Boal rompió con la expectativas que se habían creado los organizaciones, y además de muchos visitantes, fueron muchos los boaleses que se sumaron a la fiesta, llegando a batirse el record de disfrates.

Y es que Boal no olvida a sus emigrantes, más 4.000 que a finales del XIX y principios del siglo XX, tuvieron que hacer la maleta rumbo a lo desconocido. Fue otra manera de descubrir América, la que trajo en la mayoría de los casos prosperidad: la propia, la de las familias, y de la comunidad. 

A una jornada llena de por si de colorido, de mucho blanco, de grandes pamelas, de comida, música y bullicio, el desfile de "haigas" que tuvo lugar durante el mediodía del domingo, y que corrió a cargo de la Asociación Ovetense del Motor Clásico, le agregó un punto más de espectacularidad y de poderío al evento. 

Por allí pasó la directora general de Emigración, Begoña Serrano, para quien "es importante tener en cuenta la memoria y recordar, aunque sea por un día a los asturianos que se fueron en busca de una vida mejor".

El homenaje a los indianos, terminó con una comida en la que participaron casi trescientas que disfrutaron de embutidos made in Asturias, y  arroz congrí, comida como aquellas que se hacían antaño en la Habana.