La nueva ourensanía | Estampa Argentina: danzas de cortejo gaucho que seducen tanto como el tango

“La persona que mejor baila es la que expresa sentimiento mientras lo está haciendo”, describe así Rosa María Durán la naturaleza de las danzas folclóricas argentinas. Nacida en Mendoza, criada en Canarias y afincada en Xunqueira de Ambía es una de las fundadoras de Estampa Argentina, una asociación que tiene el afán de dar a conocer estos bailes tradicionales al mundo. El grupo aglutina a más de una docena de personas gallegas y de allá, profesionales, aficionados o simplemente curiosos de la música y el baile. “El concello nos está ayudando con el local y tenemos mucho apoyo del alcalde”, explica Rosa que el grupo se reúne una vez a la semana y que están empezando a gestionar los permisos para realizar un encuentro semanal también en Ourense capital, para hacer proselitismo de lo suyo y ampliar equipo. Sobre las danzas Chacarera, samba, cueca, gatos, o bailes norteños más próximos a las tradiciones bolivianas conforman el amplio repertorio de propuestas artísticas que desarrollan durante sus ensayos, o mejor dicho encuentros. Estampa Argentina propone un espacio para disfrutar de la tradición del baile argentino del campo, que no se enseña habitualmente, y que representa a todas las provincias del país. “El tango es porteño”, especifica Elba González en relación a ese baile que nace de un duelo de ‘guapos’ en el casco viejo de Buenos Aires. Integrante y profesora de danzas españolas, argentina hija de emigrantes gallegos retornados, comparte su historia. “Yo hubiese preferido nacer aquí, que así nos hubiésemos ahorrado el viaje”, ríe la bailarina los giros de la vida y la danza, precisamente ella que reengancha con la cultura de allá en un evento en el que bailaba muiñeira y flamenco. “Allí hacía lo de mi sangre, aquí lo de mi nacimiento”, concluye. “Son en su mayoría danzas de galanteo”, revela Marcelo Durán, socio en la creación de la asociación. Explica que por tradición es el hombre el que lo ejerce hacia la mujer pero pareciera fuese al revés. Pinta la danza un cuadro de mujeres pavo real con faldas abiertas en abanico y mentones alzados en diagonal. Entre el grupo de profesionales que les acompañan con guitarras, voz y percusiones hay gallegos pero también argentinos radicados aquí. “Proporcionan música en vivo que la da mucho más valor al hecho folclórico”, comenta. Sobre los atuendos “Los trajes son típicos del campo y con estampados floreados, aunque también hay algo de la aristocracia con trajes largos, y el hombre con bombacha, botas, cinturón, faja y sombrero”, describe Rosa el atuendo de típico de gaucho argentino. “Es un personaje del mundo rural, el hombre de campo, que encuentra su referente literario en la obra de José Hernández en un lenguaje poético de palabras arriesgadas”, vincula Marcelo el glosario gauchesco argentino cuya lisonja se da en palabras pero también en gestos. Hablan todos ellos del lenguaje de la danza que corteja, que adula, que engatusa, que de repente se pone brava o que juega a esconder las vergüenzas mientras se protegen las enaguas. “Tienes que estar erguido, sacar pecho para fuera en paso desafiante, agacharte un poco, pero la cabeza siempre a la misma altura”, casi se le ponen los ojos en blanco a Adrián Lamás, aficionado alaricano de veinte años, al describir la pose de arranque o lo que también llama el “modo guerrero”. Se apuntó al grupo seducido por la imagen de ese padre (Marcelo) y esa hija (Rosa) al zapateo, al zarandeo y a la vuelta. “Yo los miraba bailar y veía una conexión muy bonita”, dice sobre el flechazo con estas coreografías. “La mayoría son danzas de parejas pero hay grupales como el pericón, o el malambo, que es individual, una demostración de la destreza del hombre y de mostrar su valía”, describe Marcelo meneos a ritmo de guitarra, bombo argentino y boleadoras. “Para la vida del gaucho era un medio de defensa”, explica la antropología del baile con palabras pero moviendo los pies con gracia, y pese a la postura en silla, la imagen asemeja a la de un torero que con todo aquello bien puesto increpa al bovino. Describe Adrián, el más joven y menos experto de los congregados la chacarera, su baile favorito, “hablando no se, yo lo se bailando, porque lo siento”. Y qué mejor gesto para describir aquello que tiene alma, que obviar el verbo que no lo abarca.