El pasado martes el periodista Carlos Rodriguez pronunciaba una conferencia sobre la saga de la familia Álvarez, con origen en el pueblo de La Puerta, en Mallecina, pequeña localidad asturiana del concejo de Salas.
La pasión por diversos campos de la ciencia llevó a esta familia a alcanzar un importante prestigio en campos como la medicina, la física, la geología y, desde estas ciencias, en otras ramas como la fisiología, la óptica, la astrofísica, la energía nuclear, la tectónica de placas o la extinción masiva de hace 65 millones de años que provocó la desaparición de los dinosaurios.
Luis Fernández Álvarez fue el primero en sobresalir. Emigró a Cuba y posteriormente a los Estados Unidos donde estudió medicina y llegó a ser un eminente médico que investigó sobre la lepra. Ejerció su profesión durante muchos años en Hawai.Luis había queda huérfano y a los 13 años llegó a la isla caribeña de la mano de un tío suyo. Años más tarde, dio el salto a Estados Unidos, donde estudió Medicina y dio origen a una saga de investigadores en diversos campos de la ciencia que llega hasta su bisnieto. Luis F. Álvarez (el primer apellido acabó perdiéndose al firmar él de ese modo), dedicó buena parte de su carrera a investigar y tratar en Hawai enfermedades infecciosas como la lepra y las patologías venéreas. Dejó cientos de tratados escritos sobre la materia.
El segundo de sus hijos, Walter Clement Álvarez, tomó el testigo. Destacado internista en la Clínica Mayo (de Rochester, Minnesota), fue uno de los mayores divulgadores de la medicina en Estados Unidos, en las primeras décadas del siglo pasado. Se le conoce como el «médico de familia de América».Luis Walter Álvarez es el tercero de la saga. Consiguió el premio Nobel de Física en 1968 por sus trabajos con la cámara de burbujas de hidrógeno líquido que permitieron el descubrimiento de un buen número de partículas elementales. Y el último, Walter Álvarez, destacó como catedrático de Geología en la Universidad de California.
Carlos Rodríguez ha investigado sobre su trayectoria vital y científica y la plasmó en un libro que publicó en 2004. Una historia sobre la que este martes disertó en el Centro Asturiano de Madrid.