El viernes 10 de Noviembre, en plena primavera porteña, se desencadenó un temporal. El otoño de Galicia había emigrado, y al igual que aquellos viajeros de antaño, cargó su maleta de todo lo esencial. Entonces la lluvia, acompañada de truenos y “lustrigos” fustigó a Buenos Aires.
“Alerta naranja” anunciaba durante el día el observatorio meteorológico, incluso los organizadores suspendieron el recital de una famosa artista internacional- Taylor Swift- para evitar incidentes y se recomendó a la población no salir de casa si no era imprescindible. En esas condiciones la entrega del Premio Puentes del Deza 2023, parecía destinada a la postergación.

Pero para un gallego la lluvia no es más que el acompañamiento natural de su vida, y con aquello de “si chove que chova” e “si orballa deixa orballar” la gente del Centro Lalín, Agolada y Silleda de Galicia en Buenos Aires siguió adelante, sin titubeos.
Se premiaba a dos hombres que representan con sus “gaitas argentinas”, la permanencia y puesta en valor de la tradición y la transmisión de la cultura a las nuevas generaciones. Daniel Pazos Martínez y Alberto López Barros. Era justo y necesario que fuese en el mejor de los marcos y con la presencia de quienes los admiran, los quieren, los respetan y les agradecen su labor docente y profesional.

Daniel Pazos, quien comenzaba ese mismo día el primero de su sexta década de vida, es un hombre que nació en el seno de una familia gallega, con intensa participación institucional, a quien su padre, le trajo una primera gaita a su pedido, allá en la primera infancia y él logró arrancar de ese instrumento precario y confeccionado “para souvenir” los sones que alimentan al pueblo gallego desde hace milenios. Después ya nunca pudo dejar de tocar la música gallega, así lo dice.

Estudió, actúa y da clases, conduce un programa de radio en ABC Corcubión y es un referente de la generación de los años 70, 80, en que formó parte de la creación del famoso e innovador grupo “Xeito Novo”. Hoy sus alumnos lo siguen y aclaman, él les recuerda que como maestros nunca son lo duros y exigentes que lo fueron quienes los formaron hace años.

Alberto López nació en Buenos Aires y es hijo y nieto de gallegos emigrados. De sus valores profesionales y su historia se ha escrito en este mismo medio mucho y muy merecido. Actualmente tiene escuela de danzas y conjuntos, como “Sete Netos” en el Centro Galicia y en Hijos de Mos.

En el auditorio se reunieron parte de sus colegas, alumnos, familiares y admiradores, bajo la catarata de agua que estremecía a Buenos Aires llegaban con la ropa mojada- el paraguas resultaba insuficiente, los taxis inconseguibles y las calles anegadas- personas de toda edad, sin que los años fuesen un obstáculo para perderse esa ocasión de rendir el homenaje y recibir el regalo de la música que los gaiteros iban a ejecutar.

Javier Vence, gaitero y periodista, investigador de la música gallega, fue el presentador, quien hizo una semblanza de los personajes pero también de los antecesores, poniendo nombre a muchos no tan conocidos y otros fundantes como Manuel Dopazo, el silledense. Mencionó también a esos gaiteros que comenzaron hace muchos años haciendo sonar su instrumento cuando iban a trabajar, en los colectivos, como se les llama en Buenos Aires, que recorrían los barrios en que la colectividad recién llegada, apenas abierta la maleta, se había radicado.

El gallego de la gaita, era un clásico, tanto, que la palabra “gaita” fue en el lunfardo porteño equivalente a “gallego”. Y “los gaitas” del homenaje de ayer fueron ellos: Daniel y Alberto, Alberto y Daniel, como bien los nombraron. Ovacionados, emocionaron a un público que los ama y les reconoce “su labor como gaiteros, con la que honran su origen gallego y difunden la cultura de la tierra ancestral”, tal como lo expresa la placa que les entregaron.
La palabras de José Luis Seoane, presidente del Centro Lalín, Agolada y Silleda y de Alejandro López Dobarro, delegado de la Xunta en Buenos Aires, abrieron el acto destacando las características del premio y los requisitos que los elegidos cumplían con creces. Seoane hizo referencia a un texto de Hernán Casciari, La valija de Lionel, que alude a las diferentes forma de vivir la emigración. Aquel que guarda la valija para siempre y se mimetiza, o trata de hacerlo, con la nueva sociedad y el que conserva su valija abierta, como Messi, que después de muchos años de vivir fuera de su Rosario natal, habla como un rosarino que nunca se hubiese alejado. Con esta alusión apeló al sentido de lo gallego, la gaita, las tradiciones y el rol de las instituciones y las familias en la conservación de la identidad.
López Dobarro destacó la importancia de la creación del Premio y sus objetivos que son galardonar a distintos referentes de los diversos ámbitos del quehacer que trasciendan, tiendan puentes, difundan y pongan en valor nuestra cultura.
Como oradores precedieron a Javier Vences, quien ofició de presentador, en su condición de gaitero, periodista y alumno de Daniel. Un anecdotario de vivencias y la evocación de ancestrales gaiteros de otras generaciones pusieron color y cargaron de emotividad al evento, cuyo público- entre el que se encontraban diversas autoridades de instituciones de la colectividad y el vicepresidente del Centro Lalín, José González Costa- desbordaba de emoción y de deseos de escuchar a los artistas.
No faltaron los saludos con imágenes grabadas en Galicia. Daniel y su reciente cumpleaños habían generado videos y deseos de felicidades y congratulaciones para los dos.
La entrega de placas conmemorativas se hizo de la mano del presidente de la institución y de las personas más allegadas a los destinatarios.

Como corolario se unieron las gaitas, sonaron panderetas, ocarina, flauta, acordeón y tambores en sucesivas piezas que habían acordado interpretar en los momentos previos, sentados ambos en conjunción de intereses y lazos que los une el amor -por Galicia y su música y la gaita es el emblema de ambos.
Después, como bien dijo José Luis Seoane, en todo evento gallego no pueden faltar dos cosas, música y comida. Era el momento de brindar y degustar en honor a los agasajados.
Aplausos interminables, aturuxos, abrazos, fotos, promesas de futuras actuaciones, anuncio de nuevas festividades, entre la multitud las voces se mezclaban con el sonido de la lluvia que aún no había cesado.
Para quienes oficiaron de hospedadores restaba apagar las bombillas y procesar la ansiedad que había generado la preparación del evento, los imponderables a solucionar, o imposibles de serlo, “se trata de un escenario gallego montado con efectos especiales” había dicho, con humor no exento de realismo, Alejandro López Dobarro, cuando el aguacero se hacía oír a través de los ventanales.
Al salir eran más de las 11 de la noche, la calle Venezuela, casi esquina Lima, en pleno centro de Buenos Aires relucía mojada, pero la lluvia había cesado.

A la mañana siguiente, cuando esto se escribe, un esplendoroso sol pone calidez y luz dorada a Buenos Aires, como prueba fehaciente de que ese viernes, Galicia se trasladó a Buenos Aires,y con efectos especiales, pues no podía estar ausente en la entrega del Premio Puentes del Deza 2023, a las gaitas argentinas, Alberto López Barros y Daniel Pazos Martínez.
Celia Otero Ledo