viernes, 19 de abril de 2024

100 PRIMEROS AÑOS DE VIDA

Setecientos asturianos celebran el centenario del Centro Asturiano de México

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Setecientas personas, entre autoridades, una amplia delegación procedente de Asturias e invitados, celebraron con una cena multitudinaria los 100 primeros años de vida del Centro Asturiano de México. Una entidad que nació como un equipo de fútbol y que hoy es el mayor centro asturiano del mundo, por tanto del universo: 15.000 socios y tres sedes en el Distrito Federal. 

A la mesa se sentó la delegación asturiana que encabezan el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez y el de Industrisa y Turismo, Isaac Pola, también el embajador de España, el ex-rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, y muchos rostros conocidos y reconocidos, como los empresarios Antonio Suárez o Juan Antonio Pérez Simón hasta completar la lista de 697 invitados. 

También participó en la cena la presidenta de la Fundación Princesa de Asturias, a quien le tocó leer un mensaje enviado por el Rey Felipe VI quien destacó "la extraordinaria labor desarrollada" por el centro "en favor de la promoción de la identidad, la cultura y la solidaridad en México", quien añadió "es indispensable realzar la tarea de todos los asturianos que, con ilusión y esfuerzo, han desempeñado con entrega y compromiso una tarea ejemplar, así como mostrar agradecimiento a todos aquellos directivos y socios que, día a día, contribuyen a acercar España y Asturias a México con generosidad y excelencia".

No fue la única felicitación por delegación, también el Presidente del Principado envió un mensaje que leyó el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, y en el que expresaba "mi felicitación por estos cien años de trayectoria ejemplar, por constituirse en nuestros mejores embajadores, mostrar los mejor de nosotros mismos y seguir cultivando ese apego a los valores que nos definen, hacia nuestras tradiciones, y también hacia un futuro mejor. Cien años de ejemplaridad que bien merecen el reconocimiento de toda Asturias”.

La de Guillermo Martínez fue una de las voces que se escucharon a lo largo de la vida, una intervención que reproducimos en su totalidad. 

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INTERVENCIÓN DE GUILLERMO MARTÍNEZ, CONSEJERO DE PRESIDENCIA 

Al tomar la palabra en este acto que hoy reúne a representantes institucionales, de centros y casas de Asturias, a colectividades asturianas, emigrantes, descendientes y familiares, quiero que mis primeras palabras estén dirigidas a hacerles llegar un fraternal saludo del presidente del Principado, Javier Fernández, quien nos ha transmitido e inculcado desde siempre la necesidad de contar con la emigración asturiana, poner en valor su acción, fortalecer nuestros vínculos y hacer posible el derecho de compartir nuestra vida cultural, social, económica y política, residieran donde residieran.

Hoy los consejeros del Gobierno de Asturias, el consejero de Empleo, Industria y Turismo, Isaac Pola y quien les habla, tenemos además el encargo de transmitir el afecto y el reconocimiento del presidente del Consejo de Gobierno del Principado hacia esta institución que cumple cien años. Para ello, permítanme que les traslade unas palabras en su nombre:

“Querido presidente, queridos amigos, la importancia del Centro Asturiano de México está fuera de duda, forma parte del ser de Asturias –esa identidad supraterritorial, que no se detiene en las fronteras, que se manifiesta allí donde un grupo de asturianos se reúne; por eso el centenario simboliza uno de los grandes capítulos de nuestra historia, la que protagonizaron las miles de personas que hace más de un siglo dejaron Asturias para cruzar el océano en busca de trabajo y fortuna. A ellos y a vosotros, sus herederos directos, los dueños de ese gran patrimonio, ya anclado en el corazón de Asturias, que es la emigración ultramarina a México, mi felicitación por estos cien años de trayectoria ejemplar, por constituirse en nuestros mejores embajadores, mostrar los mejor de nosotros mismos y seguir cultivando ese apego a los valores que nos definen, hacia nuestras tradiciones, y también hacia un futuro mejor. Cien años de ejemplaridad que bien merecen el reconocimiento de toda Asturias”.

Javier Fernández Fernández

Presidente del Gobierno del Principado de Asturias.

Es por tanto un honor compartir con todos vosotros el centenario de este centro construido a base de la generosidad y el empeño con que habéis defendido siempre la asturianía.

El Centro Asturiano de México nació justo en un periodo, el del primer tercio del siglo XX, en el que el número de emigrantes asturianos a América alcanzó sus mayores dimensiones, cuando uno de cada cuatro hombres jóvenes emigraba. Hoy, cien años después, mantenéis una vitalidad admirable, armonizáis el orgullo de pertenecer a una identidad colectiva y os habéis convertido en una de las agrupaciones de ámbito social, deportivo y cultural más relevantes de este gran país.

