La suerte para los 96.080 emigrantes ourensanos que deseen depositar su voto en las próximas elecciones generales del 20D ya está echada. El plazo para solicitar su derecho al sufragio, requisito indispensable para recibir la documentación necesaria con la que ejercer el voto, finalizó el pasado viernes.

Ahora, la Oficina del Censo Electoral tendrá como límite el 8 de diciembre para enviar a los solicitantes las papeletas de los partidos políticos que se presentan a esta convocatoria, así como la documentación requerida. Es decir, sólo dispondrá de 17 días (contabilizados desde el 21 de noviembre) para que el envío postal pueda llegar desde aquí a países como Venezuela, Cuba, o México, por ejemplo, que cuentan con un servicio de correos un tanto complicado. Y, sin olvidar, que las candidaturas aún son provisionales.

Una vez recibido este sobre en el extranjero, el votante sólo tendrá siete días para volver a enviar por correo certificado, esta vez su papeleta. Una vez más, un plazo demasiado ajustado para llegar a tiempo con el voto a las juntas electorales. La otra opción es la de votar en urna en los propios consulados entre el 16 y el 18 de diciembre, tres días laborables, lo que dificulta considerablemente a los emigrantes poder acudir a las urnas, ya que deberían pedir permiso laboral, en el caso de trabajar, y con el lastre añadido de que en algunos países, como puede ser Canadá, es necesario recorrer más de 600 kilómetros para llegar al Consulado.

Así que votar desde la emigración es, desde el año 2011, con la implantación del voto rogado, una carrera de obstáculos que muy pocos logran acabar. Ahí están los números. En 2008, sin el sistema del voto rogado, con un censo de 72.248 ourensanos residentes en el exterior, 23.322 emitieron su voto, lo que supuso una participación electoral del 32,2 por ciento. En 2011, primeras elecciones generales bajo la reforma de la Ley Electoral, con un censo de 85.445 ourensanos, sólo 3.101 votos llegaron a ser contabilizados, un 3 por ciento del total. Una caída demasiado grande para achacarla a una posible apatía de los electores.