente, salía el chorro entre las piedras milenarias, cubiertas de musgo. “ 

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También viajó con su esposa e hijos, en el 2007, fue un viaje en que estuvo presente lo familiar, aunque además quería que conocieran España, en casi todas sus regiones, para que comprendieran más su orgullo español. 

Este año mi hija Malena viajó conmigo, me dice, mientras se ríe recordando una anécdota: “Fui a Devesela, la aldea de familia paterna, yo buscaba la casa y me ubicaba bien, pero como podía estar reformada, dejé el auto en marcha en un recodo y me acerqué a dos ancianas, que con el bastón en la mano y el pañuelo en la cabeza tomaban el sol mientras observaban a los forasteros. “Tranquila Malena”, le dije a mi hija, les pregunto algo y enseguida me ayudarán a ubicar la casa.

En dos palabras entendieron que era hijo de Celestino, y entonces una de ella, casi llorando dijo: Tu abuela cuidaba mucho de mí cuando era pequeña, y no hacía más que repetir con amor esas palabras, mientras que, por supuesto,  me confirmaban que la casa era la que estaba allí mismo, al lado del camino. Seguimos hablando, porque enredamos con historias de mi familia y del lugar y de la emigración… entonces fui a apagar el motor del auto al darme cuenta que el tiempo que me iba a detener se extendía, yo disfrutaba esa conversación íntima, ese reconocimiento de la sangre, algo mágico que sucede solo allí, en la tierra meiga. Malena, dijo asombrada : “Yo sabía que eras muy sociable, pero que en dos minutos entables toda una conversación con dos desconocidas, es algo que no me creo”. Es que no son desconocidas Male, una de ellas, me está hablando de mi abuela, ¿entendés?, me cuenta cosas de mi abuela cuando apenas era una niña grande y cuidaba de su vecina pequeña.

-Esta pertenencia que nos sucede a quienes nos sentimos más gallegos que los toxos y los carballos, esos sobreentendidos, que están en los silencios más que en las palabras, es lo que me inspira cuando toco y cuando  hay que poner fuerza en la música, el baile y entonces me entrego”.

Hay otro grupo, de nombre Abrego- me explica-  por aquello de viento del sur, la idea de que desde este sur en el que vivimos los que emigraron y sus hijos, llega un viento que es tan gallego como el del norte. 

Dirige la escuela de Gaitas de Residentes de Mos, el grupo se llama Os demos de Mos, le comento lo ingenioso del nombre, que juega con las palabras y el sentido de las mismas, y me dice que le costó que se comprendiera, pero que ahora que estaba impuesto sonaba muy publicitario y les gustaba a todos. 

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Realizó cuanto curso pudo, como el de Escolas Abertas, aprovechó los viajes de expertos profesores y gaiteiros conocidos y se fue perfeccionando en Gaita y Percusión desde el 2012 hasta el 2017. 

“En el año 2016, también hice un viaje especial, creo que el que más me impactó y del que guardo la idea de que fue la decisión más acertada, la mayor riqueza. Viajé con mi padre. Solos los dos, un mes. No termino de asumir su duelo, sé que lo disfruté años, que ambos, él y mi madre me adoraban y eran mis admiradores y público más entusiasta, tal vez por eso la imagen de Celestino vuelve siempre. Lo recuerdo enseñándome a jugar al billar, yo era pequeño, y me llevaba, era buen jugador y me transmitió ese gusto”. 

La cuarentena lo afectó como a todos, en su caso coincidió con la muerte de su padre (Julio 2020) aunque su fallecimiento no estuvo relacionado con la enfermedad pandémica. Al mismo tiempo el período de encierro le sirvió para incursionar más en lo tecnológico, aprendió a realizar videos con un programa, en el que toca diversos instrumentos y los compagina. 

Desde ese mes de Julio siente un vacío que le hizo pensar cuántas de sus actividades y creaciones estaban motivadas por el placer de Celestino. 

“Verlo disfrutar me hacía muy bien, me miraba sobre el escenario o en la pista, y los ojos le brillaban”

Y yo doy fe, porque poco antes de esa fecha, encontré a Celestino en el Centro Galicia, mirando actuar a su hijo, y me di cuenta de ese amor especial: mezcla de orgullo, admiración y amor.

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 Para despedirme no pude dejar de mencionarle a Carlos Núñez,“es un grande, me dice, es enorme, un referente que, como todos los que sobresalen, pueden tener admiradores y críticos, pero nadie puede ignorar que Carlos ha llevado la gaita y nuestra música a lo más alto. Participé- junto a otros gaiteros- en la última parte de su show en Buenos Aires, en el teatro Coliseo”, y yo asiento porque fui una espectadora más. Allí Carlos anunció que el año siguiente estaba programado que actuase en el Teatro Colón, un templo de la música clásica en Argentina, y uno de los mejores del mundo, reconocido por los grandes cantantes y directores. 

“Efectivamente actuó en Febrero de 2020, pocos días antes de que la pandemia cerrara parte de nuestras vidas, y yo actué con él, gracias a su generosidad, entre los 15 gaiteros con que cerró su show, a sala llena. También en marzo del 2023 se repitió esa maravillosa experiencia. “Es una de mis satisfacciones mayores, como lo es haber sido el Director de los gaiteros en el Buenos Aires Celebra Galicia, que se hizo durante varios años, con enorme afluencia de público en la tradicional Avenida de Mayo.”

En los últimos días el evento convocado por la Colectividad Gallega en Argentina en homenaje a las Letras Gallegas, me permito ver algo único: un escenario que reunía entre cincuenta y sesenta músicos del folklore gallego, interpretando maravillosamente, casi sin ensayo, las canciones y danzas de la tierra. Alberto los dirigía, y seguramente se entendieron tan bien, porque los unía  la magia de Breogán. 

Argentina Alberto López Barros DIA DE LAS LETRAS GALLEGAS web

Mientras me despido, porque el horario de dar su clase se acerca, en tanto caminamos hacia el ascensor, reitera: “De todos los momentos imborrables siempre rescato aquel concierto en Mondariz y mi madre entre el público”. 

Argentina Alberto López Barros Viaje 96 Concierto Mondariz web

Seguro que así es, Alberto, así como yo te recuerdo en esa presentación en el Club El Progreso, de Buenos Aires, el más tradicional, antiguo y selecto. Nunca habían sonado en sus salones las gaitas, y cuando se oyeron las de tu grupo junto a las panderetas y cunchas, mientras los trajes típicos y los bailarines danzaban sobre los antiguos mosaicos casi coloniales, me corrió por las venas el orgullo de la estirpe, la que puede seguir construyendo y difundiendo, en el mundo y en cada sitio, desde el más humilde hasta el más selecto.

Este es Alberto López, quien sintetiza “lo mejor de cada casa”, un ser dotado de fuerza, corazón y arte que lleva la gaita en el corazón y la música en la sangre. 

Celia Otero Ledo.