miércoles, 17 de abril de 2024

CAMBIOS EN CUBA

Los orígenes asturianos del nuevo presidente de Cuba

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La sangre asturiana corre por las venas de Miguel Mario Diaz-Canel Bermúdez, el nuevo presidente cubano. Es bisnieto de Ramón Díaz Canel, un emigrante de tantos que dejó su Castropol natal para poner rumbo a Cuba a mediados del siglo XIX para pocos años más tarde, ponerse al frente de la tienda de muebles "La Perla", en las calles Roma y Galiano.

No es el único caso si mucho menos de asturianos en la primera linea de la política cubana, el "gallego" Fernández, José Ramón Fernandez, de padre de Morcín y madre ovetense, ocupó  el cargo desde 1997 y hasta 2012 de vicepresidente del Consejo de Ministros. Raúl Castro lo relevó de ese puesto debido a su avanzada edad y lo nombró como uno de sus asesores. 

A punto de cumplir 58 años, Díaz-Canel acaba de hacer historia al ser proclamado presidente de los Consejos de Estado y de Ministros por la Asamblea Nacional de Cuba, tras resultar elegido con los votos de 603 diputados de los 604 presentes, lo que representa un 99,83 por ciento de apoyo.

El parlamento ratificó también el resto de la candidatura al Consejo de Estado (máximo órgano de gobierno del país), cuyo primer vicepresidente es el veterano Salvador Valdés Mesa, también designado para el mismo cargo en el futuro Consejo de Ministros.

Con traje gris y corbata roja, el primer gobernante civil de la Revolución recogió el testigo de su antecesor brindándole un saludo militar al ocupar su nuevo puesto en la cabecera del Parlamento, seguido de un apretón de manos y un abrazo entre los aplausos de la cámara.

Díaz-Canel estrenó su presidencia, y con ella la etapa poscastrista, leyendo un discurso de apenas media hora, cuyos ejes centrales fueron su apuesta por la continuidad, la exaltación del legado de la generación histórica y una extensa glosa dedicada a su antecesor.

Sin salirse del guión y sin anunciar medidas concretas para el país, subrayó que el mandato "del pueblo" a la nueva generación que toma el relevo es "dar continuidad a la Revolución en un momento histórico crucial". La nueva etapa estará marcada "por todo lo que logremos avanzar en la actualización del modelo económico y social, perfeccionando y fortaleciendo nuestra labor en todos los ámbitos de la vida de la nación".

"No vengo a prometer nada, como jamás lo hizo la Revolución en todos estos años. Vengo a entregar el compromiso de trabajar y exigir con el cumplimiento del programa que nos hemos dado como Gobierno y como pueblo en los lineamientos del partido y la revolución a corto, mediano y largo plazo", dijo.

El nuevo presidente tiene por delante numerosos retos, entre ellos continuar el inconcluso plan de reformas económicas e institucionales impulsadas por su antecesor. Entre sus desafíos más inmediatos se encuentra también una reforma de la Constitución para adaptarla a los cambios que ha vivido el país en los últimos años pero que no conllevará cambios en el actual sistema político de la isla.