viernes, 29 de marzo de 2024

Cuando un ourensano salvó a Fidel Castro

Fidel Castro.
Fidel Castro

Cuando un ourensano salvó a Fidel Castro

Por José Carlos Fernández Otero

Volviendo al tema de Cuba, es posible que muchos sepan la influencia que han tenido en la Revolución de Fidel Castro tres personajes ligados a Ourense. En primer lugar, Enrique Pérez Serantes (Tui 29-11-1883, Santiago de Cuba 18-4-1968) que fue obispo de Camagüey y más tarde de Santiago de Cuba y líder de la Iglesia en la isla. Había nacido en Tui, pero sus estudios tuvieron lugar en el Seminario de Ourense (1897-1901). Emigró a Cuba en el último año de sus estudios. Siendo ya arzobispo de La Habana y nacionalizado se llevó a dos sacerdotes ourensanos: Antonio Nieto y Alfredo Suárez. Al primero se lo llevó siendo coadjutor de Santiago de As Caldas y en La Habana promovió un hospital.

Serantes fue ordenado en Camagüey en 1910. Tenía gran preocupación social, que manifestaba en sus artículos en la prensa. Sobre el derecho de huelga escribió en 1914 en el Diario de la Marina: “El obrero tiene derecho a los medios necesarios y legítimos que a este fin conducen y si no los puede ejercer es justa la huelga y hasta necesidad, pues tiene obligación de conservar la vida de sus hijos y es la huelga un medio legítimo y hasta pacífico”.

Fue obispo de Camagüey desde 1922 a 1948, a los 38 años. Durante los años que estuvo al frente de esa diócesis, impulsó 50 nuevos templos entre iglesias y capillas. Tras el ciclón de Santa Cruz del Sur en 1932, con más de 3.000 muertos, participó en las tareas de rescate, además de alojar durante meses a los heridos en el obispado, lo que le valió la concesión de la nacionalidad. Con ese pasaporte viajó el resto de su vida. Promovió escuelas profesionales para mujeres y la escolarización de los hijos de los obreros e impulsó la Acción Católica cubana. El 8 de enero de 1949, a los 66 años edad fue promovido a la sede primada de Santiago de Cuba hasta su fallecimiento en 1968.

Vivió muy de cerca los sucesos políticos y sociales, con un papel mediador y crítico con los abusos de poder. En especial, a partir del 26 de julio de 1953, día del asalto del grupo liderado por Castro con 26 años. Día fundamental para el arzobispo llamado para evitar que Castro fuera fusilado. Lo consiguió Pérez Serantes y Castro se rindió al saber que el arzobispo era el garante de su vida.

El 1 de enero de 1959, día de la victoria de los rebeldes, Pérez Serantes calificó a Fidel como “hombre de dotes excepcionales”. En su legendario discurso de la noche del 1 al 2 de enero, Castro invitó a Pérez Serantes a aparecer junto a él en el balcón del Ayuntamiento de Santiago de Cuba, frente de la catedral, que abrió sus puertas para que el líder cubano pudiera ver el sagrario.

Poco tiempo después, Castro afirmó: “Los católicos de Cuba han prestado su más decidida colaboración a la causa de la libertad”. Sobre la jerarquía eclesiástica dijo: “Yo les digo que esta es una revolución socialista sui generis y no tienen más que fijarse en el siguiente detalle: es la primera revolución de este tipo en todo el mundo que se inicia con el apoyo total de la Iglesia”.

El influjo del ala comunista del 26 de julio convirtió a Pérez Serantes en un duro opositor, en especial en el Congreso Católico Nacional de noviembre de 1959, para demostrar la fuerza del catolicismo cubano y denunciar el giro prosoviético. Esto paralizó los planes de Castro de establecer en 1960 un régimen comunista. 1961 fue un año crítico para los católicos cubanos, perseguidos tras el fracaso de la invasión de Playa Girón con miles de detenciones preventivas y el hostigamiento a la jerarquía católica, con algunos encarcelados. Entonces Pérez Serantes publicó pastorales famosas como “Roma o Moscú “ o “Ni parias ni traidores”, criticando los ataques a la libertad de enseñanza, las nacionalizaciones o la reforma agraria que despojaba de tierra a pequeños propietarios.

Esas pastorales fueron analizadas personalmente por Eisenhower y Kennedy con sus servicios de inteligencia y el régimen cubano se centró en desmantelar cualquier tipo de organización que amenazara el proceso dirigido por los hermanos Castro y Ernesto Guevara, cayendo la oposición democrática y los medios de comunicación y la Iglesia católica vio desmoronarse sus asociaciones laicales.