martes, 23 de abril de 2024

POR CULPA DE LA PANDEMIA

Ourensanos de cuarentena por el mundo

"Estou lonxe da miña Terra”, empieza diciendo Alfonso R. Castelao en “Sempre en Galiza”, además de confesar, en los años 40, la “necesidade de escribir” desde un “desterro” impuesto. Pero, ¿es más o menos o igual de doloroso o penoso un exilio ideológico que un exilio económico? Hoy, en democracia, más de medio millón de gallegos viven en el extranjero en busca de un porvenir mejor. Casi 114 mil son ourensanos. Muchos son jóvenes. Cinco de ellos cuentan cómo es estar confinado fuera de casa sabiendo que va a pasar mucho tiempo hasta que vuelvan a reencontrase con sus familias, coronavirus de por medio.

Rebeca Abad. Puerto Vallarta, México (Subdirectora en un hotel español) "En México la situación es alarmante"

La situación aquí en México es alarmante. Hasta ahora no habían tomado medidas muy duras, y la gente seguía haciendo vida normal. Ahora ya hay un confinamiento real. Nosotros desde el 25 de marzo hemos cerrado el hotel y nos hemos quedado a vivir aquí dentro; estamos aquí encerrados los que somos de fuera. Como país la sanidad funciona realmente mal, entonces siempre existe un poco el miedo en caso de que pase algo, de cómo sobrellevaría el país esta situación, ya que viendo cómo en países mucho más desarrollados como en España se han desbordado totalmente, aquí no hay la infraestructura en sanidad necesaria para poder abarcar esta pandemia. Entonces, solo nos queda cuidarnos mucho, no salir y esperar no enfermarnos porque sino la situación sí se puede complicar. Por el momento no podré ir a España, debido a la situación allá también. Y, además, los que formamos parte de la gerencia del hotel nos debemos quedar; la empresa para la que trabajo es española y nos da la seguridad de estar viviendo acá en buenas condiciones y con un buen servicio médico y eso da una tranquilidad.

Paloma Guede Vázquez. Berlín, Alemania (Contable de una cadena hotelera): “Me apetece más que nunca juntarme con mi familia"

En Berlín no tenemos un confinamiento tan fuerte como en España; la gente está bastante tranquila porque no hay tantos casos. Se puede salir a la calle hasta con una persona; de hecho yo me veo con mi pareja, y ves a los papás con los niños en los parques o gente haciendo deporte. Pero hay que ser conscientes; a mí me da más miedo cuando estoy en casa y pienso en salir que cuando ya estoy en la calle, o cuando tengo que ir a trabajar. Aunque lo que más miedo me da es que lo coja alguien de mi familia y no poder verlo a que lo coja yo. En mayo tenía planeado un viaje a Ourense y no voy a poder ir cuando lo que más extraño es viajar, es lo que más echo de menos. Pero hay que ser positivos. Quiero pensar en que lo primero que voy a hacer cuando pueda tomar el primer vuelo es ver a mi familia. Ahora me apetece más que nunca juntarme con mi familia: los sentimientos son más fuertes que nunca.

Manuel Dominguez. Berlín, Alemania (periodista deportivo): "Soy un privilegiado de vivir la cuarentena saliendo a la calle"

Aquí la cuarentena ha sido un poquito más suave que en España, nos han dejado salir a pasear, salir a hacer deporte, salir a los parques; por lo tanto, no lo hemos llevado tan mal. Lo paso entre mi casa, con mis compañeros de piso, y la casa de mi novia. Y el trabajo, home-office, que al final es un poco coñazo porque trabajar en casa te acaba echando las paredes un poco encima, uno no tiene los medios en casa que tiene en el trabajo, con mesas que se pueden poner a una altura u otra, las sillas no son tan cómodas y al final repercute en lo físico. Lo peor de llevar es la situación en la que está España, de no saber cuándo se podrá ir y ver a la familia. Eso es lo más complejo y lo más fastidiado. Por lo demás tengo que decir que en Alemania se ha llevado bastante bien: me siento un privilegiado de vivir la cuarentena saliendo a la calle a dar un paseo o tomar una cerveza en un banco.

Pablo Kanuto. Buenos Aires, Argentina (Malabarista callejero): "Prescindo del miedo porque si no no vivo"

Estaba de viaje y ya había pasado por Brasil y Argentina y crucé a Montevideo, a una Convención de Malabares, cuando me enteré de que iban a cerrar las fronteras y decidí regresar. Entonces la cosa se fue poniendo complicada; me puse en contacto con la Embajada y la verdad que fue un follón coger un vuelo de vuelta; la Embajada decía que tenía que ponerme en contacto con la aerolínea y viceversa. En Buenos Aires, había para volver más gente de la que entraba en el vuelo; incluso llegué a pasar facturación sin billete y a la Embajada no se podía entrar por lo del Coronavirus. Por fin un cónsul se ocupó de mí. Cuando me dieron el billete y me dijeron “corre para el avión que ya va a salir” no lo podía creer. Subí por los pelos. Pero nunca tuve miedo. Ni al virus ni a nada. Prescindo del miedo porque sino no vivo. Y si me tocaba quedarme allá hubiera prescindido de la libertad igual que acá, tampoco estaría mal. Me adapto a las circunstancias. Lo que sí me dio mucha curiosidad fue llegar al barrio de San Francisco y verlo vacío: fue impresionante.

Elisa Álvarez Outeiriño. Filadelfia, EEUU (Estudiante y niñera): “El confinamiento me está ayudando a crecer como persona"

Yo me mudé a Estados Unidos hace cuatro años para trabajar como niñera con una familia y a estudiar inglés. Estábamos confinados los cinco juntos con un bebé recién nacido pero como el papá es cirujano y su trabajo es esencial nos mudamos a casa de los abuelos. La verdad es que no tengo mucho tiempo para aburrirme porque estoy trabajando mucho, más las clases porque también estoy estudiando para ser profesora de educación infantil y también le doy clases a la niña. Miedo no tengo porque no tengo que sufrir el sistema sanitario de este país; una de las condiciones por las que me quedo aquí es por tener  buen seguro médico. Lo que sí me da miedo es la situación en la que va a acabar este país, porque el nivel de pobreza es altísimo. Más que miedo tengo preocupación por la gente que se está quedando sin trabajo, que no tiene qué comer, que no tiene dinero para llevar a sus familiares al médico. Me parece una situación muy complicada para alguna gente, entre ellos amigos míos, que no tienen trabajo y no tienen paro porque son ilegales y están sobreviviendo como pueden. 

Lo que más miedo me da es lo de mi familia, el hecho de que yo en diciembre me gradúo y me voy a transferir a otra universidad y no sé si voy a poder ir en Navidad a España. El problema no es ir, el problema es volver. Mi miedo es ir en Navidad y no poder volver, porque sería perder mi Visa de estudiante y perder mi dinero de la matrícula, que no es poco. Con mi familia hablo todos los días; estamos muy conectados. Y anímicamente estoy bien porque soy muy positiva; estoy trabajando más pero también estoy cogiendo más experiencia con los niños y también tengo tiempo para entrenar todos los días y leer, cosas que antes no hacía. Este confinamiento, este estar en casa sin poder salir, me está ayudando para crecer como persona.