martes, 16 de abril de 2024

PIONEROS DE LA AYUDA HUMANITARIA

De España a China, los voluntarios que revolucionaron la medicina de guerra

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Durante la guerra civil española, voluntarios internacionales revolucionaron la medicina con técnicas pioneras como la transfusión y conservación de sangre, que luego aplicaron en la segunda guerra sino-japonesa. En China, salvaron miles de vidas y se convertieron en héroes nacionales.

Este grupo de 25 voluntarios, considerados por muchos como los primeros médicos "sin fronteras" y precursores de la medicina humanitaria, protagonizaron un importante trasvase de conocimiento médico que permitió mejorar la atención a víctimas civiles y reducir la mortalidad.

"Fueron un precedente de los movimientos que luego se generalizarían como Médicos Sin Fronteras, incluso la Organización Mundial de la Salud", explica en una entrevista con Efe el sociólogo e historiador español Carles Brasó, que se encuentra estos días en China trabajando en su investigación.

Aunque ninguno de ellos era español, en el país asiático se les conoce como los "médicos españoles", porque así se referían a ellos en la prensa local cuando empezaron a llegar en 1938 procedentes de España para asistir a los heridos en el conflicto entre China y Japón (1937-1945).

La innovación médica llegó por la generalización de los bombardeos contra la población civil y la retaguardia durante la guerra civil española (1936-1939), que convirtió a los grandes hospitales en "blancos" para la aviación enemiga, por lo que los médicos tuvieron que buscar otras alternativas.

Fue entonces cuando estos voluntarios internacionales en el bando republicano y el personal local empezaron a organizarse en unidades móviles que tenían que estar muy cerca de la zona de batalla para atender "in situ" a los heridos más graves.

Bajo esta nueva logística, se empezaron a incorporar ambulancias equipadas con equipo quirúrgico e instalar hospitales y unidades de atención médica en el frente.

Otra de las técnicas que revolucionó entonces la medicina fue la creación de bancos de sangre y las técnicas de transfusión y conservación de esta. Por primera vez, la sangre se pudo transportar en vehículos hasta el frente para atender a los heridos con mayor rapidez.

El primer sistema de transfusión de sangre del mundo fue puesto en marcha conjuntamente por el cirujano canadiense Norman Bethune -considerado el padre de la medicina humanitaria- y por el médico español Frederic Durán-Jordà.

"Fue una innovación a nivel mundial, nunca antes se había hecho", destaca Brasó.

Tras su experiencia en España, decidieron marcharse a China para seguir contribuyendo a lo que ellos consideraban el primer estadio de una gran guerra mundial contra el fascismo, convirtiéndose así en los primeros médicos "sin fronteras".

"Había un movimiento internacional de solidaridad y ayuda médica en base a donaciones voluntarias para desplazar no solo a médicos, sino también medicinas y ayuda médica a países en conflicto", apunta el historiador.

El viaje de 17 de estos médicos fue financiado por los comités de ayuda a España de Reino Unido y Noruega, que decidieron traspasar parte de los fondos a China. "Fue un fenómeno que nació dentro de un movimiento de izquierdas con un fuerte componente comunista", señala Brasó.

El intercambio médico que se produjo entre España y China "no destaca por su carácter tecnológico, porque había escasez de medios, sino que se centró en la formación de prácticas médicas que ayudaron a reducir la mortalidad".

Por ejemplo, formaron al personal chino con sencillas prácticas de higiene, como la esterilización o con "el método Trueta", una cura oclusiva de heridas abiertas para evitar amputaciones que se empezó a utilizar durante la guerra civil española.

En China hay un monumento en memoria de estos médicos internacionales, el más conocido de ellos Bethune, que murió en el país asiático en 1939 debido a una infección tras sufrir un corte en una operación.

Años después, Mao Zedong, a quien solo había visto una vez, le dedicó "En memoria de Norman Bethune", un artículo en el que ensalzaba su figura y fue incluido en el famoso Libro Rojo, que millones de chinos tuvieron que memorizar en la escuela, lo que lo convirtió en un héroe nacional.

Sin embargo, Brasó "desmitifica" a Bethune y lo contextualiza: "No trabajó solo, sino junto a otros médicos internacionales y locales" que fueron "símbolo de un movimiento internacional y cosmopolita".

Los homenajes a Bethune en el país asiático son constantes, y el Instituto Cervantes de Pekín acogerá el próximo diciembre una exposición fotográfica sobre su trayectoria en España y China.

Mientras, en España, pocos saben de estos médicos voluntarios. El historiador lamenta el "manto de silencio" que todavía persiste sobre la guerra civil española y que tanto cuesta romper. EFE