El pintor Alberto Reguera (Segovia, 1961) no oculta su emoción por haber podido llegar con una retrospectiva de sus últimos años, marcada por paisajes abstractos azules expansivos, a las salas del Museo Universitario y Galería de Arte de la Universidad de Hong Kong.

"Es mi exposición", confiesa en una entrevista este artista, con estudios en París y Madrid, para quien esta muestra es muy significativa, aunque sea la quinta en Asia -una en Singapur y cuatro en Hong Kong-, por la categoría del museo, donde se han exhibido obras de Picasso, Cruz Díez o Botticelli.

También porque, antes de la inauguración, el 4 de junio, con el apoyo del Consulado de España, ya hay importantes perspectivas de asistencia de público y se habla en los medios de China sin haber abierto.

Con notables exposiciones, como la de Washington en 2003, la instalación en la Plaza del Louvre en París en 2012, o dos grandes murales pintados en Shanghái, está convencido de que el centro mundial del arte contemporáneo se ha desplazado desde Occidente a Oriente.

Habrá un antes y un después de Hong Kong, sostiene este artista, quien concibe como un punto de inflexión a este resumen del trabajo de los años 2001 a 2014, compilado en veintisiete obras, desde paisaje abstracto a instalación pictórica, pintura expansiva y fotografía, ya transportadas a esta región de la República Popular China.

Reguera se atreve a hablar de futuro: "Lo que va a pasar a partir de ahora, a raíz de los ejercicios que realizo de acción pictórica, expansión e intentos de generar volumen y profundidad, será pasar a una mayor interacción del espectador con la obra, entre la materia pictórica y el espacio".

"Voy a nutrir el universo que define mi trabajo añadiendo otras disciplinas como el vídeo o una acción pictórica más prolongada", matiza el pintor, quien ha construido una muestra a través de cuadros-ventana, como marcos que invitan a penetrar en distintos paisajes abstractos con imaginados fragmentos de naturaleza.

Esas ventanas, argumenta el artista, "luego toman volumen, crecen y vienen hacia nosotros, a través de mis paisajes tridimensionales".

Criado en Palencia, donde cursó parte de su formación, Reguera mantiene que en su trabajo hay poso de paisaje castellano el que, en su opinión, "nos lleva a imaginar muchos escenarios, desde Esteban Vicente hasta Rothko".

Tampoco ha olvidado las texturas de los esgrafiados de las paredes de Segovia, los impactos visuales de la infancia en una ciudad llena de arte y poesía, que conserva mucha historia, a la que acude regularmente.

De hecho subraya que hay gente que reconoce Castilla y Segovia a través de su pintura, de ese lado agreste de las texturas de superposición de capas, comparable a la superposición de revocos y pintura en las paredes de las casas antiguas, "ese mundo de piedra que tiene profundidad y poesía", asegura.

Reguera se autodefine como pintor con una carrera que no es de grandes éxitos, sino lenta y fluida, con dos galeristas en España, José de la Fuente, en Santander, y Fernández Braso, de Madrid, con quienes ha trabajado en proyectos y ha participado en ferias como Arco, lo que le permite tenar visibilidad en España.

Reconoce estar a gusto en este mundo del arte contemporáneo, al que ve complicado porque se unen dos factores antagónicos, el comercio y la visión poética, dos mundos que estaban conciliados antes de la crisis.

En opinión de Reguera, "como todas las cosas que se han sobredimensionado, ha habido también burbuja en el arte, y viene una época en la que todo se pone en su sitio", a la vez que reconoce que quienes no participaron de ello, ahora sufren menos, como es su caso.

También cree que, cuando es preciso generar medidas que acerquen al gran público al mercado del arte, llega el 21 % del IVA cultural, por lo que defiende que se haga una apuesta por "eliminar barreras desde el punto de vista conceptual y, también, desde el práctico y económico"