viernes, 29 de marzo de 2024

La Parábola del Hijo Pródigo: Ecos de España en Jamaica Estates.

Cuando uno vive en esta España Exterior, tan cerca y tan lejos de nuestro país, toda mención de España hace que uno afine el oído y escuche. Y escuchar hice durante el sermón de hoy en la “Immaculate Conception Parish Church” de Jamaica Estates (donde me casé hace 45 años).

El Padre Cleary siempre tiene un fino sentimiento del humor y nunca le falta la historieta apropiada. Hoy, como parte de la homilía, nos dijo, más o menos con estas palabras:

Un padre en España, al volver del trabajo, se encontró que su hijo se había marchado de casa, dejando una breve y tersa nota. “Ya estoy harto. Me voy. Paco”. Quién no se imagina cuál fue su reacción. Desolación completa.

Pasó el tiempo y no tenía idea de cuál era el paradero de su hijo Paco. Sentía sin cesar remordimiento, pena, culpa. Pero año tras año, nunca olvidaba a su hijo Paco y esperaba su retorno.

Al fin, decidió hacer algo más drástico. Envió un mensaje a un periódico nacional para las páginas de anuincios. Decía: “Querido Paco. Quiero que sepas que, desde el día en que te fuiste, te he echado de menos y no pasa el día en que no piense en ti. Sabes que te quiero, que siempre te he querido y que te perdono. El jueves te espero a la puerta de este periódico a las 12 del mediodía. Con todo cariño, tu padre”.  

Cuando el padre se acercó al edificio de prensa, observó con asombro que había una multitud de Pacos esperándole para recibir su abrazo.

Tras la sonrisa y regocijo de sus parroquianos, el Padre Cleary siguió hasta terminar su homilía. Y hasta aquí la historieta del Padre Cleary.

Por mi parte, no puedo menos de pensar que muchos en España hoy día, deberíamos considerar esas numerosas reconciliaciones tan necesarias, de Pacos, y Pepes, y Marypaces, con sus hijos, padres, hermanos y compatriotas. Cuánto más nos valdría en la política la buena voluntad y mejor entendimiento en vez de los truenos, relámpagos, diatribas, e insultos que inundan nuestro discurso político.

Con excesiva frecuencia, se ha implantado en España la ira, , el encono, los enfrentamientos, las revanchas. Nos hemos olvidado que la reconciliación siempre es posible, si hay buena voluntad y buen corazón. Y por cierto, el padre en la parábola del hijo pródigo no revisó las cuentas y deudas pendientes, antes de salir a recibirlo. Simplemente, fue con los brazos abiertos.

Ángel Capellán Gonzalo, Consejero General

Un español riojano en la Gran Manzana