viernes, 29 de marzo de 2024

TENEMOS UNA DEUDA HISTÓRICA CON NUESTROS EMIGRANTES

EDITORIAL | La estafa a los retornados

Emigrantes retornados web

No dice nada bueno de la sociedad ourensana que hayamos ido normalizando las protestas de los emigrantes retornados.

Los hombres y mujeres que con su forzoso exilio laboral ayudaron a sacar de la miseria a esta tierra llevan ya ocho años luchando contra la soga de Hacienda: en lugar de juntarse para inaugurar una estatua en su honor en la calle del Paseo deben hacerlo para reivindicar, al menos, el mismo trato recibido por el resto de pensionistas españoles.

El proceso de ser migrante, luego retornado y después víctima del Fisco interpela al núcleo histórico de esta provincia.

Solo en los 60, el 56% de la población de la provincia de entre 18 y 40 años se fue a Europa -principalmente- y América: 110.000 personas tuvieron que dejar atrás a su familia. El vínculo nunca se rompió, gracias a las cartas y a esas remesas de dinero que convertirían en 1970 a la Caja Provincial de Ourense en la caja de ahorros española con un mayor saldo medio por cuenta, según los datos de García Yáñez.

Infraestructura civil, industria o tecnología bebieron de esas divisas, salvavidas e impulso de una provincia modernizada gracias a un motor situado en la diáspora. Quién podría imaginar que los que decidieron volver, en vez de disfrutar con tranquilidad de lo trabajado durante tres o cuatro décadas tendrían a Cristóbal Montoro esperando con el mazo: la misma administración que los evitó durante tanto tiempo cambia su criterio en plena crisis para aumentar la recaudación y acusa a 250.000 gallegos de urdir estafas para no declarar las pensiones del extranjero.

Como ya ha advertido la justicia, la Agencia Tributaria ve desde 2013 fraude donde solo hay errores por desconocimiento. Pero la burocracia, la falta de información y ese injustificable clima persecutorio los van acorralando: ni siquiera les permiten fraccionar los pagos. El aberrante trato encuentra esquinas en la ley 35/2006 para castigarlos con peores condiciones en el IRPF, sufrir con la figura de los dos pagadores o acarrear problemas en la Seguridad Social.

España nunca ha demostrado interés para evitar que un retornado pague dos veces por la misma pensión ni homologar dentro de la UE las prestaciones por invalidez o incapacidad: es doloroso que Francia, Italia y Bélgica sí se reconozcan entre ellas estas evaluaciones médicas y en cambio leamos en la prensa cómo retornados españoles deben rendir cuentas y batallar por una pensión otorgada en Suiza tras las secuelas de un tumor cerebral o haberse caído de un andamio.

Tenemos una deuda histórica con nuestros emigrantes. El drama es comprobar hasta dónde creció ese déficit tras su regreso: pasaron de ser un instrumento para compensar la balanza comercial y aliviar el mercado interno a otro recordatorio de cómo la Gran Recesión golpeó de tantas formas a la clase media -pymes, autónomos…- mientras mantenía intactos los privilegios de ciertas élites y chiringuitos públicos.

Desde entonces han dado igual los cambios en La Moncloa, los acuerdos parlamentarios, las advertencias de la Unión Europea o las sentencias del TSXG o el Tearg anulando las multas y reprendiendo a Hacienda. En la práctica, y salvo contadas excepciones, los mismos políticos que se reúnen con el colectivo de retornados en cada campaña electoral para sacarse la fotografía se olvidan tras abrirse las urnas de las promesas adquiridas. “Sólo se acordan de nós en xuño para sacarnos os cartos dos petos”, lamenta Luis Quintas, presidente de la plataforma en representación de los intereses de 50.000 ourensanos.

Las heridas propias de la pandemia no pueden camuflar las viejas, y pocas son tan injustas como este escarnio: Ourense no puede permitirse que esta generación se vaya sin antes hacerle justicia. Pero la realidad es que su impotencia crece y se resume en comprobar cómo en su última concentración, celebrada el pasado miércoles en forma de caravana de coches, empleaban el mismo lema de la primera: “Non somos defraudadores, somos emigrantes”. Es evidente que son otros los que los han estafado a ellos.