No es casual la fortaleza y la energía con la que llegáis a vuestro primer centenario. Sin duda, es fruto de la perseverancia y la capacidad de liderazgo de quienes han formado parte de esta institución: desde José Menéndez Aleu, Ángel H. Díaz, Antonio Martínez Cuétara y Jesús Moradiellos, los  históricos fundadores que en 1908 pusieron en marcha el Club de Fútbol Asturias, hasta quienes han desempeñado responsabilidades en este centro a lo largo de los últimos cien años: Rafael Segura, Hermógenes Caso, Antonio Blanco Isoba, y Aurelio González, entre otros muchos.

Mi agradecimiento y una mención especial a Manuel Arias, actual presidente del Centro Asturiano de México, por darme la oportunidad de compartir con vosotros un acontecimiento tan señalado y liderar sabiamente una entidad que mira al futuro con optimismo preservando los valores esenciales de nuestra emigración.

Gracias presidente. Y gracias también a todas las personas que durante los últimos cien años han contribuido a hacer grande este centro, a quienes debemos rendir un merecido homenaje por el esfuerzo desinteresado por mantener nuestra cultura y nuestras tradiciones.

Porque tan importante como el legado de nuestros emigrantes es conocer a las personas que estaban y están detrás de la obra colosal de nuestra emigración, aquí en México y en cualquier lugar del mundo.

Vuestra dedicación y el estímulo de los más de 15.000 miembros que forman parte del Centro Asturiano de México convierten a esta entidad en una poderosa herramienta de cohesión e identificación con Asturias. Aquí se mantienen nuestras tradiciones y se conservan los recuerdos; pero, sobre todo, este centro nos demuestra que sigue desarrollando una de las cualidades por las que los asturianos nos sentimos más orgullosos: una intensa labor asociativa y de creación de redes colectivas.

Efectivamente, Asturias la construyen cada día el poco más de un millón de personas que viven dentro de nuestra comunidad autónoma, pero también las cerca de 130.000 que residen, residís, en otros países, más de 21.500 de ellas en México.

Asturias es un trozo de tierra muy bien delimitado. Al oeste por el río Eo, al este por el Deva, al sur por esa cordillera en cuya parte oriental, en los Picos de Europa, brotan montañas de más de 2.000 metros a tan sólo 25 kilómetros del mar, lo que explica en parte nuestra belleza, la singularidad de nuestro paisaje; y al norte con nuestro Mare Nostrum, el mar Cantábrico. Una tierra de proporciones modestas, pero que se agiganta en el mundo con la labor de nuestra emigración.

A las condiciones naturales se une una historia cargada de símbolos y lealtades y un arte propio entre otras muchas cosas, y sin embargo la identificación con nuestra tierra no entiende de fronteras ni de barreras geográficas porque en Asturias las identidades se suman, no se restan ni se enfrentan. Tenemos un sentido de pertenencia muy profundo estemos donde estemos y en esta ciudad la colectividad asturiana fue pionera en la reivindicación de nuestras tradiciones, como lo demuestra la temprana existencia, ya en 1732, de una primera agrupación para solemnizar los cultos a la Virgen de Covadonga y celebrar anualmente las fiestas patronales en la iglesia del convento de Balvanera. De nuestra asturianía sobresale nuestra universalidad.

Decía Ortega que la emigración hizo al asturiano “sobremanera transitivo”, “formidable trotamundos”, de forma que, “si imaginariamente nos situamos en cualquier trozo del planeta, podemos preguntar confiadamente por el asturiano, porque seguro que allí está echando sus raíces, ha dominado el entorno y le ha impuesto el sello de su ardor”.

Habéis sido transmisores de unos valores que hacen única a nuestra colectividad y vuestro esfuerzo supone un estímulo para que desde el Gobierno de Asturias recordemos permanentemente nuestro agradecimiento por lo que nos habéis aportado y seguís aportando.

Algunos pensamos que nunca agradeceremos como se merece la oportunidad de ser partícipe de las experiencias y los símbolos que transmiten el significado de nuestra emigración.

Un legado sustanciado en las múltiples obras que salpican nuestra geografía promovidas o financiadas por nuestra población emigrada. Cientos de casas, casinos, fuentes, caminos, carreteras u hospitales llevan vuestro sello y el de vuestros antepasados, sin olvidar las importantes remesas de dinero enviadas a las familias que sirvieron para pagar deudas, arreglar hogares y mejorar las condiciones de vida de miles de personas.

Pero si importante ha sido la obra de los emigrantes en su conjunto, la contribución en el campo de la enseñanza fue especialmente relevante, con el impulso de escuelas, centros de formación y otras infraestructuras educativas que contribuyeron de manera notable a nuestro progreso en un país que en 1930 aún tenía unas tasas de analfabetismo del 32%.

