El resultado de las elecciones vascas presagió un escenario marcado por la continuidad en el Parlamento Vasco, con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) liderando una mayoría de 27 escaños los mismos que Bildu, y que junto con los 12 Partido Socialista de Euskadi (PSE), les permitiría gobernar cómodamente con 39 diputados, por encima de los 38 de la mayoría absoluta.
Pero no todo el pescado está vendido. La situación podría cambiar ligeramente hoy, una vez hoy se haga el recuento del voto CERA y el voto ERTA. A pesar de que son las primeras elecciones que se celebran en Euskadi sin tener que rogar el voto, la participación no acaba de despegar. No lo hizo en las generales, ni en las gallegas, y en las vascas.
Pero eso no implica que un puñado de votos no pueda hacer bailar algún escaño, dado que el último de Álava fue a parar a manos de Bildu, mientras que en Vizcaya y Guipúzcoa el último diputado fue para el PSE. En Álava, el PNV podría arrebatarle el último escaño a Bildu; en Vizcaya, Sumar aspira a quitárselo a los socialistas; y en Guipúzcoa, Bildu todavía tiene posibilidades de conseguir el último escaño en detrimento del PSE.
En este contexto, un escaño más o menos podría ser relevante dado el estrechísimo margen que tiene el PNV para gobernar. También puede ocurrir que Sumar consiga el último escaño en Vizcaya en detrimento del PSE y que Bildu se quede con el último escaño al PSE en Guipúzcoa, lo que pondría en aprietos al previsible gobierno, ya que no alcanzaría la mayoría.
No es la primera vez que el voto CERA ha tenido consecuencias en pasado en el Parlamento Vasco. En 2020, el Partido Popular ganó un escaño adicional en el recuento, arrebatándoselo a Bildu. Y en 2016, el voto emigrante le dio un diputado a Bildu y se lo quitó al diputado al PNV. Así que hasta que no se contabilice el último voto, puede pasar cualquier cosa.