jueves, 28 de marzo de 2024

ENTREVISTA

Bruno Peña, el violinista asturiano que triunfa en la Gran Manzana

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Reconocido internacionalmente como uno de los mejores violinistas de su generación, el ovetense Bruno Peña reside y trabaja en Nueva York.

Reconocido internacionalmente como uno de los mejores violinistas de su generación, el ovetense Bruno Peña reside y trabaja en Nueva York, un destino único en el que puede desarrollar su profesión al lado de los mejores músicos del mundo.

Bruno, desde la última vez que hablamos, ¿cómo ha cambiado tu vida en Nueva York?

Resulta difícil concretar en qué aspectos ha cambiado mi vida. Si mal no recuerdo, han pasado cuatro años desde nuestra anterior entrevista y por entonces vivía ya inmerso en una vorágine de trabajo en la que sobresalían las colaboraciones asiduas con el American Ballet Theatre y la ópera de NY. Pero a pesar de que no hayan acontecido hechos concretos que remarcar, una ciudad como New York que posee un devenir propio siempre en evolución, proporciona constantemente situaciones y experiencias nuevas que van marcando de algún modo la existencia de quienes vivimos en ella.

Más aún, creo que el contacto con las nuevas personas que he ido conociendo en estos cuatro años también ha enriquecido de alguna forma mi realidad. Por otro lado, mis proyectos en el terreno laboral, cuya índole va variando a lo largo de los años, y que además me han llevado a nuevos lugares, aportan matices a mi carrera y mi situación profesional. La conjugación de todos estos factores configura un panorama nuevo en el que hay continuos alicientes y prometedoras perspectivas de futuro.

¿Qué proyectos artísticos tienes ahora mismo entre manos?

La verdad es que son muchos y muy variados, todos ellos con una especial significación para mí. Tocar en la temporada del ABT es sin duda un orgullo para un músico -no en vano es una de las mejores compañías de ballet del mundo, que actúa en uno de los mejores teatros, como es el Metropolitan Opera House-. Además colaboro habitualmente con la New York City Opera y la American Symphony Orchestra, y aún puedo compatibilizar todo ello con la gira a lo largo del país que en los próximos meses realizaré como miembro de una orquesta de cámara. A esto se suman otros conciertos sinfónicos, camerísticos y actuaciones como solista que suponen sin duda el tipo de reto que un músico desea afrontar.

Además, en esta misma temporada, y fuera de los EEUU, viajaré a la región de Brescia, en el norte de Italia, para impartir clases magistrales y ofrecer una serie de recitales. Un poco más adelante participaré en el Festival de Música de Cámara que se celebra desde hace años en Limousin, Francia, un encuentro éste convertido ya en tradición, en el que se juntan músicos de París y de las principales orquestas de Francia. En él tengo el honor de ser el artista invitado, el único músico no francés de todo el festival. 

A esto se suman diferentes conciertos y proyectos que van surgiendo a lo largo del año, así que la mía es una agenda muy apretada con una actividad intensa. Como promotor y músico partícipe, puedo destacar el proyecto, del que soy cofundador, de un ciclo de House Concerts protagonizado por diferentes formaciones camerísticas que dará comienzo en mayo de este mismo año. El objetivo de este ciclo, además de la propia difusión cultural, es el de recaudar fondos para diferentes organizaciones sin ánimo de lucro. Es un proyecto incipiente al que se han ido adhiriendo ya varios colaboradores, no sólo de NY sino de otras ciudades como Chicago, por lo que me siento muy ilusionado con él.

¿Cómo ha cambiado Nueva York desde que llegaste hasta ahora?

Como es bien sabido, NY es una ciudad con mucha energía que está en constante renovación en muchos aspectos, incluso me atrevería a decir que las novedades se suceden a tal velocidad que es difícil que sus habitantes puedan dar cuenta de todas ellas. Se me ocurre destacar el florecimiento urbanístico y arquitectónico continuo: hace poco pude leer que solamente en los doce años en que Bloomberg ocupó la alcaldía de de la ciudad de NY se construyeron más de 40.000 edificios; pero además en los últimos años es fácil apreciar que se han creado nuevas zonas verdes y se han multiplicado los carriles bici, lo que mejora la calidad de vida de la ciudad. En este último sentido, quizás el cambio más relevante haya sido la reducción del índice de criminalidad, lo que ha permitido convertir a NY en la más segura de las grandes ciudades de EEUU.

Por otro lado, los precios siguen subiendo inexorablemente y el coste de la vivienda se ha encarecido mucho en los últimos años, siguiendo una línea que no ha sido ajena en otros países. La crisis económica internacional también ha afectado a la ciudad, pero creo que se ha repuesto rápidamente.

¿Qué perspectivas tienes para el futuro? ¿Te gustaría seguir viviendo allí?

Creo que la respuesta puede resumirse en que espero continuar inmerso en la intensa actividad musical de la que puedo disfrutar ahora, y estoy seguro de que las continuas oportunidades que surgen en esta ciudad irán alimentando mi porvenir. 

