viernes, 19 de abril de 2024

GIMENO TENÍA 18 AÑOS CUANDO DECIDIÓ MARCHARSE A AMSTERDAM A APRENDER PERCUSIÓN

El director Gustavo Gimeno forja una sólida carrera de la que España es ajena

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El director de orquesta Gustavo Gimeno durante una de sus actuaciones

El director de orquesta valenciano Gustavo Gimeno (1976) ha hecho, sin premeditación, un carrerón en dos años, con Abbado, Maazel y Jansons de "médium", pero si fuera le adoran, en España es casi un desconocido: "donde me llaman, con tiempo y programa, voy, y en España no tengo planes", dice tajante.

Es el titular, desde 2015, de una de las mejores orquestas europeas, la Filarmónica de Luxemburgo; ha dirigido a la Sinfónica de Chicago o a la de Boston, y a los más grandes solistas, de Yuja Wang a Patricia Kopatchinskaja, la violinista que protagonizará sus conciertos en Madrid, Valencia (3), Zaragoza (4) y Alicante (5 de noviembre).

Los conciertos en España van a ser, explica , "una ocasión muy especial" y siente "responsabilidad" por ello pero también subraya que "no tiene ningún plan de dirigir" a orquestas de su país.

"No hay muchas vueltas que darle. Donde me llaman voy. Si me llaman con tiempo y hay interés en llegar a un acuerdo, con una conversación bien hecha... No he vetado a nadie", subraya muy serio al contestar por qué nunca ha dirigido a la OCNE o a la Nacional de Catalunya.

Gimeno tenía 18 años cuando decidió marcharse a Amsterdam a aprender percusión y cuando acabó pensaba volver a España pero le contrataron en la Royal Concertgebouw Orchestra, una de las cinco mejores formaciones del mundo, y empezó a estudiar dirección y a ponerse al frente de pequeñas orquestas.Cuando Mariis Jansons (2004-2015) sustituyó en la Concertgebouw a Riccardo Chailly, este le quiso a su lado de asistente.

Por mediación de Jansons conoció a Claudio Abbado, que necesitaba para la Orquesta del Festival de Lucerna un asistente -luego lo sería también de la Orchestra Mozart y la Mahler Chamber Orchestra- en el plazo de un mes y Alfonso Aijón, fundador de Ibermúsica, y Lucas Macías, su compañero en la Concertgebouw, dieron su nombre.

El 24 de marzo de 2013 Abbado dirigía en el Auditorio de Zaragoza a la Orchestra Mozart y en la segunda pieza, la Sinfonía Concertante en si bemol de Haydn, le pasó la batuta a Gimeno para estupefacción no solo del público sino del propio "suplente".

"Yo estaba muy contento pero para la gente que quería ver a Abbado debió ser una patada. Ya entonces -murió de cáncer el 20 de enero de 2014- no se encontraba bien físicamente", rememora.Gimeno recuerda que Abbado "lo daba todo, pero también lo esperaba todo. Para él no existía el 'no' como respuesta cuando pedía algo. Era una relación de 'soggezione' -de respeto-".Poco después de la muerte de Abbado, en febrero de 2014, Jansons se puso enfermo y le propusieron sustituirle: "primero, risa nerviosa y luego, 'ostras, qué marrón'" porque solo tenía tres días para prepararse.

Y la suerte volvió a presentarse cuando Lorin Maazel, en el mes de mayo de aquel año, también se puso enfermo y le reemplazó al frente de la Filarmónica de Munich: "volvió a sonar la flauta". El "marrón" esta vez era de ocho conciertos.

"No se cómo, pero desde el principio fue todo muy bien. Fui con ellos de gira a Luxemburgo y en junio, la Filarmónica anunció que yo era el elegido para ser su titular. He tenido buenas opciones, es verdad, pero las mismas que de hacer un mal trabajo", advierte.

Está haciendo su repertorio poco a poco, sin ponerse metas a largo plazo, pero ya sabe que en los próximos tres meses debutará con la Sinfónica de Viena, la Philharmonia de Londres, la Sidney Opera House, la Filarmónica de Munich, la Concertgebouw, la Capitole de Toulousse, la Orquesta Nacional de Washington, Santa Cecilia de Roma...

No acepta todo el trabajo que le ofrecen porque, sostiene, "eso no lleva a ninguna parte", así que dedica a la orquesta de Luxemburgo unas 12 semanas al año, dirige por el mundo y, sobre todo, estudia horas y horas en su casa de Amsterdam, donde vive con su mujer y su hija.

El objetivo de Gimeno es que los músicos y el público vean que lo más importante para él es la música, y que le respeten: "No contaba con ser percusionista de la Concertgebouw... No tenía ambición ni meta concreta, así que me siento muy afortunado con todo lo que ha pasado".

Concha Barrigós