Una labor, y vosotros lo sabéis muy bien, en la que la colectividad en la capital mexicana siempre ha jugado un papel muy destacado con una presencia activa en sociedades como la Beneficencia Española (1842), tan importante por su labor asistencial y solidaria, el Real Club España (1912) y el Casino Español (1863).

Todas estas acciones se vertebran en una sola palabra: solidaridad. En realidad dos palabras: solidaridad y compromiso. Y la solidaridad y el compromiso van unidos a la ayuda mutua y a la generosidad que han definido a nuestra emigración.

Hoy el Principado de Asturias es un territorio que hunde sus raíces en una cultura y en un pasado milenario que se proyecta hacia el futuro asumiendo nuevos retos y desafíos de un mundo cada vez más globalizado. Nuestra identidad inclusiva, de la que nos sentimos plenamente orgullosos, se refuerza con una apuesta firme por la modernidad y el proyecto europeísta al que España se incorporó hace tres décadas.

En lo económico, compartimos un latido industrial con un tejido empresarial diversificado líder en sectores como el metal-mecánico, el naval, el agroalimentario y el turismo sostenible, que da muestras de una presencia exterior cada día más consolidada.

Nuestras empresas miran a México como uno de los mercados con mayor potencial y atractivo para las relaciones comerciales y el crecimiento mutuo, y en los últimos 8 años las exportaciones del Principado se han incrementado un 185%; situación que ha llevado a 20 compañías a asentarse de manera estable y a más de un centenar a tener presencia comercial en este gran mercado.

Una relación, debemos recordarlo, que hemos enriquecido en ambas direcciones, pues destacados empresarios como Juan Antonio Pérez Simón, José Miguel Fernández Rodríguez, Tomás Álvarez, Carlos Slim, y Antonio Suárez han realizado importantes inversiones en Asturias en sectores como la industria naval, la agroalimentación y las entidades deportivas.

Pero no solo han avanzado las relaciones comerciales entre México y Asturias. También se ha recuperado una labor de mecenazgo por parte de empresarios de origen asturianoque se ha concretado en el apoyo al Archivo de Indianos de Colombres como espacio que preserva la memoria de la emigración, y la reciente donación, por parte del empresario Plácido Arango, de una treintena de obras de arte de su colección particular al Museo de Bellas Artes de Asturias.

Ejemplos que visibilizan el pasado y la cultura compartida que unen a México y a Asturias, que enriquecemos de manera permanente desde todos los ámbitos.

Voy a ir concluyendo. Un autor francés, Jacques Attali escribió una magnífica obra: 1492. En ella sostiene que lo que hizo entrar al mundo en la modernidad fue el encuentro de culturas, fue 1492; no 1789, como cabía esperar que dijera. 1492 agigantó el mundo. Como diría Aurelio González, aquellos españoles que pensaban encontrarse con el palacio del Gran Khan encontraron una tierra desconocida, un nuevo mundo de oportunidades. Y de ese encuentro surgió una relación que llega hasta hoy.

Por ello, quiero aprovechar la ocasión para mostrar nuestro agradecimiento a este gran país, México, por dar la oportunidad a los asturianos que buscaron nuevos horizontes de desarrollar un proyecto vital, no exento de dificultades, que permitió que aquellos jóvenes que abandonaban una región rural desarrollaran proyectos de gran envergadura. México os acogió y México os dio oportunidades. Nuestro profundo agradecimiento a este gran país.

Celebramos  el Centenario del Centro Asturiano de México. Quiero recordar que también en este año Asturias celebra otros tres aniversarios: los 1.300 años del Reino de Asturias, los 100 años de la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga y el centenario de la coronación canónica de la Virgen de Covadonga. Y lo hacemos abiertos al mundo, mostrando y sintiendo orgullo de nuestra identidad inclusiva.

Dice Attali que el tiempo no puede comprarse ni venderse, ni cambiarse por nada; que el tiempo, nuestro valor más preciado, solo puede compartirse. Gracias por éste y por tantos momentos juntos como el que hoy disfrutamos en el Centro Asturiano de México.

Nuestra emigración construyó escuelas, centros culturales, hospitales. Esos emigrantes no lo hacían pensando en ellos mismos, sino en sus hijos y en sus nietos. Lo hacían pensando en el mañana. Ahí reside la grandeza de nuestra emigración: su generosidad.

Y otra grandeza de nuestra emigración y de Asturias es que nadie se siente extraño ni extranjero en esta tierra. En el futuro ese es un valor fundamental, aprendamos de él. Aprendamos de esta colosal obra de vuestro centro. Enhorabuena y a por otros 100 años.

Muchas gracias.