Lo que es indudable es que hoy por hoy soy feliz en NY, tanto a nivel profesional como a nivel personal. En ella he pasado gran parte de mi vida adulta y creo que mi forma de ser se ha ido modelando por el ritmo de la ciudad, la forma de trabajar aquí, su energía inherente y también la mentalidad de sus gentes, de las que destacaría el espíritu emprendedor. Creo que NY es una ciudad muy abierta y eso se aprecia en sus habitantes, que disfrutan de compartir con otros congéneres sus proyectos, sus ideas, estableciendo sinergias y relaciones fructíferas entre ellos. Los neoyorquinos son personas emprendedoras y creativas, que buscan realizar su aportación a la sociedad y a la cultura con propias ideas y empresas.

Todo ello me parece admirable, y es uno de los motivos por los que me gustaría seguir viviendo aquí en el futuro. Además NY es una ciudad que me ha aportado mucho a nivel profesional y personal, y me gustaría continuar en ella para poder devolver al país esta aportación creciendo como músico, como pedagogo y como actor de su vida cultural.

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¿Qué destacarías de la escena cultural de Estados Unidos? ¿Tiene comparación con algún otro país del mundo?

Me consta que grandes ciudades europeas como Londres o Berlín poseen una actividad artística muy nutrida y variada, aunque obviamente no las conozco tan a fondo como la de Nueva York. Creo que la concentración de las manifestaciones artísticas en las principales urbes del país también es un fenómeno que se da aquí, en Estados Unidos. Desde mi experiencia y en mi opinión, la escena cultural de NY es un auténtico hervidero de creación e interpretación. Dentro de la música, la variedad abarca todos los estilos y géneros, hasta los más vanguardistas y experimentales. La cantidad de conciertos es ingente. La oferta es inmensa, se nutre con músicos de aquí y de todo el mundo y se enriquece con el continuo paso de artistas y orquestas internacionales durante todos los días del año. Los numerosos musicales de Broadway configuran una esfera a parte que se llena de público y cosecha éxitos a diario. También creo que es destacable la gran producción musical asociada a la industria cinematográfica americana, que ha brindado a la Historia de la Música compositores que ya hoy se han convertido en clásicos. 

Una seña de identidad de la actividad cultural estadounidense es el papel del mecenazgo privado, desarrollado sobre la base de la generosidad de personas y empresas que aportan dotaciones económicas y donaciones convirtiéndose en promotores culturales. Esta implicación me parece totalmente admirable, la respeto muchísimo y tanto como músico como ciudadano me siento agradecido por ello. Creo que el fomento que se hace desde el estado de esta dinámica es fundamental, y que más allá del enfoque económico, contribuye con ello a preservar y enriquecer la actividad cultural y a transmitir el valor de la cultura en la sociedad.

¿Cada cuánto tiempo visitas España?

Procuro visitar Asturias al menos dos veces al año. Aunque a veces no me resulta posible por motivos de trabajo, estoy en contacto permanente con mi familia a través del teléfono y videoconferencia, así que a pesar de que mis visitas a Asturias no sean muy frecuentes, en realidad cuando les visito no hace tanto tiempo que no les veo. Mis padres han sido y son referentes para mí y, a pesar de vivir físicamente lejos durante tantos años, la separación física no ha minado la distancia personal, que sigue siendo muy, muy estrecha. Ambos están enamorados de NY, así que nuestros encuentros no sólo tienen lugar en Asturias, sino también durante sus visitas a la ciudad.

Desde hace cinco años mis visitas a Asturias tienen dos pequeños alicientes más, que son mis sobrinos. Los dos ya forman parte del gremio musical como incipientes violonchelistas y ya desean visitar esa ciudad de NY de la que sus padres y su tío les hablan cada poco. 

Supongo que las visitas de amigos y familiares a Nueva York te mantienen conectado con la realidad de España. ¿Cómo crees que ha cambiado el país desde que te fuiste?

Estoy muy al corriente de lo que acontece en España a través de internet, donde consulto casi a diario la prensa nacional en la que, por desgracia, las implicaciones de la reciente crisis económica internacional ocupan una buena parte. De todos modos, aunque atravesamos tiempos difíciles, estoy convencido de que España se sobrepondrá, como ha hecho en otras ocasiones. Me fui siendo prácticamente un adolescente y desde entonces se han sucedido distintos escenarios sociales, desde un boom de la economía hasta su declive y la recuperación en la que ahora está inmersa el país. También ha habido cambios culturales y educativos diversos. Se me ocurren ahora mismo, por ejemplo, la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral o la inclusión de la educación universitaria en el Espacio Superior de Educación Europea.

Supongo que muchos cambios se me escapan, pero cada vez que visito el país puedo constatar que su esencia se mantiene, ya que tenemos una cultura secular que impregna nuestra sociedad y nuestro modo de vida proporcionando continuidad a través de las transformaciones. Asturias, la región donde me crié y donde vive mi familia, sigue conservando muchos valores tradicionales, como el arraigo, el gusto por los encuentros familiares y la conversación, la conmemoración de fechas señaladas, el disfrute y el orgullo de su exuberante naturaleza, su rica gastronomía y su folclore ancestral. Las gentes de Asturias son personas extremadamente hospitalarias y bondadosas, que valoran mucho la amistad, que cuidan celosamente de mantener su palabra, ayudan a quien lo necesita y abren las puertas de su casa y de su corazón de par en par al visitante. Creo que esos valores son parte de la persona que hoy soy y que hacen de mí, si así se puede decir, un neoyorquino asturiano.