Figura clave del periodismo en el tardofranquismo y la Transición para regular cuestiones ahora tan normalizadas como la libertad de prensa, Pedro Crespo de Lara (Cabezón de la Sal, 1935), fundador de la Asociación de Editores y Diarios Españoles (AEDE) está en Ourense. Acompañó a Sobrado Palomares en los premios Ourensanía y homenajeó al presidente de honor de La Región José Luis Outeiriño, fallecido en marzo del presente año. De Lara, que tiene en la pintura una de sus múltiples facetas, realizó un retrato de un hombre al que le unen muchas experiencias, y al que define como figura referencial del periodismo. 

Creo que José Luis Outeiriño le impresionó desde un primer momento. ¿Por qué?

Era muy joven, con la responsabilidad de representar a un periódico en un foro para los grandes de la prensa, como ABC, La Vanguardia, Pueblo, Editorial Católica. Era como un mozo entre aquellos grandes personajes. Allí le vi desenvolverse como pez en el agua y desde aquella tuvimos una magnífica relación.

¿Se veía que su trayectoria no iba a pasar desapercibida?

Ya se le veía, en aquel foro se discutían todos los problemas de la prensa, en momentos de mucha dificultad y él se desenvolvía entre aquellos grandes perfectamente, con un gran conocimiento del periodismo.

Tramo final de la Dictadura. ¿Se atisbaba un cambio de ciclo?

Sí, era el 1969, Franco tenía muchos años y se esperaba que aquello cambiara.

¿Qué papel jugó la prensa?

La prensa fue uno de los motores del cambio, sin ella no hubiera sido posible. Nos agrupamos en la famosa AEDE, que la creamos en 1978 y fue uno de los motores de la Transición. Se encaminaron los pasos de la libertad de prensa. En el nacimiento de AEDE también participó Outeiriño, tenía corazón de líder, lideraba los llamados periódicos pequeños.

Pequeños, pero con un valor incalculable, ¿no?

Claro, fíjate lo que significa un periódico para cada región, es importantísimo, no se concibe una pequeña comunidad sin un periódico que les guíe, que cuente lo que pasa.

Hablaba de José Luis Outeiriño como líder. ¿Por qué?

Lo reconocían sus colegas, era un hombre con un gran sentido común, aplomado. Representaba perfectamente la figura del editor, un empresario osado, comprometido con el bien público. No sirve cualquiera para eso. Hace falta temple de empresario y vocación de periodista. El periódico nace y muere con el editor.

Debe tener unas cualidades, supongo.

Síntesis y negocio, un hombre que además de periodista debe llevar bien las cuentas del periódico para mantener su independencia. Hay que saber manejar las cuentas y, a la vez, tener pasión y vocación de servir a la verdad.

Ahora parece que la prensa es esclava de intereses económicos, políticos.

Siempre ha habido intereses para que la prensa les sea propicia, pero hay que saber escaparse a esas pretensiones del poderoso. Por eso la prensa tiene que estar asentada, con bases económicas firmes que le permitan ser independiente. Cuando es débil y necesita apoyos los obtiene, pero no gratuitamente. Se necesita independencia económica.

Outeiriño lideraba un proyecto a nivel ourensano, pero fue más allá con La Región Internacional.

Efectivamente, eso es una tarea maravillosa que hizo La Región. Lanzarla fue una idea de Outeiriño y es una verdadera gesta periodística, porque esas ediciones son propias de los grandes periódicos nacionales, llenos de recursos. Esto lo hizo un pequeño periódico y pasará a los libros de historia.

Mucha gente lo califica como un visionario por este tipo de cosas, un adelantado a su tiempo.

Era un hombre de mucho sentido común, instinto generoso, tenaz en sus ideas, tenía el corazón de líder, era un hombre muy bien dotado.

Usted es cántabro, Outeiriño ourensano. ¿Se puede defender el territorio y hacer bandera de él a través de los periódicos?

Por supuesto, eso está en la naturaleza humana, uno se debe al sitio donde ha nacido.

Dicen que fue parte clave del desarrollo de Ourense, de su transformación.

Por supuesto, ya lo creo. Ha estado en todos los acontecimientos, como impulsor, analizador, valorador, crítico. Ha estado en todo el desarrollo de Ourense en el pasado siglo. No se concibe nada que haya pasado y no haya participado el periódico y José Luis Outeiriño.

En la época sin libertad de prensa, ¿había miedo al escribir?

El periodista no es hombre de miedo, es valiente, porque lo requiere el oficio. Un pusilánime no puede serlo. Yo ejercí siempre la profesión.

Viajamos al futuro. ¿Ha evolucionado bien la prensa?

La prensa, como toda actividad humana, tiene altos y bajos. Ahora, la crisis por las nuevas tecnologías. La prensa escrita ha hecho frente a muchos problemas, radio, televisión, internet, pero ha sobrevivido siempre porque responde a una necesidad del ciudadano.

¿Cree que el papel tiene futuro?

Estamos viendo que las nuevas generaciones nacen ya con las nuevas tecnologías, usan internet para todo. Pero la prensa escrita ofrece un espacio para la meditación, sosiego, reflexión, eso no lo puede dar internet, es asunto siempre de la prensa escrita. Será minoritaria, pero estará. La reflexión pide papel.

¿No cree que ahora todo el mundo cree que puede ser periodista?

Pues sí. Hoy, con la tecnología, todos tienen el proyecto de opinar sobre lo divino y lo humano y que corra por las redes. Eso no es manera de hacer periodismo y recibir información, que es fruto de un arte muy difícil.

No solo es escribir.

Correcto, es alguien que tiene vocación para averiguar lo que pasa, analizarlo, contarlo y vencer sus pasiones, no dejarse dominar por ellas, analizar con buena fe.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor para el periodismo?

No, creo que no. Con todas las dificultades, vivimos ahora un gran momento, no para el pesimismo, sino para todo lo contrario. Tenemos un desarrollo tecnológico que da muchas posibilidades.

¿Le pica el gusanillo?

Si volviera a nacer, ¿sabe lo que me gustaría ser? Editor de periódicos.

Le gustó, entonces.

No he conocido una cosa más bonita. Mira a Rupert Murdoch, que tiene periódicos por todo el mundo, es una maravilla poder tener ese poder.

Y una responsabilidad.

Claro, no hay poder sin responsabilidad. El poder de un editor es superior a cualquier otro. El político dura cuatro, cinco años. El del editor es algo que no muere.