jueves, 28 de marzo de 2024

La crisis económica merma la población inmigrante en la ciudad de Ourense

'Ourense es una ciudad tranquila y les gustaría quedarse pero la situación laboral les hace ir de un lado para otro'. Que la ciudad es, en muchas ocasiones, un lugar de paso también para los inmigrantes es una de las conclusiones que Nuria García, coordinadora de la Casa de Acogida para personas y familias inmigrantes de Novacaixagalicia, gestionada por la Fundación Juan Salvador, extrae de su experiencia trabajando codo con codo con este colectivo. En los cuatro años de existencia de este proyecto, han pasado por esa casa, en Oira, 185 personas de casi todas las nacionalidades. En este lugar, y en otros similares, han empezado su andadura ourensana algunos de los 5.879 extranjeros empadronados en la ciudad, alrededor de un 5,4% de la población total. Al margen de los registros, los expertos en inmigración consideran que en Ourense podrían vivir cerca de medio millar de inmigrantes que no están empadronados en el Concello.

En todo caso, para unos y otros, su situación es aún más complicada en el actual escenario de crisis económica, dado que el permiso de residencia suele ir de la mano de un contrato de trabajo. Quizás eso explique que en unos seis meses, entre junio de 2010 y enero de 2011, el número de inmigrantes censados en la ciudad se haya reducido en 223 personas. El programa de inmigrantes y emigrantes retornados de la Concellería de Benestar Social ya alertaba de esta situación en su última memoria, la de 2009, al asegurar que 'as opcións laborais dos traballadores extranxeiros están tan limitadas que para as mulleres hai poucas alternativas ó servizo doméstico mentres que os homes estanse a ver seriamente afectados pola crise e o seus efectos no sector da construcción'.

El padrón municipal recoge residentes de hasta 85 nacionalidades distintas. Sin embargo, como es lógico, la comunidad portuguesa es la más amplia en la ciudad, con 963 personas, seguida de la colombiana (714), la rumana (695), la brasileña (644), la dominicana (380), la venezolana (371) y, en menor medida, la marroquí (231) y la senegalesa (172).

El perfil de los inmigrantes que han pasado por los servicios municipales es el de una persona joven (25 años de media en el caso de los hombre y 30 en el de las mujeres). En contra de lo que pueda parecer, el número de mujeres extranjeras empadronadas en Ourense es superior (3.078) al de hombres (2.801). Una posible explicación podría ser, según Santiago Conde Corbal, técnico de la oficina municipal de inmigración, que 'la emigración procedente de Latinoamérica (que tiene más peso en la ciudad) es mayoritariamente femenina, mientras que en el caso de África suelen emigrar más los hombres'.

No se puede generalizar
Según los expertos, la experiencia en la ciudad de los extranjeros es, como en el caso de los ourensanos, desigual. Algunos han conseguido establecer su vida en Ourense e incluso regentan su propio negocio -no resultan ya extrañas las peluquerías africanas o las tiendas de alimentación con productos foráneos, por ejemplo- o trabajan para la Administración. Otros ven la ciudad como un lugar de paso hacia un trabajo más estable y otros, en cambio, buscan un trabajo que les sirva no sólo de medio de vida sino también de conducto para regularizar su situación. Como señala Nuria García, 'no se puede generalizar con la inmigración. Son personas y hay que tratarlas como tal, no como mano de obra y un problema'.